(Este blog fue escrito por el profesor Eloy Pinzón, quien vive en el corregimiento de Cañita de Chepo. La crónica que nos regala es lo que toda persona debería estar haciendo para su pueblo, y así documentar y conservar su folclore. Invito a los lectores que deseen hacer lo propio a escribirme a proyectofolclore@prensa.com)
Llegué a Cañita hace 12 años (2000). Aunque mi cuñada era de allí, jamás había escuchado de sus bondades; pensé que me había recomendado el lugar como traslado para estar más cerca de mi familia acá en Panamá.
Lo primero que me llamó la atención fueron sus parajes montañosos, la cercanía de sus ríos, el clima lluvioso y la hidroeléctrica a unos 15 minutos del pueblo. La mayoría de su gente es interiorana, principalmente de descendencia santeña, pues sus fundadores son de allá. Es más, el nombre de la escuela “Clímaco Delgado” donde laboro es santeño, asignado porque este señor fue quien donó las tierras para hacer la primera escuela primaria del pueblo.
Poco a poco descubrí sus peculiaridades. Por ejemplo, se come la comida tradicional interiorana: arroz con pollo, sancocho, tamales, bollos, tortilla asada, entre otras. Encontré comidas que jamás había probado: guisado de zapallo con puerco (es como un puré, pero más aguado y por cierto muy rico) y los bollos de colores, que son platos tradicionales de Veraguas.
La música y bailes folclóricos de Cañita son principalmente santeños, aunque existen algunos que son darienitas (bullarengues), donde la Sra. Yasmina hace dotes de sus dones artísticos cantando y bailando. Una vez me puso a tocarle la caja, pues dice que no hay quien sepa entonarla en Cañita como se hacen en Darién.
En sus fiestas hacen bailes comunes, pero siempre tienen un rinconcito (ya sea un rancho, una tolda o al aire libre) para los tradicionales tamboritos. Y es que mientras el músico no está tocando las cantalantes entonan sus voces y la gente las acompaña cantando y bailando. Lo que me extrañó fue que es el único lugar que yo conozco donde no hacen una rueda para bailar, sino que forman una aglomeración alrededor de los tambores y el que quiere bailar lo hace por fuera (raro, netamente cañiteño).
Otra actividad tradicional es la “matanza” donde por una suma módica puede comer carne asada en el almuerzo y la cena, además de bailar o disfrutar de la música. También están las hierras, que no me gustan y por ende no he asistido. Una vez me invitó un profesor a que lo acompañara al “Jardín de Nosotros” (nombre peculiar, lamentablemente se lo cambiaron por problemas económicos a Jardín Lo Nuestro). Allí hay una barrera para las corridas de toros, muy tradicional en esta región y en un lugar accesible para todos.
Las tres principales festividades que se realizan son:
Los parajes de Cañita son muy hermosos. Cerca del río se escuchan los monos aulladores. Hace 4 años atrás un acudiente de una niña de la escuela de Río Paja expuso un lugar turístico sin explotar, cercano a su casa donde el río pasa bajo la tierra y continua más abajo nuevamente en la superficie. Pude hacer una expedición con docentes y alumnos para comprobar su existencia y es maravilloso. En un sector montañoso existe una cascada muy hermosa que se puede divisar desde el camino al poblado de Buenos Aires y al otro lado se ve el muro del Viejo Pedro, que retiene el agua de la represa.
En cuanto a ocupaciones, lo común era ver talleres de ebanistería, pero han disminuido por la escasez de materia prima. Otra actividad común es ver a los muchachos con una varilla de acero a la que les sacan punta para pescar en los ríos que nos rodean (Paja, Tumagantí, Piedra, Jenené y Cañita, que es la unión de todos ellos el cual desemboca en el río Bayano abajo, después de la represa). Por cierto, cuando fui a Majé (en el Lago Bayano) me di cuenta que es costumbre propia de los indígenas sacar cantidades de tilapias para su consumo y la venta; es más, hay compañías les compran cantidades grandes para consumo en la ciudad y exportar.
Se hacen juntas para cortar arroz. También se ganan peones en las cortas de monte para sembrar. Casi paso por alto la cría de cerdos: acá muchas familias tienen sus puerquitos para consumo propio y uno que otro para vender, especialmente para navidad. Las mujeres del campo traen sus productos para la venta, al pueblo los fines de semana: ñame, yuca, pollos, guandú y otros.