A las 10:10 p.m. del 19 de diciembre de 1989, Guillermo Endara recibió una llamada telefónica del entonces presidente de Estados Unidos, George H. W. Bush. La llamada duró 10 minutos. Una hora y 25 minutos más tarde, sonaban los primeros estruendos del ejército estadounidense en suelo panameño, que pondría fin a 21 años de dictadura militar.
La Casa Blanca llevó un meticuloso archivo de las conversaciones y reuniones entre funcionarios y oficiales estadounidenses con los panameños. Endara y Bush, para el momento de la invasión, habían conversado por teléfono más de tres veces desde el fraude electoral de 7 de mayo de ese mismo año.
Sin embargo, para la última llamada previa a la intervención militar, la Casa Blanca no reportó el usual documento de transcripción de lo que hablaron los presidentes. En este caso, existe solo un documento como “constancia” de que la llamada se dio. “Dec. 20 1989. El presidente llamó a Endara. Iniciada a las 10:10. Terminada a las 10:20; Pacell monitoreó. Presidente en la Casa Blanca”, es todo lo que dice el documento escrito a máquina.
El mismo está archivado en el George Bush Library y es parte de los documentos desclasificados que se publicaron esta semana en los Panamá Files, un trabajo liderado por por el colectivo de periodistas Concolón, en alianza con la Comisión del 20 de diciembre de 1989 y el Centro de Derechos Humanos de la Universidad de Washington.
Según documentos oficiales, la invasión estaba supuesta a iniciar a la 1:00 a.m. del 20 de diciembre de 1989. En Panamá, se reportó que la intervención inició a las 11:45 p.m. del 19 de diciembre. A medianoche, Endara y sus dos vicepresidentes, Ricardo Arias Calderón y Guillermo Ford, tomaron posesión en una base militar americana en la antigua Zona del Canal.
Horas más tarde, en la madrugada del 20 de diciembre, Bush hizo varias llamadas a jefes de estado de la región. Por una hora Bush estuvo en el teléfono en lo que sería el comienzo de la campaña diplomática para conseguir reconocimiento y apoyo al gobierno de Endara una vez Noriega fuera capturado. Bush empezó por el primer ministro canadiense, Brian Mulroney, con quien habló por ocho minutos, según la transcripción.
Lo primero que Mulroney le preguntó a Bush fue cuántas tropas habían enviado, luego de que éste le asegurara que tomó la decisión de invadir, tras un “esfuerzo concertado para tratar de solucionar las cosas de manera bilateral y diplomática”. El presidente respondió que habían “unas 18,000” tropas estadounidenses en Panamá. “Odio mandar a los niños a combate”, dijo Bush.
Su siguiente llamada fue a su otro vecino, al presidente mexicano Carlos Salinas. Esa interacción duró ocho minutos, según los registros. “Esta acción va en contra de nuestros principios”, manifestó Salinas, luego de que Bush le explicara su razonamiento para la invasión.
Carlos Andrés Pérez, el presidente venezolano en ese momento, fue el siguiente en recibir una llamada. “Estamos muy consternados por la razón por la cual nos está llamando”, manifestó Pérez de inmediato. Bush le explicó que la muerte de militares estadounidenses y la “declaración de guerra de Noriega” no le dejaron otra opción.
Finalmente, Bush llamó al presidente de Argentina, Carlos Menem, quien hasta el momento no estaba enterado de lo que pasaba en Panamá. En la llamada, Bush admite que trató de hacer “un par de otras llamadas”, pero no consiguió respuesta en algunos de los casos. Menem es el único que no parece estar molesto o preocupado por la intervención militar. “Por favor, déjeme saber si hay alguna misión que pudiera llevar a cabo. Quiero ser de ayuda”, se ofreció Menem.
Para las 5:00 a.m., reportes internos de Estados Unidos aclaraban que no se sabía del paradero de Noriega de momento y que el ejército había sufrido cinco bajas. Reportaron, además, 12 muertos en las Fuerzas Panameñas de Defensa, disparos esporádicos a la embajada en Panamá. Faltarían todavía 12 días para que Noriega se entregara a los estadounidenses.