Japón es un país conocido por sus retretes ultrasofisticados, con música, chorritos de agua y sistema desodorante, pero uno de sus empresarios propone ahora un modelo mucho más simple, con el que espera salvar miles de vidas en los países pobres.
Más de 2 mil millones de personas no tienen acceso a un sanitario, y los niños son particularmente vulnerables a las enfermedades que se propagan cuando no hay una red de alcantarillado.
En asociación junto a la Unicef, la empresa Lixil presenta una letrina de plástico, por unos cuantos dólares.
Se trata de un retrete en forma ovoidal, que se puede enterrar en el suelo como una letrina.
El retrete dispone de una válvula que se cierra automáticamente para impedir los malos olores y la atracción de insectos que pueden propagar enfermedades.
Los retretes Sato serán distribuidos próximamente en Etiopía, Kenia y Tanzania, explicó el presidente de Lixil, Kinya Seto.