En medio de la falta de datos actualizados y confiables sobre el estado de la educación en Panamá, la organización Jóvenes Unidos por la Educación (JUxLaE) ha lanzado una iniciativa clave para destapar la cruda realidad de las escuelas del país.
A través de una encuesta nacional, que incluyó testimonios de miembros de la comunidad educativa y evidencia fotográfica, JUxLaE ha logrado documentar las condiciones de los centros educativos más representativos.
Con 72 respuestas obtenidas de escuelas situadas en ocho provincias y dos comarcas, este diagnóstico ofrece una radiografía detallada del estado de las infraestructuras, los servicios básicos y los recursos en los centros educativos, revelando deficiencias críticas que afectan a miles de estudiantes panameños.
Los resultados preliminares de la encuesta son alarmantes. El 44.44% de las escuelas encuestadas reportaron graves problemas con la infraestructura: estructuras inestables, aulas improvisadas y baños completamente inservibles.

Uno de los testimonios más preocupantes describe la situación de una escuela donde “la estructura se encuentra inestable. Ya se cayó una losa y hay peligro”, una señal clara del riesgo constante que enfrentan estudiantes y docentes a diario.
Pero no solo se trata de lo que está caído, sino también de lo que falta, pues el 43.9% de las respuestas sobre infraestructura destaca la falta de espacios adecuados para actividades académicas y recreativas.
Las aulas son pequeñas, incómodas y, en muchos casos, las instalaciones no cumplen con las mínimas normas de seguridad. Esto, junto con los baños deteriorados, crea un entorno poco propicio para el desarrollo académico.
“Los baños están totalmente inservibles… tenemos que pasar muchas veces toda la jornada de clases sin poder ir al baño”, afirma otro testimonio, ilustrando las duras condiciones que deben enfrentar los estudiantes.
Servicios básicos: el desafío del siglo XXI
El problema no se limita solo a la infraestructura. El 16.67% de las escuelas reportaron carencias en servicios esenciales como agua potable, electricidad y conectividad.
Esta situación impacta gravemente el ambiente de aprendizaje, especialmente en zonas rurales y comarcales, donde la falta de acceso a internet y tecnologías limita la capacidad de los estudiantes para desarrollarse en un mundo cada vez más digitalizado.
“Los estudiantes no pueden acceder a internet, las computadoras no funcionan por falta de electricidad, y ni hablar del acceso a agua potable. Las condiciones son deplorables”, relata el estudio.
Mientras que el 13.89% indicó problemas con sillas, pupitres y tableros en mal estado, lo que dificulta la comodidad de los estudiantes y limita su capacidad para concentrarse en las clases. Además, el 8.33% reportó un déficit de personal administrativo y docente, lo que afecta directamente la operatividad de las escuelas y la calidad educativa que se brinda.

Un 5.56% de las escuelas indicó que no cuentan con libros de texto, recursos didácticos ni equipos adecuados para las clases. Esto dificulta aún más el aprendizaje de los estudiantes, sobre todo en áreas rurales, donde los recursos son limitados.
El ciclo de desigualdad: Las comunidades más afectadas
Lo más preocupante de este panorama es que las escuelas que enfrentan estas carencias se encuentran principalmente en las comunidades más vulnerables, aquellas que más necesitan un entorno adecuado para el desarrollo académico. Estas deficiencias estructurales y de recursos perpetúan el ciclo de desigualdad en el país, dejando a los estudiantes de las áreas más desfavorecidas sin las herramientas necesarias para tener éxito académico.
Los resultados de esta encuesta evidencian la necesidad urgente de una acción gubernamental. Las deficiencias en infraestructura y recursos no solo afectan la calidad educativa, sino que también contribuyen al aumento de las tasas de deserción escolar, especialmente en las áreas más vulnerables.
JUxLaE hace un llamado a las autoridades educativas y nacionales para que prioricen la mejora de las infraestructuras escolares, la provisión de servicios básicos y la capacitación del personal docente y administrativo. Sin un cambio estructural, el ciclo de desigualdad socioeconómica que afecta a miles de estudiantes continuará, impidiendo que Panamá avance hacia una educación de calidad para todos.
Es hora de actuar: garantizar un entorno educativo seguro, digno y estimulante es fundamental para romper las barreras de la desigualdad y ofrecer a todos los niños y jóvenes panameños la oportunidad de un futuro mejor.