ANTI CARNAVAL. Lo que comienza mal, termina mal. Los carnavales capitalinos, que desde el primer día que los mencionaron fueron motivo de discordia (por la ruta, por los organizadores, por los costos, etc...), han terminado siendo lo que muchos pronosticaron: deslucidos y llenos de irregularidades. Ayer, hasta se llevaron al presidente de la junta organizadora (no oficial) del Carnaval, Carlos Arias, por descubrir que tenía un local dentro del culecódromo que vendía licor a menores de edad. En los muy pobremente concurridos culecos del sábado, estaban cobrando un dólar de entrada, en forma ilegal. El ministro de Turismo, Salo Shamah, le dijo a Arias que tenía que devolver el dólar a los que lo pagaron, pero como todavía había gente quejándose, le tocó a él meterse la mano en su propio bolsillo, para atender el reclamo de los quejosos. Este sí es un Carnaval de locos.
FARSA. Martín Torrijos, junto a su esposa Vivian y el ex embajador en la ONU Juan Pepa Castillero, se fue a carnavalear a Ocú, a casa de Idis Castillero, gerente de Apsa, empresa que en su gobierno obtuvo una renovación directa de su concesión de tanques de combustible (negociación que Martinelli suspendió). Cualquiera habría pensado que ahora que los viajes los tienen que pagar con plata de su bolsillo, están amainando las escapadas a República Dominicana y Nueva York.