La atención a la salud mental en el ámbito educativo es un tema de creciente preocupación. La depresión y otros trastornos mentales afectan a un número significativo de estudiantes, según cifras del Ministerio de Salud. La tasa de suicidio hasta el 2018 en la República de Panamá es del 3.5% por cada 100 mil habitantes, con hospitalizaciones de jóvenes entre 15 y 29 años por esta causa. Por su parte, la Caja del Seguro Social (CSS) señala que el 3% de la población infanto-juvenil padece de depresión, siendo mayor en adolescentes con un 4% - 8%; mientras que es menor en niños escolares y aún menor en preescolares, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Las estadísticas muestran que unas tres mil personas acaban con su vida cada día y que el suicidio debe considerarse un problema de salud pública, ya que es la segunda causa principal de defunción en el grupo etario de 15 a 29 años. El abordaje es una alternativa que ofrece un contexto adecuado para que los jóvenes tengan un espacio de intercambio sobre la temática, y con carácter preventivo considerando que los jóvenes de estas edades están en los centros escolares unas 6 a 8 horas diarias, y suelen manifestar dificultades que los docentes y sus padres perciben. Generalmente, en estas edades, se observan cambios en la conducta y en el estado de ánimo.
La Prensa conversó con la psicóloga Geneva Serrano, quien considera que uno de los principales factores por los que los estudiantes se sienten tristes o ansiosos se debe en gran medida a que muchas veces se sienten presionados con la escuela o tienen problemas con amigos. A veces sienten que no cumplen las expectativas de sus familiares y/o amigos. Puede que estén pasando mucho tiempo en sus dispositivos electrónicos, lo que afecta su estado de ánimo. También pensar en el futuro y la carrera puede ser una causa de estrés.
Uno de los factores para identificar si un estudiante está triste o ansioso es observar cambios en su comportamiento o emociones. Dejan de disfrutar de cosas que antes les gustaban. Muestran dificultad para conciliar el sueño o alimentarse. Se aíslan socialmente.
Presentan malestares físicos o incomodidad sin causa aparente. Igualmente, considerar la tristeza y la ansiedad de los estudiantes en la escuela que suelen ausentarse de clases con frecuencia. Su rendimiento escolar puede disminuir. Les cuesta concentrarse o recordar cosas. Pueden empezar a usar drogas o alcohol. Suelen pensar en hacerse daño a sí mismos.
Normalicemos ir al psicólogo. Recordemos que la salud mental es tan importante como la física. Todos podemos hacer nuestra parte para apoyar a los estudiantes y crear un ambiente escolar donde se sientan seguros y comprendidos.
Geneva Serrano
Si los estudiantes se sienten tristes o ansiosos y no saben qué hacer, la recomendación por parte de la especialista es que hablen con alguien en quien confíen, como un amigo, un maestro o un consejero. Saber que está bien pedir ayuda y que no están solos. Tratar de hacer cosas que les hagan sentirse bien, como practicar deportes o arte. Aprender formas de relajarse, como meditación o respiración profunda.
Hasta este punto surge una interrogante: ¿Qué pueden hacer las escuelas para ayudar a los estudiantes que se sienten tristes o ansiosos? Es de suma importancia tener consejeros escolares con los que puedan hablar. Ofrecer grupos de apoyo o talleres sobre cómo manejar el estrés/ansiedad. Ayudar a los estudiantes a entender que no hay vergüenza en sentirse mal y buscar ayuda. Trabajar con profesionales de la salud mental, si es necesario.