La movida política de los días previos a la instalación de la nueva Asamblea Nacional se concentra en el tira y jala por el control legislativo. Con una vorágine de impugnaciones de por medio, el panorama aún es incierto. Reuniones aquí y reuniones allá. Encuentros secretos y públicos, mensajes vía chat, llamadas.
La bancada mayoritaria será la de los diputados independientes. Con 20 diputados, este grupo está en la cruzada para lograr la mayoría. Por otro lado, están los de Realizando Metas (RM), el partido que fundó Ricardo Martinelli. Luis Eduardo Camacho, diputado electo de ese grupo, busca el apoyo para erigirse como el próximo presidente. En el escenario también están los ocho diputados de Cambio Democrático (CD), otros ocho del Partido Panameñista y 13 del Partido Revolucionario Democrático (PRD).
Pero también están los dos representantes del Partido Popular, dos de Alianza y uno del Movimiento Liberal Republicano Nacionalista (Molirena), aunque estos últimos ya tienen bando: se irán con RM.
En la historia
El duelo por el control legislativo ha sido una constante en la era democrática de Panamá cuando ninguna de las fuerzas políticas ha tenido la mayoría legislativa. Es así como en distintos periodos han surgido pactos que han estado impregnados de negociaciones, reclamos y traiciones.
Uno de los primeros pactos se alcanzó en el quinquenio 1990-1994. Se concretó luego de la expulsión del Partido Demócrata Cristiano (PDC) del gobierno. El presidente Guillermo Endara perdió el control de la Asamblea, por lo que pactó con la oposición.
En abril de 1991, el PDC rompió con el gobierno y sus diputados se declararon en oposición y el presidente Guillermo Endara perdió el control de la Asamblea. Los diputados del PDC se declararon en oposición al mandatario.
En el gobierno de Ernesto Pérez Balladares (1994-1999), del Partido Revolucionario Democrático, este colectivo obtuvo la mayoría relativa con 33 de los escaños de la Asamblea. Pero sumó a otros del Partido Solidaridad para de esta manera tener de su lado 37 diputados. Más adelante se les unió el Movimiento Papa Egoró.
El famoso pacto de La Pintada
En la era de Mireya Moscoso (1999-2004), se consolidó un famoso pacto. La mandataria tenía de su lado 24 diputados, por lo que tuvo que negociar con sus opositores políticos.
El acuerdo fue entre el Partido Arnulfista, el Molirena, Cambio Democrático, el Partido Liberal Nacional, legisladores de partidos extinguidos y el PDC, con los llamados saltamontes
.Fue complejo. De acuerdo a notas publicadas por La Prensa, la legisladora Haydeé Milanés de Lay tenía la última palabra. El PRD le había ofrecido la presidencia de la Asamblea, pero el oficialismo le daba una vicepresidencia para que votara por Enrique Garrido, del PDC. Milanés, ante presiones de ambos bandos, votó por Garrido, quien presidió la Asamblea en ese período.
El analista político Edwin Cabrera vivió en primera fila ese momento político. Ocurrió en La Pintada (Coclé), y recuerda que nadie lograba obtener la mayoría.
Como consecuencia de eso, se nombró a Alvin Weeden como contralor, a Enrique Garrido como presidente de la Asamblea, a Pepe Gómez, del panameñismo, secretario general de la Asamblea; mientras que el propio Cabrera quedó como subsecretario.
“En efecto, Mireya Moscoso tuvo gobernabilidad en el primer año. Gobernabilidad no es aprobar todo lo que el Ejecutivo mande, sino ponerse de acuerdo en una agenda legislativa”, narró. Pero al segundo año, tres diputados decidieron no respetar el pacto, pero según Cabrera no fue por un tema de “agenda”, lo hicieron para “sacar a los del Partido Popular de los puestos de la Asamblea y pasar una factura política”.
Pacto Meta
Producto de ese momento, nació el llamado pacto Mejoramiento y Transformación de la Asamblea (Meta). “Tengo que reconocer que el pacto Meta también tenía una agenda legislativa, entre otros, el proyecto Cemis, iniciativa legislativa que fue devuelta al Ejecutivo con una cantidad de recomendaciones. El Ejecutivo las acogió, lo devolvió al Legislativo y fue aprobado por unanimidad, por eso es que yo nunca he terminado de entender el escándalo Cemis”, narró Cabrera.
