La vida de ‘cuara en cuara’

La vida de ‘cuara en cuara’


Antes de que salga el sol, Juan Carlos Gordón está a bordo de un bus. Eso lo hace seis veces a la semana.

Las casi dos horas que le toma llegar desde su casa en Las Lajas, en el distrito de Chame, hasta el Súper 99 en El Dorado no le quita el ánimo a este joven de 18 años.

Sin haber completado la escuela, pues solo llegó hasta tercer año, la necesidad de ganarse la vida lo impulsa diariamente a recorrer 82 kilómetros de ida e igual cantidad para la vuelta.

Su labor: empaquetar víveres. Sus instrumentos de trabajo: mucha fuerza física, sus manos y una carretilla de metal de dos ruedas que le llega al pecho.

Como Gordón, cientos de jóvenes han encontrado en el oficio de empaquetador de supermercado una primera oportunidad laboral.

“A mí me iban a dar un trabajo para descargar camiones en una obra. Entregué mi currículum, pero aún estoy esperando. Por eso vengo para acá. Aquí me quedo hasta que salga algo más estable”, agrega empujando la carretilla de regreso al supermercado.

Su compañero Freddy Hernández también se viene en un “diablo rojo” desde Vacamonte, en Arraiján, para empacar de 7:00 a.m. a 2:00 p.m. los víveres de cientos de clientes.

“En un buen día aquí se pueden hacer 30 dólares. En los días normales entre 10 y 15 dólares”, apunta el joven, fanático del “pasa pasa”.

La informalidad de este trabajo parece ser la regla.

“Ellos van y hablan con el gerente, le piden el puesto y de acuerdo a la disponibilidad se les da”, explica Alejandro Gómez, gerente de mercadeo de la cadena Súper 99. No hay contratos ni horarios fijos. Ni relación laboral. Todo es voluntario.

En el caso de la cadena Riba Smith, tienen el programa clínica laboral, en donde se le da seguimiento a los casi 350 empaquetadores que prestan asistencia.

Exámenes de laboratorio, pruebas psicológicas, capacitación laboral y hasta un seguro de vida tienen quienes embolsan los víveres en esta cadena.

“Es como trabajar en la Autoridad del Canal de Panamá, pero en el mundo de los empaquetadores”, comentó otro joven de nombre Aníbal.

Aunque todas las cadenas cuentan con esta mano de obra informal, el Grupo Rey prefirió no hablar del tema; en tanto que El Machetazo y el Súper Xtra no respondieron al cierre de la edición.

En 10 minutos las manos de Daniel Montezuma se van llenando de monedas de 10 y 25 centésimos.

“De ‘cuara en cuara’ se llega a millonario”, le exclama un cliente al momento de pagarle por sus servicios.

“Yo estoy ahorrando para pagar mis estudios de contabilidad que hago en San Miguelito”, explica Montezuma mientras empuja la carretilla llena de bolsas.

“Si tuviera carro y me llevaran el mercado, yo le daría al muchacho 1.25 dólar. Creo que eso es lo que vale mi trabajo”, comenta con una sonrisa Freddy, de 18 años, justo antes de cerrar el maletero del automóvil de un cliente.

Son las 10:00 a.m. y en los bolsillos de Freddy suenan más las monedas que el atronador chillido de los taxis que pretenden abrirse paso en las convulsionadas calles de la ciudad de Panamá.

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