Panamá menosprecia el alcoholismo

Panamá menosprecia el alcoholismo


Pese a que Panamá es el segundo país de Centroamérica con el consumo más alto de alcohol per cápita, carece de políticas públicas que le permitan contrarrestar la adicción.

Así lo reconocen psiquiatras y psicólogos del Instituto Nacional de Salud Mental (Insam), quienes aseguran, incluso, que el país no le ha dado la importancia debida a esta enfermedad.

Carlos Smith, médico psiquiatra y responsable de la Sala de Tratamiento de Adicciones y Educación en el Insam, advirtió que el alcoholismo “es un elefante blanco en el medio de la sala; es decir, no lo queremos ver”.

Desde su punto de vista, parte del problema radica en que no hay estadísticas nacionales respecto a la cantidad de personas que sufren de esta dependencia.

Y es que, según resaltó, hay un número de pacientes alcohólicos que tienen problemas gastrointestinales, accidentes de tránsito o lesiones por violencia doméstica, pero en los cuartos de urgencia donde son atendidos los médicos apuntan sus heridas, mas no la causa de estas: alcoholismo.

Según su criterio, los números sobre la enfermedad no son impactantes debido a que hay un sesgo en la información, porque se subestima el diagnóstico de alcoholismo o como sociedad se tienen estereotipos de qué es o cómo es una persona alcohólica.

"Lo que conduce a esta enfermedad son las frustraciones sociales, como falta de trabajo y dinero”. Guillermo Rolla Pimentel Exministro de Salud



UN PAÍS DE BEBEDORES

De acuerdo con el informe sobre la situación regional del consumo de alcohol y la salud en las Américas, elaborado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y publicado en septiembre pasado, Panamá es el segundo país de Centroamérica con mayor consumo de alcohol per cápita.

El documento precisa que la ingestión anual estimada de alcohol per cápita entre la población mayor a los 15 años es de 11.2 litros en hombres, y de 4.7 litros en las mujeres.

Con respecto al consumo, el promedio mundial per cápita es de 9.6 litros en los hombres y 2.9 litros en las mujeres.

El país que más bebe alcohol en Centroamérica es Belice, con una ingestión per cápita promedio anual en hombres de 14.5 litros, y de 2.5 litros entre las mujeres.

Mientras, el tercer lugar lo ocupa Nicaragua, donde los varones toman 8.7 litros en promedio cada año y las mujeres de 1.5 litros.En Panamá, incluso, se incrementó la producción de alcohol en los últimos 10 años, según el Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC) de la Contraloría General de la República.

LAS PROPUESTAS

Juana Herrera, médica psiquiatra con especialización en adicciones, sugirió desarrollar programas preventivos desde el maternal.

“Desafortunadamente, en el país hemos aprendido que no hay fiesta sin alcohol; es decir, que el licor representa para la sociedad un vehículo de expresión de afecto y tenemos que modificar esa conducta a través de la educación”.

No obstante, añadió que mientras se inicia ese proceso –cuyos resultados pueden verse en años– se necesita adoptar medidas de presión e introducir acciones contundentes como el retiro definitivo de las licencias de conducir y sanciones económicas.

Herrera manifestó que sería conveniente el retiro del patrocinio que empresas productoras de licor hacen en actividades deportivas e incluso el aumento en el impuesto por la venta y consumo de alcohol.

De acuerdo con Guillermo Rolla Pimentel, exministro de Salud, el alcoholismo es una “patología social” que afecta el comportamiento y las emociones de la persona que lo padece y su entorno, y agregó que si bien la creación de un impuesto económico sobre la venta y consumo de alcohol “es positiva, definitivamente no es lo fundamental”.

Para atender esta situación, explicó, es importante que se propicie la estabilidad de las personas, como la participación social a través del trabajo, actividades deportivas, culturales y la vida en familia.

A juicio de Rolla Pimentel, lo que conduce a esta enfermedad son las frustraciones sociales como falta de trabajo, dinero o alimentación, problemas de violencia de cualquier tipo e inestabilidad familiar, convirtiendo al licor en un “paliativo psicológico negativo”.

José Luis Castillo, presidente de la comisión de Salud, Trabajo y Desarrollo Social de la Asamblea Nacional, coincidió con Rolla Pimentel y opinó que más allá de la creación de nuevos impuestos, lo que se requiere es profundizar en los valores familiares y campañas de prevención desde entidades como los ministerios de Salud, Desarrollo Social y Educación.

El LLAMADO

La adicción al alcoholismo es un problema biológico, psicológico y social, manifestó Malaika Fagette, médico psiquiatra y orientadora en la comunidad de Alcohólicos Anónimos (AA).

Según Fagette, proponerse dejar de beber es una decisión que “requiere de la plena voluntad”.

Para ello, dijo, es importante un apoyo especializado como el que se brinda a través de AA, que tiene presencia en el país desde 1945 y hoy cuenta con 74 sedes en todo el país, en las que concurren al menos 700 personas.

De hecho, informó que a partir del 24 y hasta el 26 de marzo se llevará a cabo en la Universidad de Panamá (Curundú) la Convención de América Central de Alcohólicos Anónimos en su edición número 37, en la que también participarán 12 países de América.

 

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