La deforestación en la selva del Darién, que separa a Panamá de Colombia, facilita la aparición y resurgimiento de enfermedades infecciosas emergentes, es decir, la situación trae consigo repercusiones ambientales y de salud para el país.
El escenario se complica con el alto flujo de migrantes por la zona, considerada como Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés) y Reserva de la Biosfera, puesto que para establecer rutas migratorias se deforestan los bosques primarios.
Solo las cuatro rutas migratorias que se han identificado en el Parque Natural del Darién han llevado a la pérdida de al menos 8 hectáreas producto de la deforestación de los bosques primarios, según el director de Áreas Protegidas y Biodiversidad del Ministerio de Ambiente, José Félix Victoria.
Ante esta situación, científicos del Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud (Icges), Universidad Tecnológica de Panamá (UTP), Universidad de Panamá (UP), Centro de Investigación de Vacunas (Cevaxin), entre otros, han fijado su mirada en la provincia.
La mirada científica está en el tapón de Darién para detectar casos febriles de casos de arbovirus selváticos [que pueden transmitirse de persona a persona por los mosquitos], como encefalitis de San Luis, mayaro, una, nilo occidental, encefalitis equina venezolana y encefalitis equina del este (madariaga).
En las dos últimas décadas, un conjunto creciente de evidencias científicas sugiere que la deforestación da lugar a una sucesión de eventos complejos que crea las condiciones idóneas para un amplio abanico de patógenos.
Deforestación y enfermedades emergentes
El epidemiólogo del Instituto Gorgas y presidente de la Sociedad Panameña de Epidemiología y Modelaje Matemático, Jean-Paul Carrera, sostuvo que en los últimos años en el área de Darién se ha aumentado la incidencia de la encefalitis equina venezolana y la encefalitis equina del este (madariaga), asociada con la deforestación.
Un ejemplo de la situación es que en agosto pasado se reportaron dos casos de encefalitis equina del este en el corregimiento Manuel Cémaco, en la provincia de Darién. Cuando desde el 2019 no se reportaban casos de encefalitis equina en el país.
Los informes de epidemiología del Ministerio de Salud (Minsa) indican que en el 2019 se registraron cuatro casos de encefalitis equina del este, dos casos de encefalitis equina venezolana, y dos encefalitis equina venezolana. Los años 2020, 2021, 2022 no se reportaron casos.
En el país, hubo un brote de encefalitis equina del este en mayo de 2010 que afectó tanto a los caballos como a personas. Fue la primera vez que se registró en Panamá casos de encefalitis equina del este.
Carrera indicó que el tema requiere atención porque los arbovirus pueden tener ciclos selváticos y urbanos.
Además, explicó que los ciclos selváticos pueden incluir el vector y hospedadores vertebrados (mamíferos y reptiles). La transmisión de estos virus es sensible a cambios ecológicos que modifican su ciclo, indicó el epidemiólogo.
Por su parte, el director ejecutivo del Centro de Investigación de Vacunas (Cevaxin), Rodrigo De Antonio, manifestó que en la zona estarán realizando estudios de vigilancia epidemiológica integrando detección en animales, vectores y humanos las enfermedades potencialmente emergentes en el contexto de salud global (one health), integrando la salud animal y ambiental que ya se tiene en humanos.
La información que se obtenga será de mucha utilidad por el alto movimiento migratorio que se está dando en la zona.
Vigilancia activa
En Darién, el Instituto Gorgas y el Minsa establecieron un sistema de vigilancia en las comunidades y migrantes para detectar enfermedades febriles y conocer su origen.
El sistema de vigilancia cuenta con el apoyo financiero del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés), puesto que este organismo creó una red global que involucra investigaciones sobre cómo y dónde los virus y otros patógenos emergen de la vida silvestre y se propagan para causar enfermedades en las personas. El NIH ha destinado para este proyecto $82 millones de dólares durante cinco años en al menos 28 países.
Los científicos que trabajan en el tema reconocen que es un reto brindar seguimiento a los casos febriles en migrantes, debido a que ellos llegan a un punto en Darién por 2 o 3 días y por la falta de medicamentos para el tratamiento de estas enfermedades.
De hecho, 15 investigadores de la UTP, UP, Cevaxin, Icges, entre otros, se han aglutinado en el Centro Carson de Investigación en Ambiente y Enfermedades Emergentes, liderado por Carrera, para la realización de estudios de calidad de agua, cambio climático, deforestación, reservorios, vectores y bosques. Este centro se ubica en La Peñita.
Los expertos han expresado su preocupación por la salud de las personas que viven en las fronteras de la deforestación. También temen que la próxima pandemia grave surja de los bosques del planeta.
La información fue compartida en la Cumbre Científica de la 78° Asamblea General de las Naciones Unidas (Ssunga78, por sus siglas en inglés) donde también participaron investigadores de la UTP y el director Nacional de Áreas Protegidas y Biodiversidad del Ministerio de Ambiente.
La realidad del Parque Nacional de Darién, que representa el 33.6% de la superficie total del Darién, es que a raíz de la migración se está originando deforestación, pérdida de suelo, contaminación por basura, entre otros daños ambientales que a medida que pasa el tiempo están en aumento.
Los últimos datos del Servicio Nacional de Migración indican que por esa área boscosa han pasado más de 400 mil migrantes irregulares, cuando en todo el 2022 cruzaron por la selva 248 mil 283. La cifra de este año marca un récord.