El domingo pasado, 22 de enero, el presidente Martín Torrijos amaneció temprano. Todos en Panamá suponían que estaba en Bolivia, en pleno ejercicio de sus funciones, esperando por la asunción de Evo Morales. Que había pasado los últimos días en Chile, luego de avanzar gestiones por un tratado de libre comercio con el país trasandino. Eso, al menos, trascendía de los comunicados de la Secretaría de Comunicación del Gobierno, que solo hablaban de la visita oficial del Presidente a estos dos países.
Las cosas, sin embargo, fueron distintas. Ese domingo, Martín Torrijos abrió sus ojos en territorio uruguayo, al lado de su esposa, en una cómoda hacienda de Punta del Este.
Aunque no figuraba en la agenda de la gira, la pareja presidencial, junto al vicepresidente Samuel Lewis y al gerente del Instituto Panameño de Turismo, Rubén Blades, realizó un viaje relámpago a la costa uruguaya, una especie de retiro fugaz y secreto a una localidad que ahora mismo es refugio de millonarios y de top models.
Amigos
La comitiva llegó a Punta del Este invitada por el influyente empresario argentino-panameño Samuel Liberman, quien ofreció su hacienda privada para el descanso presidencial. Torrijos también visitó al famoso artista plástico uruguayo Carlos Paéz Vilaró, viejo amigo de su padre. Fue en un cóctel en la celebre mansión-museo del pintor, llamada Casa Pueblo, donde se ven espléndidos atardeceres. Era un encuentro de amigos. Una reunión tan íntima que el Presidente hasta se animó a llegar en traje de baño.
De la velada también participaron algunos empresarios reconocidos, como el argentino Jorge Gómez, de renombre en Punta del Este porque tiene un auto inusual: un Paganni valuado en 600 mil dólares.
En medio del encuentro Torrijos tomó su celular, hizo una llamada y se lo pasó a Paéz Vilaró, quien se sorprendió con la comunicación. Del otro lado de la línea lo saludaba un viejo amigo, que sería el Nobel colombiano Gabriel García Márquez.
Risas
Durante el evento, el periodista del diario uruguayo El País, Javier Iyonnet, le realizó una pequeña entrevista a Rubén Blades. En su texto, al pasar, cita a un custodio de Torrijos que, entre risas, le confesó: "en Panamá nadie sabe que estamos aquí". Y así era. Consultado sobre por qué la Secretaría de Comunicación evitó divulgar la agenda completa del viaje del Presidente, Jorge Sánchez, vocero del Gobierno, explica ahora que "al no ser parte del viaje oficial, la visita a Punta del Este no se incluyó en las notas de prensa de la Secretaría. Pero nunca se ocultó que entre Chile y Bolivia había un día de por medio".
Lo cierto es que la comitiva llegó a Uruguay en el avión de la Presidencia, el HP-1A. Habría que entender, según lo que explica Sánchez, que el Presidente estaba en un día libre.
Queda por definir si es justo que se utilicen fondos públicos para el esparcimiento presidencial. Pero, sobre todo, una cosa: si los ciudadanos pagan, tienen derecho a saber.
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