Una llamada inesperada

Una llamada inesperada


Graco, la marca de productos mobiliarios infantiles; Mattel, el fabricante de juguetes más grande del mundo; y Nissan, uno de los mayores productores de autos japones, atravesaron un tedioso y común proceso recientemente.

Las tres marcas representan a grandes y exitosas empresas, pero más allá de esta obvia similitud, en estos días –precisamente cuando el consumo está en su pico más alto– han tenido que salir al mundo con un altoparlante para decir que algunos de sus productos pueden representar algún riesgo para los consumidores. Esta sospecha activa una alerta a nivel internacional que termina en el famoso recall.

No se trata de un anuncio para retirar masivamente productos del mercado, sino de un llamado a revisión de mercancía que es inspeccionada ante un posible problema. En muchas ocasiones sirve para descartar futuras complicaciones, pero que por ningún motivo debe ser subestimada.

En la mayoría de los casos, cuando una empresa hace un recall es porque el aparente peligro para los consumidores es alto y no quieren arriesgarse a perder la confianza y credibilidad de los compradores.

Nissan, por ejemplo, reportó que llamaría a revisión 2.14 millones de vehículos construidos en seis países, entre ellos Japón, Estados Unidos y España, para reparar un posible fallo en el sistema eléctrico del motor. En Panamá, el llamado incluyó a 34 modelos Tiida.

En otros casos las compañías deciden hacer un retiro voluntario, tal como ocurrió con Graco y sus modelos de coches infantiles Quattro y MetroLite, vendidos entre 2003 y 2005, porque aparentemente cuando los niños menores de un año no son atados correctamente a la silla, pueden deslizarse de manera que su cabeza queda atrapada entre la bandeja y el asiento del cochecito, con el consiguiente riesgo de estrangulamiento.

Algo similar sucedió con Mattel en octubre pasado. Justo cuando en todo el mundo los niños empezaban a hacer la lista de juguetes que quieren recibir para la época navideña, la compañía hizo el retiro preventivo de algunos de sus productos bajo el sello de Fisher-Price y cuya distribución incluía a Panamá.

Mattel había confirmado que en Panamá fueron distribuidos los triciclos, sillas altas, Little People Wheelies Super Rampa de Vuelta y productos infantiles con pelotas inflables que podrían provocar cortaduras y asfixia. Los comerciantes en el país advirtieron que no se trataba de una retirada obligatoria, por lo que reemplazarían las piezas que aparentemente representaban una amenaza.

En todo caso, lo primero que debe hacer el consumidor de un producto que ha sido reportado con posible defectos es acudir a la empresa distribuidora en que lo adquirió.

La Ley 45 del 31 de octubre de 2007 –que dicta medidas de protección al consumidor– le ofrece opciones a las personas. Una de ellas es exigir la devolución de las sumas pagadas, y la otra, es pedir un artículo similar al adquirido en caso de que el primero reporte alguna falla.

Sin embargo, los consumidores también deben poner los pies en la tierra y no exigir un producto nuevo cuando el que tienen funciona a la perfección y ha salido airoso después de un recall.

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