Alrededor de 9 mil migrantes que entraron de forma irregular al país por el tapón del Darién, en su mayoría venezolanos, se encuentran en Panamá ahora en una especie de limbo y angustiados por su porvenir luego de que Estados Unidos anunciara que serán deportados una vez traten de cruzar la frontera y en el futuro no serían elegibles para entrar a ese país.
Pero este número podría ser mucho mayor. Por ejemplo, este sábado en el albergue de Lajas Blancas en Darién solo había 73 personas, pero en un solo día llegaron mil 500 personas, según pudo constatar un grupo de estudiantes de derecho de la Universidad Santa María la Antigua (Usma) que estuvo este sábado 15 de octubre en el área llevando ayuda humanitaria. “Para ellos ha sido un golpe emocional terrible. Después de días de caminata, cansados y con heridas en el cuerpo muchos se sienten desconsolados con las nuevas noticias. No saben si regresarse, quedarse o avanzar”, dijo Arles Araúz, quien junto a seis miembros de la Asociación de Estudiantes de Derecho de la Usma, visitó Darién en apoyo a la Defensoría del Pueblo de Panamá.
Son familias enteras con niños y hasta bebés en brazos en una marcha dolorosa en busca de un sueño americano que se torna cada vez más lejano con la reciente decisión del presidente estadounidense, Joe Biden -con el aval de su par mexicano Andrés López Obrador- de frenar la ola migratoria al dar cupo de entrada a Estados Unidos, vía aérea, solo a 24 mil venezolanos.
Muchos de ellos vienen de directamente de Venezuela, pero otros proceden de segundos o terceros países como Brasil, Chile, Ecuador, Perú o Colombia, en los que ya habían intentado establecerse en su huida de Venezuela, país del que según Naciones Unidas han salido unos 6 millones de personas en los últimos años (uno de cada cinco venezolanos).
Testimonios recogidos por autoridades de seguridad de Panamá y de la Defensoría del Pueblo este fin de semana muestran el mismo rostro de desesperación e incertidumbre entre los recién llegados. Del otro lado, según reportes de Blue Radio, cientos de personas que soñaban caminar desde Colombia, atravesando la selva del Darién y varios países de Centroamérica, detuvieron su paso al conocer las noticias del norte o simplemente tomaron la decisión de devolverse.
“Es arrecho que uno pase ese trajín para que lo hagan regresar”, dijo un venezolano a la emisora colombiana. Agrega que muchos regresan a la localidad de Necoclí, en Antioquia, con la idea de volver a sus lugares de origen. Precisa que el 60% de los pasajeros que tenían como destino el Darién solicitó el reembolso del pasaje. En Necoclí, según la Defensoría del Pueblo de Colombia, unas 9 mil personas esperaban para adentrarse a la selva en momentos en que se conoció la nueva política de Estados Unidos.
El embajador encargado de Estados Unidos en Colombia, Francisco Palmieri, visitó este sábado Necoclí. “Conversé con migrantes venezolanos en Necoclí y les dejé un mensaje importante: conozcan la nueva forma legal de entrar a los Estados Unidos. no arriesguen sus vidas y las de sus familias. Venezolanos que intenten ingresar de forma ilegal serán expulsados a México”, escribió en Twitter.
Junto a él estuvo la viceministra de Asuntos Multilaterales de Colombia, Laura Gil, quien abogó por la responsabilidad regional de los países de atender la crisis.
Del lado panameño, el ministro de Seguridad, Juan Pino, la directora del Servicio Nacional de Migración, Samira Gozaine y el director del Servicio Nacional de Fronteras, Oriel Ortega, también visitaron el área fronteriza y los campamentos de migrantes. Se desplazaron a la comunidad fronteriza de Cañas Blancas, que se localiza a dos kilómetros de la línea fronteriza con Colombia, en donde conversaron con varias familias que acababan de ingresar a territorio panameño. Cuando el ministro les puso al tanto de las noticias, informaron que harán todo lo posible por seguir su camino, ya que completaron la trocha de Darién, una de las etapas más difíciles de su caravana.
El funcionario dijo que este año han transitado por Panamá 187 mil 644 migrantes y en lo que va del mes de octubre han pasado 36 mil 62, en su mayoría de Venezuela. En todo el mes de enero de 2022 solo fueron 4 mil 415.
Pino dijo que en coordinación con la nueva ministra de Relaciones Exteriores, Janaina Tewaney Mencomo, se tiene programado conversar con autoridades de Colombia y Costa Rica, para buscar una salida a este nuevo escenario. No precisó fecha.
En Costa Rica, muchos de estos migrantes, el 90% venezolanos, se observan en diversas comunidades del país tratando de recolectar dinero o recibiendo ayuda humanitaria de la población.
Datos actualizados hasta este sábado 15 de octubre detallan que en Panamá en los cinco albergues de migrantes del Estado (Canaan Membrillo, San Vicente, Bajo Chiquito y Lajas Blancas) en Darién y Los Planes en Gualaca, Chiriquí, habían 9 mil 72 migrantes (ver gráfica).

Se trata de las llamadas estaciones de recepción migratoria (ERM), donde toman sus datos biométricos de los recién llegados y se les da alimentación y atención médica, algo que ningún país de la región hace como Estado. Muchos, sin embargo, salen a calles de ciudades como David a pedir dinero o ayuda humanitaria.
“Es un escenario de derechos humanos terrible que requiere el apoyo real de los países de la región. Son personas que vienen de un régimen (del de Maduro en Venezuela) que limita toda esperanza de salir adelante, que decidieron salvarse ellos y sus familias a cualquier riesgo y costo, que se adentran a una selva en donde los roban, violan y matan. Se aferran a la esperanza incierta de una mejor vida”, resume el estudiante Araúz.

