En lo que va de año, 225,277 migrantes irregulares han cruzado el tapón del Darién. Las cercas de alambres de púas en varios tramos y una mayor inspección en la zona fronteriza entre Panamá y Colombia no han frenado el flujo de personas.
La mayoría de los migrantes, con un estimado del 66%, provienen de Venezuela, un país donde la crisis política y la desesperanza han llevado a más de 8 millones de personas a migrar en la última década. Con la incertidumbre por el desconocimiento del resultado electoral del pasado 28 de julio, que daba a Edmundo González Urrutia la presidencia, persiste un panorama sombrío y se prevé un éxodo masivo de personas.
En una publicación hecha por The Economist, se afirma que el “audaz plan para cerrar el letal Darién se desmorona”.
A tan solo mes y medio de haber asumido el gobierno, José Raúl Mulino ha sido quien más ha hablado de la crisis migratoria, al punto de tomar el liderazgo en promover un pronunciamiento de los países para que se resuelva la situación política de Venezuela y se pueda frenar la escalada de migración hacia el norte.
El próximo martes, 20 de agosto, iniciarán los vuelos de repatriación de migrantes irregulares, acordados con Estados Unidos.
Presidente José Raúl Mulino anuncia el inicio de los vuelos de repatriación de migrantes del Darién.
— La Prensa Panamá (@prensacom) August 15, 2024
El primer vuelo sería con destino Río Negro, Colombia.https://t.co/rLx5Yn2AoO pic.twitter.com/XnUbbxhVtr
The Economist, que se adentró en la selva, describe cómo en un refugio para inmigrantes ubicado en el lado colombiano, un restaurante anuncia pescado frito, chuletas de cerdo e Internet 5G. Un cartel con alegres letras de burbuja indica el camino hacia la frontera con Panamá.
El reportaje indica que, a tan solo 30 minutos a pie por el camino embarrado y empinado desde el restaurante, una valla de alambre de cuchillas se extiende entre los árboles. “Todo lo que puedo decir es que esta ruta está cerrada”, dice un agente del Senafront, la fuerza fronteriza panameña, con un rifle automático colgado del hombro. “En cuanto a 500 metros para allá, o un kilómetro para allá, no sé qué decirte”.
Custodiar la selva es casi una misión imposible. Las autoridades panameñas han identificado mafias que se dedican a negociar con la trata de personas y el tráfico de migrantes, cobrando cuantiosas sumas de dinero. En la última semana, una nueva ruta ha cobrado fuerza: la isla de San Andrés, según reveló el ministro de Seguridad de Panamá, Frank Ábrego.
“La administración del Presidente Joe Biden está desesperada por frenar el flujo. Creía haber encontrado un alma gemela en el nuevo presidente de Panamá, José Raúl Mulino, quien hizo campaña prometiendo ‘cerrar’ la frontera. El 1 de julio, el gobierno de Mulino firmó un memorando de entendimiento con Estados Unidos en el que se establecía la intención de ambos países de enviar a casa a los inmigrantes ilegales. Pero pocas semanas después, Mulino parece dar marcha atrás. Esto ha sorprendido a Estados Unidos y está agravando el caos en la selva”, indica la publicación de The Economist.
¿A dónde enviarán a los venezolanos si hay suspensión de vuelos? La suspensión de los vuelos comerciales entre Panamá y Venezuela afecta de forma directa el proceso de repatriación. Estados Unidos tampoco puede volar a Venezuela debido a una prohibición del Departamento de Transporte estadounidense que data de 2019.
Colombia sería el puente aéreo utilizado para enviar a los migrantes venezolanos de regreso a su territorio.
El presidente Mulino dijo que Panamá ha pagado un vuelo comercial y está en proceso de pagar el segundo vuelo comercial en el que deportarán a “personas del mal vivir, personas con un perfil de crimen organizado, trata de personas y violencia”, dijo en la rueda de prensa semanal el pasado jueves, 15 de agosto. Precisó que ese vuelo será hacia Río Negro, en Colombia, localidad que sirve a los vuelos comerciales de Medellín.
El reportaje de The Economist resalta que Panamá habría abandonado el cierre definitivo del Tapón del Darién, algo que oficialmente no se ha anunciado.
Sin embargo, sí se ha hablado de un corredor humanitario. Jorge Gobea, director del Senafront, afirmó en el reportaje de The Economist que el alambre de espinas y los agentes fronterizos adicionales pretenden “canalizar el flujo de migrantes a través de una ruta única” que pueda gestionarse. A muchos migrantes se les toman ahora sus datos biométricos y se les somete a controles de antecedentes penales en Cañas Blancas. Luego, caminan hasta Lajas Blancas, donde los trabajadores humanitarios reparten comida y refugio.
Cada día que pasa, la crisis migratoria aumenta. Las autoridades esperan que los vuelos de repatriación también tengan un efecto disuasivo para frenar el flujo de personas.