Un día, mientras estaba recluido en un campo de concentración alemán, Simón Wiesenthal fue conducido hasta el lecho de un miembro de la SS que estaba a punto de morir. Atormentado por los muertos que poblaban sus últimas horas, el soldado quería confesarse y obtener la absolución de labios de un judío.
Este extraño encuentro y el dilema que le produjo hablan por sí solos de la personalidad y lo profundo del pensamiento de Wiesenthal, un hombre de acción –logró llevar a los tribunales a mil 100 criminales nazis– que además supo como pocos dejar sentadas las diferencias entre justicia y venganza.
Porque Wiesenthal, recluido en un campo de concentración y ante su propio verdugo, decidió darle calma a su muerte. Aunque luego de terminada la guerra se lanzara a cazar genocidas con toda la fuerza que le quedaba, acuñando una frase que ya forma parte de la historia de la humanidad: "No hay libertad sin justicia".
Su vida
Wiesenthal nació el 31 de diciembre de 1908 en Buczacz, un pueblo que hoy pertenece a Ucrania.
Estudió y se instaló como arquitecto en Praga en 1932 y ejerció su profesión hasta 1941 cuando fue detenido por la ocupación alemana de Checoslovaquia.
Luego vino el infierno nazi y fue testigo de algunos de los momentos más oscuros de la historia de la humanidad: Wiesenthal pasó por 12 campos de concentración durante cuatro largos años. Varias veces intentó suicidarse cortándose las venas y calculó que 89 miembros de su familia murieron en manos alemanas.
En cada uno de los centros donde estuvo confinado, Wiesenthal tomó nota de los criminales nazis que participaban del genocidio. Por eso, una vez que las fuerzas aliadas lo liberaron, comenzó una tarea silenciosa que con los años le daría fama mundial: se largó a recorrer el mundo para buscar a los asesinos que había visto con sus propios ojos.
En 1947 fundó el Centro de Documentación Judío y en 1954 dio un golpe inolvidable. Localizó en Argentina a Adolf Eichmann, el ideólogo del genocidio.
Pero el tiempo...
Pasa el tiempo. Hasta para los mejores. Sí, la leyenda se apagó a los 96 años, en Viena. Hacía poco más de dos años que le había anunciado al mundo que la tarea a la que le había dedicado la vida ya se había terminado: "a los asesinos de masa que he perseguido los he encontrado y los he sobrevivido a todos" señaló.
"Wiesenthal desempeñó un papel decisivo para que los sobrevivientes tuviesen un cierto sentido de justicia", destacó Christoph Heuner, vicepresidente del Comité Internacional de Auschwitz en Berlín.
LOS NÚMEROS DE UNA VIDA
.12: Campos de concentración a los que sobrevivió Wiesenthal durante el infierno nazi.
.58: Fueron los años de su vida que dedicó a la "caza" de criminales de guerra alemanes. "Justicia, no venganza" era su lema.
.89: Fueron los miembros de su familia que murieron durante el Holocausto.
.1100: Es la cantidad de criminales que logró detener.
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