Basta con pronunciar su nombre y surgen todo tipo de reacciones. ¿Una prueba? Fíjese: María Eugenia Gearbaud de Guardia.
“¿La del río Pacora?”, salta uno. Y estalla en risas.
Sí, esa misma: María Eugenia Gerbaud de Guardia.
Hace muchos años, recién pasada la invasión, su nombre empezó a conocerse en los medios, y quizás uno de los primeros que la escuchó fue el ya fallecido periodista Herasto Reyes.
Bajo y flaco, con su barba única y su infinita solidaridad, Herasto fue quizás uno de los que más paciencia le tuvo. Sí, paciencia.
Porque, como dice la ambientalista Raisa Banfield, “a veces ella ha podido parecer asfixiante” porque no hace sino hablar del río Pacora, de las extracciones de arena y piedra, de la corrupción, de la politiquería, de la tragedia ecológica que desde hace 19 años vive y sufre con toda su alma y carne... Mientras la gente a su alrededor parece ir dejándola sola.
“Permanece sola porque como que no la entienden y no logra apoyo, pero su esfuerzo es tenaz...”, agrega Banfield.
María Eugenia es una mujer madura con voz grave, que sigue apoderándose de la grabadora del periodista cada vez que se le entrevista.
Poco antes de las fiestas de Año Nuevo de 2010 estaba recordando el principio de su lucha. Justamente el 30 de diciembre de 1991 empezó a tratar de salvar el río Pacora, pero 19 años después es poco lo que ha logrado.
¿Eso no la frustra?
Hemos hecho 36 manifestaciones y los pueblos están agotados... Sabemos que hay corrupción y es por gusto que nos desgastemos pidiendo justicia.
El 30 de diciembre de 1991 ocurrió, como ella misma lo dice, ese “hecho insólito” que cambió para siempre su vida.
Vecina de siempre de Pacora, María Eugenia cuenta que su padre compró una finca a orillas del río Cabobré –afluente del río Pacora– cuando ella estaba por nacer. Era una finca de 500 hectáreas, con reses, una destiladora y un pozo siempre rebosante de agua.
A principios de los 90 empezó a notar cómo una empresa –Inversiones y Minerales S.A.– extraía material de las “orillas del río nuestro”, y fue a manifestar su enojo con los moradores de Pacora.
Al hacerlo recibió una respuesta que la dejó fría: “Shahanni es peor”.
“Y entonces me asomé [al río Pacora] y me di cuenta del desastre”, relata ahora.
Decididos a defender sus fuentes de agua, los pacoreños organizaron una gran protesta. Miles de individuos se plantaron en la Panamericana para exigir el cese de la extracción ilegal, y cuando las autoridades llegaron a buscar al vocero, todos señalaron a “la doñita”.
Fue así como Gerbaud de Guardia se convirtió en la defensora incansable del río Pacora.