Ese acuerdo enlazó al PRD con el PDC (hoy Partido Popular). La oposición se tomó la Asamblea con el hoy presidente de la República Laurentino Cortizo como presidente del Legislativo, quien era legislador del Partido Solidaridad (2000-2001) y, luego, con Rubén Arosemena (2001-2002).
De acuerdo con el analista, cuando los pactos se dan con base en una agenda legislativa, tienen sentido.
El transfuguismo
En el periodo 2009-2014 llegó al poder Ricardo Martinelli en alianza con el Partido Panameñista, lo que le permitió al oficialismo tener la mayoría legislativa de 42 diputados. Pero en agosto de 2011, tras el rompimiento de la alianza y la expulsión de Juan Carlos Varela de la Cancillería, Martinelli emprendió una táctica nueva: el transfuguismo.
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Al menos 20 diputados de distintos partidos e independientes se sumaron a las filas de Cambio Democrático (CD), el partido que fundó Martinelli. En el quinquenio 2009-2014, el Ministerio de Economía y Finanzas, comandado por Frank De Lima, repartió $416.5 millones en partidas circuitales a diputados. El 72% quedó en manos de los de CD.
Pacto de gobernabilidad
En el 2014-2019, con Juan Carlos Varela al mando del país, se firmó el llamado pacto de gobernabilidad. El acuerdo fue entre el Partido Panameñista y el PRD. Acordaron colaborar en temas de Estado, como “la descentralización municipal, una revolución educativa [y] auditorías forenses a todos los megaproyectos del gobierno que termina”.
Los partidos también prometieron trabajar en un “programa de seguridad ciudadana”, una reforma profunda al sistema de salud pública, y convertir en ministerio la Autoridad Nacional del Ambiente.
Pero el acuerdo quedó en el ojo de la tormenta porque investigaciones de este medio dejaron al descubierto las millonarias planillas abultadas de los diputados, los contratos secretos, entre otras prebendas para los hombres y mujeres encargados de elaborar las leyes del país.
Hasta el Instituto Panameño de Deportes fue penetrado por el poder de los diputados. “Era te vamos a aprobar todo lo que tú mandes, pero nos tienes que dar más, más y más contratos, que fue lo que vio el país. Allí es donde está el problema. La mayoría de las veces han sido pactos para llenarle la boca a los diputados, no para una agenda legislativa. Algunos vienen cazados: agenda legislativa, pero con contratos, becas, etcétera”, contó Cabrera.
Matrimonio PRD y disidentes de CD
En el gobierno de Laurentino Cortizo, el PRD logró mayoría con 35 diputados y apoyo de cinco más del Movimiento Liberal Republicano Nacionalista. Sin embargo, en la mayoría de las veces han contado con el apoyo de un grupo de 15 diputados de CD comandados por Yanibel Ábrego.
Ese matrimonio alcanzó hasta las elecciones del 5 de mayo. El PRD postuló a varios diputados de CD leales a la línea de Ábrego, quien intentó quitarle la presidencia de CD a Rómulo Roux, para aliarse con Martinelli, quien comanda el partido Realizando Metas. El PRD, RM, el Molirena y Alianza, del exdiputado José Muñoz, nominaron a candidatos a diputados y representantes.
Los velos y las prebendas
El analista Cabrera dice que la mayoría de las veces que el Ejecutivo y el Legislativo se han reunido, desde la época de Pérez Balladares hasta Cortizo, todas esas reuniones han sido secretas y han concluido “en más plata para los diputados”: partidas circuitales, contratos, descentralización paralela. También puso como ejemplo el pago a los diputados suplentes. “En el quinquenio de Endara ningún suplente cobraba ni un dólar, cuando llegó Pérez Balladares, empezó la fiesta con los suplentes cobrando”, recordó.
El presupuesto de la Asamblea actualmente sobrepasa los $200 millones.
Cabrera dice que una virtud que rescata de la reciente reunión del presidente José Raúl Mulino con la coalición Vamos, es el hecho de que fue pública. “Los medios estuvieron allí. Ellos dieron información, tanto Mulino como los diputados de Vamos, y tenemos una idea de lo que se habló”, narró.
Varios de los protagonistas de algunos de los pactos, siguen vigentes en la política criolla. Sus nombres resuenan en el Ejecutivo y en el Legislativo.
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