La rebelión de la granja en el PRD

La rebelión de la granja en el PRD


Orwelliano. Todos son democráticos pero unos son más democráticos que otros. La reserva “estratégica” de candidaturas a puestos de elección popular que no pasarán por el tamiz de la elección interna –que si es cosmética o no, es otro debate– eclipsa la controversia en torno al partido oficialista, el Partido Revolucionario Democrático (PRD), por estos días.

Un comunicado de la agrupación política, la más grande del país en términos de inscripción, confirmó que, en efecto, se reservarán algunas plazas para alianzas políticas. ¿Cuántas? No queda claro. Según Benicio Robinson, el diputado y presidente del colectivo, tienen derecho a reservar hasta el 40% de los candidaturas, pero “no reservarán más del 20%” de las mismas dijo en medio de la celebración del directorio nacional del partido en días pasados.

El mismo día de la reunión del directorio -el pasado 22 de enero- publicó en sus redes sociales sus “reflexiones” el ex presidente e hijo de Omar Torrijos, Martín Torrijos, quien llegó al ruedo político por el mérito de llevar el apellido del fundador de dicho partido. Un llamado algo tardío –dicen algunos – a rescatar el colectivo que fundó su padre y que ahora está “guiado por las ambiciones personales de sus dirigentes”.

Entre gatos, perros, toros, huevos y muñecos, lo que parece es que en el partido oficialista los liderazgos se están dirimiendo cada vez menos como debería hacerse en un partido político “revolucionario democrático” y cada vez más como en la Granja Animal de George Orwell, una novela en la que el autor entreteje la involución de una revolución animal que termina en una dictadura.

El cerdo de la granja, que no por casualidad se llama Napoléon, como Napoléon Bonaparte, acaparó el poder y consolidó su régimen autoritario por encima de los otros animales. Y aunque Orwell describía un régimen totalitario cuya analogía con lo que pasa actualmente en el PRD pueda sonarle extrema a algunos, la “traición a la revolución” de Napoléon tiene algunos paralelismos con lo que ha pasado en el partido torrijista desde su fundación.

El heredero político de Omar dice que “hoy existe una desconexión entre quienes dirigen el PRD y los miembros que lo integran”, y que “la democracia se ha debilitado, está secuestrada, restringida y en el PRD, a punto de desaparecer”.

Aunque Torrijos no pone nombre al artífice del secuestro que denuncia, no hay que hacer mucha retrospectiva para saber a quiénes se refiere.

Con el “Un PRD no habla mal de otro PRD”, la famosa frase que dijera el hoy presidente Laurentino Cortizo desde antes de llegar al poder, el Ejecutivo ha tratado de limar asperezas entre los miembros del colectivo, o al menos evitar que los trapos sucios se laven públicamente.

Pero es un hecho que el colectivo oficialista acumula varias renuncias muy públicas de alto perfil: la ex titular del Ministerio de Desarrollo Social durante el gobierno de Martín Torrijos, Leonor Calderón; el economista y asesor de Cortizo –hasta el día de su renuncia– David Saied Torrijos y el ex ministro de Economía y Finanzas durante la gestión PRD de 1994-1999, Fernando Aramburú Porras.

Por otro lado, el partido oficialista parece reservar duras “consecuencias” para los miembros que se han atrevido a criticar al gobierno en público, contraviniendo la máxima de Cortizo –”Un PRD no habla mal de otro PRD”– y de hacerlo en público. Tales consecuencias se cristalizaron en las últimas elecciones del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del partido, para Zulay Rodríguez por ejemplo, quien denunció “compra de votos” para su oponente a la Secretaría de la Mujer. La diputada oficialista es una dura crítica de la dirigencia de su partido, a quienes acusó hace meses de guardar puestos para asignar candidatos “de a dedo” para los cargos a disputarse en las próximas elecciones, situación que según ella, la llevó a inscribirse por la libre postulación sin renunciar al colectivo.

Por otro lado, el ex secretario general del colectivo, Pedro Miguel González, quien perdió la posición en las mismas elecciones del CEN, también ha criticado algunas acciones del gobierno actual desde su comienzo, ganándose la malquerencia pasivo-agresiva del Ejecutivo, quien en la puerta de la elección del CEN, incitó y apoyó la postulación del ex diputado de la Asamblea y hoy miembro del Parlamento Centroamericano (Parlacen), Rubén de León, un delfín que se mueve entre las aguas del Ejecutivo y el Legislativo. En varias entrevistas reiteraba que, el de Cortizo, no era un gobierno PRD sino “un gobierno de algunos miembros del PRD”.

Si bien en el partido han confluido varias corrientes y con ellas los choques correspondientes, es la primera vez que las renuncias de miembros que ocuparon altos cargos en este y pasados gobiernos PRD, se dé en medio del mandato de su propio partido. La premisa compartida de quienes han renunciado: no verse asociados al mismo o que el PRD “ha perdido el norte”.

Un norte perdido según David Saied, quien militó por 20 años en el partido, porque “una cúpula con enfoque clientelista y énfasis electorero se ha tomado control del partido”. No hay discusiones ideológicas o de políticas públicas según el economista. En cambio, solo están viendo “cómo se consiguen recursos para política, cómo se sigue con el clientelismo y cómo se ganan las elecciones”, con recursos que “pensamos que son del Estado”. Con lo anterior, Saied se refiere especialmente a nombramientos dentro de la Asamblea, pero además a los del aparato estatal, para lograr adherencia o clientes que voten por ellos en 2024. “Ese no es el objetivo de los recursos públicos” criticó.

Saied también apuntó a que “por primera vez” el partido de gobierno no está en manos del presidente, algo que a Cortizo le será difícil: tener a un partido “semi en contra”.

El economista Fernando Aramburú Porras también coincidió con que el PRD “ha perdido el norte”. Se distanció de la dirigencia porque no comparte “los ideales que profesan”, dijo en entrevista previa al tiempo que se mostró poco optimista con el cambio porque se necesitaría renovar los cuadros que se han llenado de “gente que solo piensa en clientelismo”. El partido, reiteró el ex ministro, está controlado por los diputados.

El PRD se fundó el 11 de marzo de 1979 bajo el abrigo de Omar Torrijos Herrera, entonces jefe de la Fuerzas Armadas y tras la firma de los Tratados Torrijos Carter, que incluían la vuelta paulatina al país de los procesos electorales y los partidos políticos. Según el abogado José Dídimo Escobar, miembro fundador del PRD, desde hace mucho rato el partido fue penetrado por una “conducta leseferista [dejar hacer, dejar pasar] que conspiró contra la formación ideológica”. El PRD tiene un déficit grande de cuadros que salgan a defender al gobierno, que hoy se ha convertido en “vocero de los sectores privados y de las mafias”, acotó al tiempo que dibujó un partido que abandonó las ideas torrijistas como el ideal de un país para todos, el uso más colectivo posible de los bienes nacionales, un Estado fuerte y el poder distribuido en las capas medias. “Es un partido que nos está llevando al precipicio moral” lamentó.

Lo cierto es que, con sus altas y bajas, el PRD sigue siendo la fuerza política más grande en Panamá: aglutina más de 700 mil adherentes en un país donde el 55% de la población está inscrita en partidos políticos. Lo que terminará quedar al descubierto en las próximas elecciones es la solidez o la fragilidad de lo que los une. Por ahora, desde afuera, se ven muchas grietas.

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