Como odontólogo especialista en periodoncia, cuando me llegaba un paciente con dolor o malestar en la boca, inmediatamente investigaba la causa del dolor o malestar; de lo contrario, no podría aplicar el tratamiento correcto y, en consecuencia, no se resolvería el problema del paciente.
Hoy, el Sistema de Pensiones de la Caja de Seguro Social (CSS), denominado Programa de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM), tiene un gran “dolor” que también podríamos llamar problema. Se trata de un dolor que ha sido analizado por muchos que han salido a indicar el tratamiento. Sin embargo, todas las recetas brindadas se han presentado sin hacer una investigación de las causas fundamentales del problema.
La causa fundamental del déficit de IVM es la situación demográfica existente en Panamá; algo que sufren por igual los demás países. Cuando se crean los sistemas de pensiones, al final del siglo XIX en Europa y en Panamá en 1941, la población trabajadora era abrumadoramente mayor que los adultos mayores.
La evolución en Panamá se produjo de la siguiente manera:
En otras palabras, la solidaridad intergeneracional dejó de existir hace rato, y la proyección para el año 2050 es que esa proporción sería de 1.79 cotizante por 1 pensionado. Y en realidad, el año 2050 está a la vuelta de la esquina. Hace nada celebrábamos la llegada del año 2000 y ya estamos en el 2025.
La otra causa de la crisis que atraviesa el IVM, es que en los años 1940, 1950 y 1960 del siglo pasado, los pensionados vivían tras pensionarse un promedio de 10 años. En consecuencia, los 20 años que cotizaban, así como los intereses que ganaban esos aportes, cubría ese tiempo de vida.
Hoy, con los avances de la ciencia, los hombres viven un promedio de 21 años más después de pensionarse y las mujeres 28 años más. Se trata de un logro de nuestros tiempos que permite tener con nosotros a los abuelos y en algunos casos, a los bisabuelos. Sin embargo, ese avance de la ciencia que permite que vivamos más, ha hecho que el mundo entero haya tenido que replantear sus sistema de pensiones.
La realidad es que los aportes que hacemos al sistema durante los años en que se cotiza, no cubren los años en que los pensionados recibirán su jubilación. Veamos un ejemplo: una persona que inició su vida laboral en mayo del 1971 y terminó labores en abril del 2010, acumuló en concepto de cuotas e intereses $208,527.00. A partir de mayo de 2010 cuando se jubiló y hasta diciembre de 2024, $440,000.00. Es decir, en 14 años y 7 meses de pensión, ha recibido $231,473.00 más de lo que aportó con sus cuotas durante sus años de trabajo.
Todos los que tenemos más de 70 años de edad y que recibimos una jubilación, ya hemos recibido más de lo aportado. El 46% de los pensionados, tenemos más de 70 años de edad.
Con relación a las llamadas medidas paramétricas, en esencia son tres: edad, tiempo de cotización y cuota obrero-patronal. Todas han tenido que ser aumentadas en todos los países. En la propuesta presentada por el Gobierno, solo se modifican dos de ellas: la cuota patronal y la edad de jubilación.
Yo me jubilé a los 62 años, como se estableció en la reforma del presidente Guillermo Endara. En consecuencia, he recibido más de $231,000. De no haberse reformado la ley en 1992, me hubiera jubilado a los 60, como lo establecía la ley previa, y ya habría recibido más de $291,473.00.
De no haberse hecho esa reforma, el déficit del IVM sería de más de 5,000 millones de dólares. Esto explica claramente el impacto positivo para IVM, que tendría el aumento de 3 años en la edad de retiro, a los que le faltan más de 7 años para pensionarse.
En los siguientes países, la edad de pensionarse es igual para mujeres y hombres. Se trata de Perú, 65 años; Costa Rica, 62 años, con 25 años mínimo de cotización, mientras que la edad en Uruguay es de 60 años, pero con 30 años mínimo de cotización. En otros países como Brasil, Argentina, Chile y Colombia, las exigencias de edad, tiempo de cotización y cuotas son mucho más altas.
Señores, el “dolor” que tiene el IVM es porque retiramos más de lo que aportamos y el tratamiento correcto es el aumento de la edad de jubilación y la cuota patronal, sumado a aportes millonarios de parte del Estado. El no cambio de la Ley de la CSS, cada nuevo cotizante le produce un déficit al programa de IVM. Entiendo la reticencia de los diputados en aprobar esta medida, pero de no hacerlo se estará aplicando el tratamiento equivocado, y el paciente retornará en poco tiempo, y en situación aún más grave.
El autor es odontólogo.