Knockout: Los auxilios económicos que no fueron

Knockout: Los auxilios económicos que no fueron
Blas Pinzón, Adiliz Barrera, Patricia Miranda y Kaitlein Marciaga cuentan su experiencia con el Ifarhu.


Blas Pinzón, 31 años

Knockout: Los auxilios económicos que no fueron
Blas Pinzón

¿De dónde te graduaste?

Soy de Llano de la Palma, en Natá, Aguadulce. Me gradué como bachiller de Ciencias en 2010 del Colegio Rodolfo Chiari de Aguadulce. Era estudiante destacado y recibí medallas de honor al mérito.

¿Qué querías estudiar?

Mi sueño desde niño era ser doctor. No había médicos en mi familia ni en mi comunidad. Pero la situación económica era muy difícil y mi familia no podía costearme la universidad ni siquiera en la capital, ni siquiera una universidad pública por los costos de transporte, alimentación y alquiler. La representante de mi corregimiento en ese entonces me ofreció estando en mi último año de escuela una beca para estudiar Medicina en Cuba. Eso nunca sucedió. La beca se la dieron a otra persona y nunca me avisaron.

¿Y qué pasó después?

Mi mamá era técnica de enfermería y mi papá, policía. Dependíamos de esos dos salarios. Dada la desesperación, me acerqué al Ifarhu, donde me dijeron que las becas estaban suspendidas y que esperara al siguiente año a ver si salía alguna. La pedí seis veces en poco más de un año.

¿Y qué hiciste?

En 2011 conocí a unos médicos que habían estudiado en El Salvador. Allá era más barato que aquí. Mis papas pidieron un préstamo con unos prestamistas y así me fui. Estando yo allá igual se siguieron pelando la cara pidiendo becas en el Ifarhu, tanto en Penonomé como en Santiago y en Panamá. Nos la negaron siete veces.

¿Qué respondían?

La respuesta siempre fue la misma: que el gobierno no estaba dando becas para Medicina en el extranjero. Y la última vez me dijeron que quién me mandaba a irme si aquí había universidades, o que bien podía estudiar otra cosa. Así que mis padres hicieron magia para seguir apoyándome.

¿Te pidieron referencias políticas?

Pedimos cartas de políticos para ver si con eso sí, pero nunca tuvimos respuesta. Y como la puerta de la beca estaba cerrada, traté con un auxilio en 2013. La respuesta fue que sí me la merecía por las notas, pero que eso era exclusivo para personas de riesgo social de las comarcas o áreas apartadas y yo no aplicaba.

¿Y seguiste insistiendo?

Sí, pero nos siguieron cerrando la puerta. Llegó un momento en el que o resolvía o me devolvía. Así que opté por pedir un préstamo.

¿Y cómo te fue ahí?

Yo pedí $23 mil 500 para toda la carrera, incluyendo vivienda, alimentación y pasajes… por bus. Antes de dármelo me lo negaron tres veces poniéndome trabas y peros y poniéndome a pedir cartas y subir y bajar escaleras. Viajé varias veces a Panamá para entregar la documentación. Hasta que una mano samaritana nos hizo el contacto con el entonces director, y nos dio la oportunidad de calificar para el préstamo.

¿Desembolsaban a tiempo?

No. Mis papás tenían que ir, llamar, insistir… y pedir prestado. Cuando llegaba el pago del Ifarhu, ya era para pagar deudas.

¿Ya te graduaste?

Sí. Y todavía estoy pagando el préstamo con mi salario como médico general en el sector público, después de que a mi mamá le secuestraron dinero de su cuenta de ahorros el año pasado porque estábamos atrasados y yo aún no tenía trabajo. Es muy triste, porque hay personas que recibieron montos enormes y no tienen que pagar ni un centavo, y yo solo pedía $23 mil 500 para una carrera que se necesita en Panamá y la respuesta fue siempre la misma: no hay plata, no aplica… Ahora que veo el perfil escandaloso de los que recibieron los auxilios te digo: me discriminaron. Ojalá el gobierno evalúe caso por caso, vea quién merecía qué y haga un poco de justicia. A mí me toca pagar, a 15 años, $34 mil 28 (los $23 500 mil más casi 10 mil dólares de intereses). Y tengo una lista como de 20 compañeros médicos, con mi misma historia. Aquí somos los más pobres, los hijos de la cocinera, los que no tenemos contactos políticos, quienes tenemos que rogar y pagar las deudas, porque nunca habrá oportunidades para nosotros. Tenemos que ganarnos las cosas a pulso y después competir en desigualdad de condiciones. No hay derecho.

