Santana González, oriundo de la comunidad de Sofré (Coclé), viajó a pie 2 horas con 45 minutos para atravesar el sector montañoso que une el poblado de El Águila con La Estancia para llegar a El Valle de Antón, con el fin de trasladar las piezas de bellotas transformadas en valiosas artesanías y que traía acomodadas en pequeñas cajas listas para la venta.
La travesía la hizo a pie porque en Sofré no hay medio de transporte ni carrete- ra que conecte directamente con El Valle de Antón.
Su objetivo era llegar un día antes de la inauguración de la segunda Feria Artesanal y Folclórica que realiza el grupo Artesanos Unidos de El Valle de Antón.
Santana mira con esperanza su oficio, que le permite moldear clásicas artesanías de su región utilizando la fibra vegetal llamada bellota. “Para ir a la feria saqué voluntad y me preparé con una variada colección de piezas (dos meses antes del evento) para demostrar que en las regiones más apartadas de Panamá hay un folclor puro y sin matices”, explicó el artesano.
El Valle de Antón se tiñó de lujo al recibir a unos 20 artesanos y a un centenar de animadores del folclor, especialmente niños.
Sus piezas son exclusivas y diseñadas en vistosos colores que reflejan la armonía entre los oficios de los hogares y sus accesorios. Santana elabora canastas tejidas en diferentes formas y estilos para colocar el pan, las frutas, y otras vasijas propias de una cocina panameña.
En medio de las historias que guardaban los artesanos y animadores del folclor, El Valle de Antón y el grupo de Artesanos Unidos desempolvó viejas costumbres folclóricas que se pierden en las regiones por falta de eventos para demostrarlas.
Luis Leira, presidente del comité organizador y miembro del grupo de Artesanos Unidos de El Valle, añadió que la feria fue auspiciada por varias empresas y dueños de hoteles. El apoyo de las empresas sirvió para brindar la alimentación a cientos de niños que vestían sus atuendos folclóricos y que representaban lugares como Mata Ahogado, Los Cerritos, Los Llanitos, La Compañía, La Reforma, Membrillo, Caimito, Chitré y Penonomé.
Los hoteles hospedaron a los visitantes extranjeros.
Leira aclaró que el festival folclórico solo tiene la intención de rescatar las tradiciones de los pueblos y aprovechar, de paso, la llegada de los turistas para que se lleven un recuerdo artesanal o algún producto agrícola que se cultiva en El Valle de Antón.
Unos 20 artesanos y un centenar de animadores del folclor animaron la feria, y a través del baile demostraron parte de las tradiciones folclóricas de Panamá.
La destreza de los niños al exhibir sus atuendos típicos con elegancia durante las presentaciones, y el entusiasmo de la gente de la tercera edad sacaron aplausos del público, que miraba desde sus asientos en un espacio del mercado público, expresiones del folclor a través de los bailes regionales.
María Delgado, madre de una de las niñas vestidas de pollera y que viajó desde el sector de Mata Ahogado, en San Carlos, destacó que la participación de los niños en esos eventos culturales es el semillero para que no muera el folclor de los pueblos.