Lo que conlleva plantar un millón de hectáreas

Lo que conlleva plantar un millón de hectáreas


Reforestar un millón de hectáreas en un plazo de 20 años se ha convertido en una estrategia de país frente al cambio climático.

Así lo asumió el presidente Juan Carlos Varela en 2014 durante la Cumbre del Clima, efectuada en el mes de septiembre en la sede de las Naciones Unidas.

Tras su formalización en octubre de 2014, la llamada Alianza por el Millón es un pacto público-privado, que apuesta por redimir el follaje nacional, con el objetivo de potenciar la biodiversidad y los recursos forestales, además de lograr la reforestación comercial y el manejo sostenible de los bosques como un aporte a la economía rural, explica el sitio web del Ministerio de Ambiente.

También supone una de las acciones que asumirá el istmo de cara a la vigésima primera conferencia sobre cambio climático (COP21) en París (Francia), que tiene como desafío impulsar la transición hacia sociedades y economías resilientes y bajas en carbono, como medida contra las secuelas del cambio climático, detalla la web creada por el Gobierno francés.

La Alianza por el Millón fue engendrada hace un año, aproximadamente, por tres organizaciones civiles: la Asociación Nacional de Reforestadores y Afines de Panamá (Anarap), la Cámara de Comercio, Industrias y Agricultura de Panamá y la Asociación Nacional para la Conservación de la Naturaleza, explica la directora ejecutiva de este último, Rita Spadafora.

A este grupo gestor se le sumó, posteriormente, el Gobierno Nacional, que a través del Ministerio de Ambiente actúa con los organismos citados con anterioridad como administradores de la estrategia.

Un millón de hectáreas reforestadas en un plazo de 20 años representaría plantar unas 50 mil hectáreas cada año, describe Spadafora, quien explica que la estrategia abarca mucho más que sembrar árboles.

Con ella concuerda Marisa Vallarino, vicepresidenta de Anarap, quien mira el compromiso como una meta factible, que a largo plazo podría devengar en escenarios favorables para el campo económico, social y ambiental, sin descartar otras bondades para el sector laboral. 

ANTECEDENTES

La pérdida de más del 65% de los bosques naturales y las altas tasas de deforestación que, según la Asociación Nacional de Reforestadores y Afines de Panamá (Anarap) alcanzan unas 20 mil hectáreas anuales, son algunos de los antecedentes que suscitaron la Alianza por el Millón.

La vicepresidenta de Anarap, Marisa Vallarino, afirma que a la fecha las tierras que han sido degradadas suman cerca de 2 millones de hectáreas.

Sin embargo, y para abordar la iniciativa de forma “más conservadora”, se decidió trabajar sobre un millón, explica Vallarino.

Para la directiva de Anarap, experiencias similares asumidas en países como Uruguay, Chile, Colombia y Guatemala, por ejemplo, aportan cierto fulgor a la iniciativa istmeña.

Pero, apunta Vallarino, para poder alcanzar la meta trazada y que la alianza logre operatividad, “se requiere de una política forestal clara y actualizada, además de un ordenamiento territorial determinante que ayude a fijar qué plantar y bajo qué condiciones”.

Panamá cuenta con regulaciones forestales, descritas bajo la Ley N° 1 del 3 de febrero de 1994 que vela por la protección, acrecentamiento, investigación, manejo y aprovechamiento racional de los recursos forestales del país; lo mismo que la Ley N° 24 del 23 de noviembre de 1992, que establece incentivos y reglamenta la actividad de reforestación.

No obstante, “se han quedado en el tiempo”, opina Vallarino, quien agrega que ambas normativas carecen de adecuaciones y mecanismos que desemboquen en un sector forestal productivo.

“Requerimos de una ley forestal vigente que promueva las plantaciones, contemple la articulación necesaria para el manejo de los bosques, que incentive y premie el cuidado forestal y que, además, promueva el desarrollo de las plantaciones comerciales y atraiga la inversión”, afirma la directiva.

RECUPERAR EL TERRENO

La Alianza por el Millón cuenta con una veintena de aliados de la empresa privada, el sector académico, medios de comunicación social, organismos sin fines de lucro y el sector ganadero.

El pasado mes de febrero, la Autoridad del Canal de Panamá se unió a la iniciativa, al igual que el Consejo Nacional de la Empresa Privada y, recientemente, la compañía L’Oreal Panamá.

La directora ejecutiva de la Asociación Nacional para la Conservación de la Naturaleza (Ancon), Rita Spadafora, menciona otros aliados como el Banco de Desarrollo Agropecuario y el Banco Nacional de Panamá, igualmente.

Como primer evento, la Alianza por el Millón convocará el próximo 29 de agosto a un Día Nacional de Reforestación en el Parque Nacional Camino de Cruces, para recuperar las áreas que han sido afectadas por la paja canalera y crear conciencia en la comunidad.

Sin embargo, la iniciativa buscará operar, a largo plazo, en cuatro componentes técnicos que incluyen las cuencas hidrográficas, la conservación de las áreas protegidas y de amortiguamiento, la restauración de áreas degradadas y la reforestación comercial para obtener materia prima.

“El país requiere ser reforestado. Y no en una zona específica, sino a lo largo y ancho de todo el país”, recalca la vicepresidenta de Anarap.

Actividades como la ganadería y la tala indiscriminada, a saber, han sido contribuyentes de la degradación boscosa del país.

Durante los últimos cinco años, el Instituto de Investigación Agropecuaria (Idiap) ha trabajado en actualizar la zonificación de suelos nacionales por niveles de nutrientes en las provincias de Los Santos y Herrera y en el distrito de Soná.

José Villarreal, jefe de laboratorios de suelos en Idiap, explica que el 75% de los suelos istmeños tiene aptitud para actividades forestales, mientras que el 25% restante es propicio para uso agropecuario.

Actualmente, se estima que el 40% de los suelos nacionales se utiliza en actividades agropecuarias. De esa cifra, Spadafora señala que el 25% del territorio es usado en ganadería, que se traduce en 1.7 millón de reses que cubren 1.9 millón de hectáreas locales.

La comarca Ngäbe-Buglé y Chiriquí cuentan con la mayor parte de suelos degradados en el país, continúa Spadafora, quien también mira con consternación los vestigios en Darién.

Para Villarreal, en tanto, zonas como el arco seco, lo mismo que algunas áreas en Veraguas, Darién, el oriente de Chiriquí, Colón, Bocas del Toro, la comarca Ngäbe-Buglé y el norte de Coclé son tierras fértiles.

La directiva de Ancon sostiene que la alianza apuesta por reforestar con especies nativas, “para recrear los bosques como eran antes”. En zonas cercanas a las fincas, por ejemplo, podría contemplarse la siembra de especies frutales, agrega Spadafora, quien explica que lograr este escenario representa una inversión millonaria que incluye la creación de viveros con los plantones necesarios.

En junio pasado, el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) aportó al Ministerio de Ambiente 17 millones de dólares para proyectos de reforestación que formarán parte de la Alianza por el Millón en la reforestación de las cuencas hidrográficas en los ríos Chiriquí, Chiriquí Viejo, La Villa, Chico y Santa María.

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