La Unidad de Inteligencia del Servicio Nacional de Fronteras (Senafront) ha identificado a José Vega Alvará, alias Monseñor, como la mente criminal detrás de las operaciones del Clan del Golfo en la selva del Darién.
Según fuentes de seguridad, alias Monseñor no solo controla las rutas del tráfico de migrantes que cruzan la frontera entre Panamá y Colombia, sino que también dirige una red de narcotráfico y extracción ilegal de oro. Su influencia se extiende a lo largo de los pasos clandestinos de la selva, donde impone su ley mediante la violencia y la corrupción, convirtiendo la región en un corredor estratégico para el crimen organizado.
Esta semana, agentes de Senafront llevaron a cabo un operativo en la cabecera del río Tuira, a siete kilómetros de la frontera con Colombia, donde desmantelaron varios campamentos dedicados a la extracción ilegal de oro. Las primeras investigaciones apuntan a que detrás de esta operación estaría José Vega Alvará. Pero, ¿quién es este personaje que desafía a los organismos de seguridad de Panamá y Colombia?

Según reportes de medios colombianos como El Tiempo y El Colombiano, alias Monseñor es uno de los jefes criminales más buscados en la región fronteriza entre Colombia y Panamá. Su historial delictivo se remonta a su paso por las autodefensas colombianas, de las cuales se desmovilizó antes de unirse a las bandas criminales que luego convergieron en la estructura del Clan del Golfo.
Hoy, con cerca de 50 años, lidera una de las células armadas de la organización, al mando de unos 120 hombres que operan en la zona selvática del Darién y el Urabá. Su influencia se extiende a través de rutas de narcotráfico, tráfico de migrantes y minería ilegal, consolidándose como una pieza clave en el esquema criminal del Clan.
El Ejército colombiano lo responsabiliza por múltiples crímenes, entre ellos el asesinato de dos funcionarios de la Unidad Nacional de Protección (UNP), cuyos cuerpos fueron hallados flotando en el río Atrato en 2019. Desde entonces, su nombre ha estado en la mira de las autoridades de Colombia y Panamá, que lo identifican como uno de los principales artífices de la violencia en la región.
Sin embargo, su dominio en el territorio sigue intacto, protegido por la selva y la red de corrupción que alimenta su poder. Para las fuerzas de seguridad, capturarlo es una prioridad, pero, en la geografía hostil del Darién, alias Monseñor sigue moviendo los hilos del crimen con la misma impunidad que le ha permitido sobrevivir durante décadas.

Esta figura criminal del Clan del Golfo también ha sido vinculada al asesinato del líder indígena y defensor de derechos humanos Aquileo Mecheche Baragón, ocurrido en Riosucio en 2018. Mecheche, de 52 años, era una de las voces más firmes en la defensa de los territorios indígenas del Chocó, una región marcada por la violencia y la presencia de grupos armados ilegales en Colombia.
Su liderazgo fue clave en la minga del Chocó, una movilización en la que más de 400 indígenas viajaron hasta Bogotá para exigir garantías de seguridad y condiciones dignas para sus comunidades. Sin embargo, su lucha lo convirtió en un objetivo para las organizaciones criminales que buscan el control del territorio.
El crimen de Mecheche, junto con el asesinato de un menor de edad en la misma localidad, refleja la brutalidad con la que opera el Clan del Golfo en la región. La vinculación de alias Monseñor con estos hechos refuerza su perfil como un actor clave en la represión violenta contra líderes sociales y comunidades indígenas que se oponen al dominio de los grupos criminales.

Ahora, con el reciente hallazgo de uno de los campamentos más grandes de extracción ilegal de oro por parte de Senafront y el tráfico de miles de migrantes al mes, queda claro que este personaje, quien es uno de los rostros del Clan del Golfo, envía un mensaje de confrontación desde el corazón del Darién. Su presencia evidencia el avance del crimen organizado en un territorio donde la densa vegetación y la falta de presencia estatal juegan a su favor.