Adolescentes empiezan a consumir alcohol a los 14 años

Adolescentes empiezan a consumir alcohol a los 14 años


El alcohol gana adeptos en un segmento específico de la población: los adolescentes. Hay cambios en el patrón de consumo, pues los jóvenes se inician en el hábito en edades cada vez más tempranas.

La situación quedó evidenciada en el libro Permisividad y regulación asociada al consumo de alcohol en adolescentes, dado a conocer esta semana y en el que se incluyen los datos obtenidos en el estudio Consumo de alcohol en adolescentes en Darién: prevalencia, motivaciones y factores de riesgo, que encontró que las mujeres comienzan el consumo de alcohol a los 14 años y los hombres a los 15 años, en esa provincia.

La más reciente investigación que existía sobre la ingesta de alcohol en el país había sido realizada en 2015 por la Comisión Nacional para el Estudio y Prevención de las Drogas (Conapred) y, en su momento, concluyó que las mujeres se iniciaban en el consumo de alcohol a los 20 años y los hombres, a los 17 años. Comparado ese resultado con lo arrojado por el estudio actual en Darién, se puede pensar que cada vez el consumo se origina a edades más tempranas y hoy el promedio de edad se estimaría en 14 años.

El nuevo estudio fue desarrollado por el Centro de Investigaciones Científicas de Ciencias Sociales (Cenics) de la Universidad Santa María La Antigua (Usma) y el Instituto de Estudios Nacionales (IDEN) de la Universidad de Panamá, entre 546 estudiantes de cuatro centros educativos de premedia y media, ubicados en La Palma, Metetí, Santa Fe y Yaviza, en la provincia de Darién.

La investigación encontró que entre las jóvenes consumidoras, 5 de cada 10 bebieron alcohol por primera vez en sus casas o en la de algún familiar.

En el caso de los hombres, 6 de cada 10 lo hicieron fuera del contexto familiar: casa de amigos, parking (lugar no fijo para realizar actividades cuyo objetivo es el consumo de alcohol) o casa de amigos.

Con respecto a la periodicidad del consumo de alcohol, los datos obtenidos arrojaron que, del total de estudiantes encuestados, el 57.9% (316) había consumido al menos en una ocasión alguna bebida que contenía alcohol.

Permisividad familiar

Luis Carlos Herrera, sociólogo y vicerrector de Investigación y Extensión de la Usma, quien formó parte del estudio, señaló que el trabajo se llevó a cabo en Darién, ya que son pocas las investigaciones sociales que se efectúan en esta provincia y se buscaba una región con lazos familiares fuertes.

Sostuvo que este estudio en campo y la revisión de otras investigaciones nacionales e internacionales comenzó en 2019.

Herrera indicó que la familia, históricamente, se ha convertido en una institución de aprendizaje y de socialización y, en el tema del alcohol, una actitud familiar permisiva trae consecuencias. Explicó que existe un mayor riesgo de consumo en adolescentes en aquellos hogares donde algún miembro lo hace y que, en la mayoría de los casos, el primer trago ocurre dentro del hogar y el consumo se da con el consentimiento y acompañamiento de algún familiar.

Para Herrera, un adolescente cuyo ambiente familiar reúna estas tres condiciones enfrenta una permisividad ante el consumo, y eso lo expone y vuelve vulnerable ante el alcohol.

El sociólogo de la Universidad de Panamá y miembro del Sistema Nacional de Investigación de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, Paul Córdoba, manifestó que este es un patrón de comportamiento que puede repetirse en otras áreas del país, sobre todo en aquellas donde hay permisividad familiar.

A juicio de Córdoba, el Estado debe prestar atención al tema, sobre todo en el papel de las y los cuidadores y la familia, ya que esta es la puerta de entrada al consumo.

“La evidencia científica da cuenta que, cuando se inicia a edades tempranas, mayor es el riesgo de consumo abusivo”, advirtió.

Herrera y Córdoba coinciden en que el estudio aporta evidencia científica para adoptar políticas públicas, por lo que recomiendan su lectura a autoridades, personal vinculado al trabajo con adolescentes, las familias y la población en general.

Motivos de consumo

El análisis de la información recopilada mediante un cuestionario de motivos de consumo deja clara evidencia que son las motivaciones sociales las mayores causas del consumo de licor.

Las razones son “para celebrar una ocasión especial con mis amigos”, “porque mejoran las fiestas y las celebraciones”, “porque me ayuda a disfrutar en una fiesta”, “porque me siento más seguro (a) de mí mismo (a)”, entre otras.

En estos casos, el alcohol le da ese empuje que necesita el adolescente ante posibles carencias de carácter psicocial, situación que puede afectar su posterior desarrollo en otros aspectos, enfatiza el estudio.

Sandy es una adolescente de 17 años que vive con sus padres y hermanos en Darién, y que encuestada para el estudio. Afirma que cuando tenía 14 años salió con amistades y tomó un poco. “Esa fue la primera vez, mis padres no se dieron cuenta en el momento, después de un tiempo les conté, pero ese día tomé muy poco, por eso no se dieron cuenta”. Al indagar si el grupo de amigos ejerció algún tipo de presión que diera como resultado su consumo, manifestó: “[...] no me sentí presionada, lo hice porque quería y era una nueva experiencia”.

Si bien, en varias oportunidades alguien le preguntó si quería tomar, sintió que tenía la opción de negarse, argumentó.

Con respecto a los lugares cotidianos de consumo, Sandy señaló que casi siempre en su casa o en la de amistades. Dijo que en su casa sus padres se lo permiten, sin embargo, aclara que “me dicen que no debo abusar del alcohol”.

Manifestó que el tipo de bebidas que consume con mayor frecuencia son el ron y la cerveza.

Las celebraciones sociales y familiares se convierten en las ocasiones propicias de consumo, siendo las épocas de fiestas patrias, Navidad y Año Nuevo cuando hay una mayor permisividad familiar ante el consumo.

“En la casa, siempre para Navidad y Año Nuevo nos preparamos en familia, ya que llegan a visitarnos tías, primos, se planifica la cena y se compran las cervezas. Los jóvenes y adultos compartimos y tomamos”, reconoció.

(Sandy, nombre ficticio).

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