Adiliz Barrera, 34 años

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Adiliz Barrera

¿Qué querías estudiar cuando eras niña?

Estudié en una escuela multigrados que se llama El Capurí, de Los Pozos, en Herrera, hasta sexto grado. Luego estudié en una premedia en Los Pozos y terminé en el José Daniel Crespo, en Chitré, donde me gradué en 2008. Quería ser astronauta cuando era chica, pero siempre supe que quería algo relacionado con las ciencias.

Tenía buenas notas y fui parte de la selección de Herrera de Fútbol desde los 15 hasta los 18 años.

¿Y empezaste la universidad…

Sí, en 2009. En la UTP de Azuero, Ingeniería Ambiental. Pagado por mí, que empecé a trabajar medio tiempo en cafés desde los 18 años. Me gradué en 2014 con un índice de 2.00, lo que te pide el Ifarhu para darte una beca de maestría. Yo me esforcé para aspirar a una beca. Además, me gradué de otra carrera: Ingeniería Geológica. Y en esa me gradué con un índice de 2.21.

¿Y cuándo concursaste por la beca?

En 2016 apliqué a una beca de Senacyt de una convocatoria de programas en el área de ciencias agropecuarias. Se dieron 11 becas, y yo me gané una para estudiar Hidrogeología en la universidad de Western, en Australia, por un monto de $120 mil. Pero en la primera reunión de la beca me enteré que tenía que tener dos codeudores para poder hacer uso de la beca. Yo vengo de un entorno que no llega a clase media. Mi familia no podía hacerle frente a esa responsabilidad.

¿Entonces? ¿No pudiste usar la beca?

No. Pasaron dos años y me mandaron un correo indicando que se iba a cancelar el beneficio que nunca recibí. Antes de que cancelaran la beca, fui a hablar al Ifarhu (esto fue en el gobierno de Varela) y me dijeron que no podía pedir un auxilio porque eso tenía un límite de $30 mil. Eso, como ya sabemos, era falso. Ella misma me dijo que ni ella sería codeudora de alguien, entonces le dije que para qué ponían ese requisito. Al final solo hacían que la gente de escasos recursos tuviera que renunciar a las becas, como fue mi caso.

¿Entonces qué pasó?

Pasó un tiempo, dije que iba a ahorrar para pagarme mi propia maestría, pero luego vino la pandemia. En ese momento metí solicitudes en varias universidades, y me aceptaron en la Politécnica de Cataluña para estudiar Desarrollo Urbano y Territorial. Entonces volví al Ifarhu a pedir o un préstamo o una beca. Beca me dijeron que no había presupuesto por la pandemia, y préstamo me lo negaron, de nuevo, por el tema de los codeudores. Tenía la misma situación económica que antes y mi familia no podía ser codeudora mía. Ofrecí poner un fideicomiso a nombre del Ifarhu, y me dijeron que tampoco. Pregunté que cómo me podían ayudar, ya que tenía los méritos y había hecho todo, y la respuesta fue: “dile a un político que te ayude”. Más nunca he vuelto ni quiero regresar. No sabes cuánto me ha afectado mentalmente esto. Le tuve que decir adiós a todo lo que había luchado.

¿Te fuiste a hacer la maestría, al final?

Sí, me gradué en 2022 y me pagué yo la maestría. Pedí un préstamo en un banco privado y todavía estoy pagándolo, mientras otros sin méritos, sin codeudores ni condiciones de devolverle nada al país están disfrutando del dinero que yo pagué de mis impuestos y que a mí me negaron, aun mereciéndomelo.

Kaitlein Marciaga, 23 años

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Kaitlein Marciaga

¿De qué escuela te graduaste?

De la José Daniel Crespo, en Chitré, con un promedio destacado. Arranqué a estudiar Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad de Panamá (UP) en Chitré. Apliqué a la beca del Ifarhu, pero no quedé.

¿Qué te dijeron?

No me dijeron por qué. Solo que no había sido seleccionada. Luego la UP en conjunto con el Ifarhu abrió un programa de becas por dos años para estudiantes destacados. Y ahí logré quedar. Eso duró hasta 2022.

¿Y cómo te fue?

Yo no pude retirar los últimos cheques de la beca porque le pasaron mi usuario a otra persona. El dinero aparecía cobrado. Y nadie me dio respuesta por meses, hasta que finalmente me lo resolvieron. Luego se abrieron los programas de becas y apliqué otra vez. Tampoco quedé, a pesar de mi promedio. Fui al Ifarhu a ver qué pasó y me dijeron que metí mis datos muy tarde y ya había aplicado mucha gente.

