DESENCUENTROS. Ayer, en la presentación del plan de trabajo de la nueva junta directiva de la Corte Suprema, coincidieron Ricardo Martinelli y Ana Matilde Gómez. La Procuradora evitó al Presidente como si fuera la gripe A(H1N1). Pero aún así, este se le acercó y le extendió la mano. Solo faltó el beso de Judas. El personal de protocolo, en cambio, actuó con más prudencia: como a Gómez le tocaba sentarse al lado del Procurador de la Administración, Oscar Ceville, alguien oportunamente decidió acomodar entre ambos a la secretaria administrativa del Órgano Judicial. Del otro lado, Gómez tenía a Arturo Hoyos y, después de este, a José Troyano, ex magistrado y amigo del Toro. Más lejos, repartidos en otras filas, estaban Yuto Herrera y Ronier Ortiz, abogados de David Murcia y también denunciantes de Gómez, y a Helios Navarro, gerente de Cirsa Panamá. Con encuentros así, a la Procuradora podría haberle tocado un encierro de San Fermín en pleno mes de enero.
INVENTO. Ahora dicen que Bosco Vallarino quiere viajar a Europa del Este, a conocer un parque jurásico. Debe dejar de pensar en viajes y parques de diversión, y en su lugar montar un “basurosaurio”. Algunos desperdicios tienen tanto tiempo de estar tirados en la calle, que ya hasta parecen fósiles.