Desde niño, Jonathan* se comía las uñas excesivamente. Una vez se lastimó la base de la uña del pulgar a tal punto que se le infectó y el médico tuvo que drenarle la pus. La onicofagia, o el hábito de comerse las uñas, y más en la vida adulta, tiende a ser una forma de expresar ansiedad. Es frecuente que algunas personas cuando están nerviosas se muerdan las uñas pero otras, como en el ejemplo anterior, se las comen hasta lastimarse, causar infecciones y un mal aspecto de los dedos. El doctor José Eloy Hurtado, psicoterapeuta y psicólogo clínico y forense, explica que la onicofagia, como la tricotilomanía o el hábito de arrancarse los cabellos, cuando son significativos, entran en la categoría de trastornos del control de los impulsos. La incapacidad para poder frenar el impulso tan fuerte de llevar a cabo esas conductas se convierte en un ciclo. La persona siente que no puede aguantar y que le va a bajar la ansiedad si se come las uñas o se arranca el pelo, pero luego de hacerlo, vuelve poco a poco la ansiedad.En la tricotilomanía, que es más común entre las mujeres, puede llevarlas a tener parches donde le falta cabello, y cuando llegan a ese punto, es necesaria la intervención de un profesional de salud mental. “A veces es necesaria la intervención farmacoterapéutica del psiquiatra para poder frenar un poco esa pulsión”, indica Hurtado.Es importante explorar cuáles son los conflictos que no se están resolviendo y que están dando vuelta en la cabeza de la persona que exhibe estas conductas, con las cuales intenta controlar, de manera desadaptativa, la ansiedad.
“La constante en la vida es que haya problemas. Hay cosas que se pueden resolver y otras no, o tenemos que dejarlas para después y vivir con eso mientras se solucionan. Por ejemplo, si tienes una deuda y la refinancias. La capacidad de enfrentar y resolver los problemas es una de las cosas que no suelen estar bien desarrolladas en estas personas, es decir tienen pobres estrategias de afrontamiento”.En los niños también pasa, solo que sus problemas son distintos, como las preocupaciones de la escuela, si le hacen bullying, si hay discusiones entre los padres o violencia doméstica. El niño que vive eso, está tenso y muchas veces se refleja en su rendimiento escolar, o tiene un gran nivel de ansiedad que no puede manejar y exhibe conductas como comerse las uñas excesivamente, o las adolescentes se arrancan el cabello. Cuando hay otros indicadores de ansiedad, por ejemplo, si se orinan en la cama, o si ya habían aprendido a controlar la micción y vuelven a orinarse en la cama, hay que explorar si está pasando algo más. No todo el mundo con problemas o ansiedad va a desarrollar estas conductas, pero si tiene rasgos obsesivos, es más probable. El doctor Hurtado recomienda a los padres tener una buena comunicación con sus hijos, que sientan confianza de contarle sus preocupaciones. Y recuerda que, cuando se trata de salud mental, se tiende a pensar que uno puede resolver los problemas solo y eso hace que se tarde mucho en buscar ayuda. Hay que entender que la onicofagia como la tricotilomanía son indicadores de un problema que está detrás que no se sabe manejar, y mientras más se deja avanzar, es más difícil de resolverlo. Si llegaran a afectar significativamente al individuo en alguna esfera de su funcionamiento, pueden ser considerados como un desorden del comportamiento, susceptible de ser ayudado por un profesional de salud mental. (* El nombre fue cambiado).