Sin pistas no hay paraíso

Sin pistas no hay paraíso


Alonso Edward tuvo que repetir con otra hazaña internacional en el atletismo, para que los medios de comunicación, el público y el Gobierno se dieran cuenta de lo olvidada que se encuentra esa disciplina deportiva, que es la que más gloria le ha dado al país en las olimpiadas.

En 1948, Lloyd LaBeach le había dado a Panamá dos medallas (bronce) en la olimpiada de Londres, y sesenta años más tarde, Irving Saladino le dio su primera diadema de oro en Beijing 2008.

El mes pasado, Edward consiguió una presea de plata en el mundial de atletismo de Berlín, en otra proeza de esta disciplina.

Edward aprovechó la ocasión cuando el presidente Ricardo Martinelli lo llamó por teléfono a Berlín para felicitarlo, para pedirle que construyera una pista, haciéndose eco del clamor de los atletas que practican esta disciplina a lo largo y ancho de toda la República.

Los dos atletas panameños tuvieron que ganar algo para que todos echáramos una mirada, por ejemplo, a la miseria en que se encuentran el estadio Armando Dely Valdés de Colón de donde es oriundo Saladino, y el Juan Demóstenes Arosemena, donde Edward practicó en su niñez.

Los triunfos de Saladino y Edward corroboraron lo grande que es este deporte en Panamá, que hoy está olvidado y penosamente sin una infraestructura.

El pasado gobierno de Martín Torrijos hizo mejoras a varias infraestructuras deportivas, pero no hubo nada para el atletismo.

El estadio Rommel Fernández tuvo una pista de tartán que en su momento ayudó al atletismo pero finalmente se deterioró porque fue pro mundi y beneficio. Nadie la cuidó y mucho menos los del fútbol. Todo el mundo caminaba en ella como Pedro por su casa.

La pista del Armando Dely Valdés fue una caricatura de pista con un maquillaje que poco duró además de que no reunía la medida reglamentaria.

La constante en Panamá siempre ha sido hacer atletismo en pista de arenilla o en potreros como sucede en el interior.

Antes de Ricardo Sasso, actual presidente de la Federación Panameña de Atletismo, esta disciplina se practicaba de enero a diciembre. Ir a un evento de atletismo en los tiempos del desaparecido Walter Amadee (ex presidente de la federación de atletismo) era fascinante y en ella convergían todas las provincias, las coberturas en los medios, principalmente los impresos, eran de páginas enteras.

Con Sasso se redujo considerablemente la programación anual de sus actividades por el problema de la falta de presupuesto del Inde, hoy los compeonatos nacionales no son ni la sombra de lo que fueron en otros tiempos, pero gracias a la constancia de algunos entrenadores, ex atletas y dirigentes se ha mantenido viva la llama del atletismo.

En el país siempre ha habido buenos atletas, pero una gran mayoría no tuvieron la suerte de contar con un apoyo gubernamental como el que tuvo Saladino ni la suerte de buscar mejores horizontes en otro países, que no fuera Puerto Rico, donde un número de buenos atletas que han sido becados por una universidad puertorriqueña han desaparecido del plano deportivo.

Afiliados a Sudamérica

El atletismo panameño, a diferencia del fútbol, pertenece a la Confederación Sudamericana de Atletismo que aglutina a 13 federaciones. Sin embargo participa masivamente en eventos de Centroamérica.

Por las polvorientas pistas panameñas han pasado atletas de la talla del colonense Florencio Aguilar, uno de los entrenadores de Irving Saladino, su coterráneo Héctor Daley, el recordado José Barahona y muchos otros que tenían aptitudes para haber llegado más lejos, pero las condiciones de su época fueron su principal barrera.

Muchos atletas juveniles han brillado pero, como en otros deportes, han tenido que cambiar su estilo de vida para hacerle frente a sus estudios o al trabajo.

Dejan el atletismo porque no ven futuro, no cuentan con el apoyo y se retiran en la plenitud de sus condiciones. Sumándose a ello la falta de una buena pista.

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