Rafael Ortiz evacuó obligado el sector 4, en Samaria, distrito de San Miguelito, pero el barrio todavía no sale de él. Lo visita todos los días.
Casi tres meses han transcurrido desde aquel terrible 10 de septiembre, cuando llovió con fuerza en todo el país, aunque el mal tiempo se ensañó con dos zonas: el sector 4 y el corregimiento de Juan Díaz, distrito de Panamá.
Un día normal para este joven de 19 años, antes del desastre, era levantarse y bajar “la loma” para acudir a su escuela, el IPT Louis Martinz. También jugaba con sus perros y hablaba con su familia y amigos bajo un frondoso árbol de mango.
Había crecido ahí y conocía la zona como la palma de su mano. Se movía libremente y aspiraba a concluir sus estudios para ingresar a la Academia de Oficiales de la Policía Nacional.
Ortiz mantiene ese sueño, pero ahora, desde la habitación 207 del hotel Dos Mares, uno de los escogidos por el Gobierno para alojar a las 90 familias que perdieron su vivienda, como consecuencia de los deslizamientos de tierra en Samaria.
Para este chico es “difícil” estar entre cuatro paredes. Convive en una habitación con sus padres. Solo hay un baño y el espacio no les da para más. Su familia todavía espera por una vivienda, debido a que no aceptó su traslado a La Chorrera ni a San Juan, en el corregimiento de Pacora. Su esperanza es hallar una casa reposeída cerca de Samaria o cualquier otra parte de San Miguelito.
Mientras eso ocurre permanecen en el hotel. Por un lado, sus padres acuden a sus trabajos y, por otro, Rafael asiste a su plantel. Una vez concluye su jornada escolar, camina hasta el sector 4 para visitar a sus familiares y divertirse con sus mascotas.
Pero los fantasmas de la tragedia lo atormentan. “Cuando salí del barrio se me vino todo abajo. Me tocó ver como la tierra se deslizaba. También tuvimos pérdidas materiales y tratamos todavía de sobreponernos”, cuenta Rafael.
Aquella vez llovió como nunca y el saldo fue devastador, de acuerdo con los reportes del Sistema Nacional de Protección Civil (Sinaproc): mil personas afectadas, 2 lesionados, 250 vehículos inundados, 40 deslizamientos y 12 árboles caídos en las regiones de Panamá y Panamá Oeste.
DE SAMARIA AL 209
El “maldito día del deslizamiento”, como lo llama Bernil Vásquez, había un cielo oscuro en Samaria. Eran las 3:00 p.m., pero parecía las 7:00 p.m., relata.Cuenta que no le prestó mucha atención a este fenómeno, porque diariamente debe centrarse en cuidar a su hijo Tony, quien tiene 29 años y sufre una parálisis cerebral.
“Nadie se espera eso. Nosotros nunca pensamos que saldríamos de Samaria”, relata.
Ahora comparte la habitación 209 del hotel con Tony. Ahí trata de calmar la desesperación de su hijo, por su condición y por estar todo el día en una silla de ruedas en el cuarto.
Cada día reza para que el Ministerio de Vivienda y Ordenamiento Territorial (Miviot) le ayude con una casa, no tan lejos de donde residía.
“No quiero estar en Navidad y Año Nuevo en este hotel. No tiene sentido. Por lo menos en Samaria éramos felices”, se lamenta.
Además de las camas y la silla de ruedas de Tony, ella aprovecha cada rincón para tener algunas botellas de agua, limones, tomates y medicinas que debe suministrar al joven.
Hace dos días, expresa Vásquez, Tony comenzó a llorar, algo que le preocupa porque no es típico en él.
“Lo más probable es que está agobiado de este encierro. Aunque no pueda hablar, yo lo sé, yo lo siento”, dice.
CANSADOS DE PROMESAS
Leibys Sánchez es otra de las evacuadas por el deslizamiento. Salió de su comunidad entre la tristeza y la esperanza, porque le habían dicho que en un mes tendría respuesta.
Sin embargo, la única solución, por el momento, es un proyecto residencial en La Chorrera, pero no quiere ir allá con su esposo, hijo y su mamá.
Ella llevó al Miviot una propuesta sobre un proyecto en Las Cumbres, sin embargo, la promotora no aceptó los términos que ofrecía el Gobierno y ahora busca otras opciones. Mientras tanto, sigue viviendo en su habitación del hotel.
Manifiesta que del derrumbe solo pudo rescatar tres camas, pero toda su línea blanca la perdió.
“Aquí no podemos tener nada. Solo algunos jugos, sopas, salsa de tomate y leche para mi bebé”, describe Sánchez, quien hizo un llamado a las autoridades a cumplir con su promesa.
Sobre esta situación, la directora Nacional de Desarrollo Social del Miviot, Anaís Marín, señala que “poco a poco” atienden a todas las familias damnificadas de Samaria.
Precisó que de las 90 familias afectadas, 65 ya fueron ubicadas en La Chorrera, San Juan y casas reposeídas, por lo que falta por dar solución al resto.No obstante, planteó que varias de ellas no deciden qué opción quieren, por lo que les pidió pronta respuesta.
“Yo tengo 60 funcionarios y casi el 75% del personal trabaja en ayudar a estas personas”, destacó.
Reconoció que tres promotoras no han aceptado las condiciones del Miviot y cuando es así no pueden hacer mucho. “Son empresas privadas y no las podemos obligar”, puntualizó. Explicó que se trata de un proceso lento, pero que no abandonarán a los damnificados.
MÁS RIESGO
El director del Sinaproc, José Donderis, señaló que ya avanzan las obras para levantar una cerca perimetral en el sector 4.
Según el funcionario, la zona fue declarada inhabitable y cualquier persona que viole ese perímetro estaría expuesta a una sanción. “La idea es evitar cualquier desastre”, acotó.
De hecho, indicó que ya comenzó la limpieza de desechos como plástico, madera y metales.
Una vez concluya esta labor, iniciarán con la nivelación del terreno en el que se pretende construir canchas deportivas y un parque ecológico.
Para esto, el Miviot elabora un pliego de condiciones para subirlo al portal de PanamaCompra.
OTRA SITUACIÓN
Ricardo Sánchez, director de Obras y Construcciones de San Miguelito, dijo que como gobierno local habían advertido al Miviot y a Sinaproc de estos riesgos en el distrito.
Citó como ejemplo el caso de nueve familias del área de Automotor, que saldrán de sus hogares mientras el Ministerio de Obras Públicas ejecuta el dragado del río Matías Hernández, cuyo recorrido está próximo a la comunidad.
Por ello, se acordó con cada familia un apoyo de $500 por mes, de manera que pueda ser utilizado en el pago del alquiler de viviendas, y de ese modo se trasladen mientras duren los trabajos, que se calculan en dos meses.
Para Sánchez, otra de las áreas vulnerables a desastres es el corregimiento Arnulfo Arias, específicamente el sector conocido como tanque de agua, en el cerro Ameglio, donde habitan 300 familias.
“Ya hemos advertido de este caso y levantamos un informe para Sinaproc”, afirmó.