Siendo apenas una joven pareja de novios, Roxana y Álvaro Flores, aparte del afán laboral, tenían una activa vida social. Esa situación cambió con la llegada del matrimonio y los nuevos compromisos económicos.
Álvaro recuerda cómo las fiestas de fin de semana y los viajes fueron disminuyendo “hasta casi desaparecer cuando creció la familia”.
Pero lo que más lamenta la pareja es que ni el tiempo ni los ingresos alcanzan para tener momentos de diversión con sus hijos, pues cada salida, por sencilla que sea, resulta costosa.
La situación de los esposos Flores se repite en otros hogares. De acuerdo con José Canto, asesor financiero personal, el panameño sigue una mentalidad consumista y no planifica sus gastos. “Pocos incluyen el renglón de entretenimiento familiar dentro de su presupuesto”.
Los bancos lo consideran un gasto “superfluo”, y no es tomado en cuenta entre los gastos fijos con que se debe cumplir al momento de evaluar un crédito, comentó.
A una consulta no científica hecha en prensa web, el 58% de los participantes dijo no incluir en su presupuesto familiar gastos de entretenimiento. El comentario generalizado de quienes opinaron fue que los ingresos no alcanzan para tanto.