¿Y volviste a aplicar?

Fui otra vez por otra beca. Después de subir y bajar escaleras me dijeron que no había plata para becas. Y que no calificaba para el auxilio. Me dijeron que si quería, aplicara para un préstamo. Y a eso les dije que eso no parecía justo, si yo aplicaba a una beca por méritos.

¿Entonces qué hiciste?

Volví a pedirla, otra vez con promedio destacado, porque se supone que son becas meritorias. Hablé con muchísima gente en el Ifarhu y todas me dijeron que no estaban dando becas porque no había presupuesto. Nuevamente me la negaron.

¿Nunca recibiste beca, entonces?

Nunca. A pesar de tener buen promedio, nunca me las gano. Esa vez me dijeron que las vacantes quedaban cerradas hasta que aclararan el tema de los auxilios. Me cerraron las puertas para todo. Al culminar las materias de mi carrera que finalmente pagó mi familia con mucho esfuerzo, pedí una beca para hacer una maestría en Propiedad intelectual en España. Yo la iba a agarrar virtual para no incurrir en gastos.

¿Y?

Y tampoco. En 2023 fui la número 12 en meter los papeles… y ni así. Con el mismo promedio de excelencia, siendo sigma lamba desde que empecé la carrera, y nada. En 2024 también apliqué y no quedé. Ya me rendí.

Patricia Miranda, 31 años

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Patricia Miranda

¿Cuándo te graduaste de la escuela?

En 2010, en la Francisco Morazán en David, Chiriquí.

¿Sabías qué querías estudiar?

Sí. En 2011 me mudé a Panamá para estudiar Diseño Gráfico en la Usma, sin préstamos ni becas. Para pagar los primeros meses mi mamá, como pudo, consiguió recursos pidiendo a prestamistas y empeñando cosas y las pocas joyas que tenía. Mi mamá es asistente dental y mi papá no terminó la escuela y era transportista.

Pero luego decidiste pedir una beca…

Sí. Mi primera opción fue beca, porque tenía el promedio y podía sostenerlo. Nunca fracasé nada… terminé todo a tiempo. Pero me dijeron que no.

¿Con qué razón?

Que no había recursos. Que si queríamos aplicáramos a préstamos.

¿Y lo hiciste?

Sí. El préstamo demoró seis meses. Ibas con un papel, decían que faltaba otro. Llegabas con todo, decían que faltaba algo más. Pasaron cuatro meses más para que me lo aprobaran. Desde antes de obtener mi diploma entré a trabajar en un call center, y mientras estudiaba las últimas materias iba pagando el préstamo. Me gradué en 2015.

¿De cuánto era el préstamo?

Era de $15 mil. Para pasaje, transporte, comida y matriculas.

¿Tuviste algún problema con los desembolsos de ese préstamo?

Antes de graduarme mi plan de estudio cambió y tuve que agregar materias nuevas, y el Ifarhu nunca me quiso hacer un ajuste al préstamo. Podían hacer la reevaluación y el recálculo, pero me dijeron que no.

¿Por qué?

No me dieron detalles.

¿Ya terminaste de pagar tu préstamo?

No. Mensualmente pago $100 y pico, y siempre trato de poner más para salir de eso lo más rápido posible. Voy para 10 años y aún no he terminado. Tuve un periodo en 2018 sin trabajar, y en pandemia me suspendieron el contrato. No generaba ingresos. Y del Ifarhu me contactaron para hacerme citaciones legales y advertirme que me iban a poner una multa. Les expliqué que estaba sin trabajo, que no era que no quería pagar. Igual conseguí el dinero prestado para que no me multaran. Yo soy una persona cumplida, que paga a tiempo. Recuerda que aquí no pagas solo lo que pides, sino también los intereses. Y si dejas de pagar, se acumulan. Y cuando empiezas a pagar de nuevo estás pagando intereses para que entonces el resto vaya a saldo capital.

¿Has vuelto a pedir algún préstamo?

No, porque perdí la fe en la institución. Alguna vez pensé que era verdad que no tenían plata porque ayudaban a mucha gente. Hoy tengo claro que plata sí había, pero se usaba para corrupción y para pagar favores políticos. Y yo soy una persona corriente, sin contactos en la política para que me ayuden. La vida sigue, pero fue una enorme decepción.


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