Los Juegos Panamericanos de Lima han servido para medir cómo anda nuestro deporte, el resultado ha sido una radiografía exacta de lo que sucede: ignorado, vilipendiado y enfermo de muerte.
¿Quién asumirá la responsabilidad de nuestra participación en Perú? Estoy seguro de que nadie y que la bola se pasará de mano en mano hasta llegar a los atletas, muchos de ellos, ya han cumplido su cometido deportivo.
Mientras se descubre a los responsables, intentos aislados surgen como herramientas para tratar de subsanar un mal que por lo menos lleva 30 años sin que gobierno alguno trate de curarlo. Solo voces aisladas quieren sanarlo con leyes; la decisión es difícil, política y costosa, casi me atrevo a decir que se equipararía a una constituyente.
Así andamos, esperanzados en milagros de nuestros atletas, esos mismos que hasta hoy viajan sin viáticos, con la zozobra del boleto aéreo y temiendo por su actuación, porque de ella depende si no le quitan su beca deportiva.
En los últimos días he visto intentos por enmendar el deporte, por ejemplo, la que propone que los diputados no puedan ser presidentes de la federaciones deportivas. Para mí un mal precedente, sería como castigar justo por pecador y creo que atentaría contra las libertades individuales.
Además, no creo que esto solucionará el deporte panameño y sus presentaciones en el extranjero.
Tampoco veo con buenos ojos que sigan presentándole a los diputados iniciativas para emparchar nuestro camino deportivo con impuestos, que solo hacen encarecer la vida y por consiguiente la del atleta.
Me inclino más por una diálogo nacional deportivo, y aunque parezca paja y habladurías, sentaría bases para nuestro deporte, al menos por los próximos 10 años.
¿Cuáles bases?
Por ejemplo, que salga del paraguas del Ministerio de Educación.
¡Que sea una autoridad!.
Que los atletas sean gestores.
Que las federaciones se conviertan en promotoras.
Que las infraestructuras deportivas sean construidas por otro organismo.
Que el deporte sea igual para todos, entre otras miles de cosas.
Que se intercambie información con el Comité Olímpico de Panamá.
No importa con cuántas medallas cerremos en los Panamericanos de Lima 2019, estos Juegos han servido como un termómetro para determinar que nuestro deporte está enfermo y que nuestros atletas suplican por una cura que está lejos, en el tiempo. Con urgencia hay que revisar cómo está estructurado.