Los pacientes de enfermedad de Crohn y de colitis ulcerativa (en conjunto llamadas enfermedad inflamatoria intestinal, o EII) presentan síntomas como dolor abdominal, inflamación intestinal, en el colon o recto, deposiciones frecuentes, diarrea, sangrado, anemia y úlceras en el colon. Por ahora, la EII no tiene cura, pero hay tratamientos que ayudan a controlar los síntomas. En algunos casos se usan combinaciones de fármacos para lograr una mayor eficacia, pero el médico debe considerar también los efectos secundarios.
El Dr. Miguel Sans, doctor en medicina de la Universidad de Barcelona, España, y especialista de la Unidad de EII del servicio de aparato digestivo en el Centro Médico Teknon, en Barcelona, considera que los médicos deben ser “ambiciosos” en el tratamiento de la EII, porque esta impacta de forma importante en la vida del paciente “y no nos podemos quedar en mejorar el síntoma, debemos conseguir que la inflamación realmente se vaya a cero, y si no curamos, por lo menos que haya una remisión profunda”.
Riesgos
Durante una presentación en el IV Seminario de actualización médica de Janssen (división farmacéutica de Johnson & Johnson) para Centroamérica y el Caribe, celebrada en Panamá, el Dr. Sans señaló que es fácil determinar si el paciente tiene la enfermedad “dormida” o si tiene un brote. La mayoría de los pacientes reduce sus síntomas con un tratamiento y logra regresar a la normalidad, pero hay que ver los daños en la pared intestinal.
“Cada inflamación, cada brote con úlceras que luego cicatrizan, deja un peaje atrás. La diarrea se va, pero ese intestino que se inflamó y cicatrizó tiene cambios estructurales de fibrosis, de engrosamiento, que ya no van a revertir y el daño se acumula hasta una situación en que la estenosis llega a oclusión o aparición de fístulas o abscesos, y al final requiere cirugía. Por tanto, si el médico solo se fija en si al paciente le duele la barriga o no, o cuántas veces va al baño, le parecerá que la situación va bien, pero, insisto, cada cicatrización deja daño”.
El especialista destacó que varios estudios demuestran la asociación entre la persistencia de úlceras y más cirugías, y que las úlceras graves tienen un riesgo mayor de requerir cirugía que en aquellos que no las tienen. Además, mencionó, un estudio escandinavo sobre cicatrización de la mucosa en Crohn y colitis, que mostró que los pacientes en remisión, pero que no han logrado cicatrizar la mucosa, requieren cirugía con mayor frecuencia.
Hay varios fármacos, incluyendo diferentes biológicos, que han demostrado ser capaces de cicatrizar la mucosa.
“El objetivo es ser más proactivos, tratar de que haya una remisión profunda sostenida”. Esta debe ser medida en análisis químicos, una endoscopia que se vea normal y en algunos casos, con resonancia magnética.

