Los embarazos en niñas y adolescentes tienen repercusiones que se pueden medir no solo en términos de derechos humanos conculcados y esperanzas y proyectos de vida no concluidos.
Los costos de no poder acceder a una educación completa, de no poderse insertar al mercado laboral o acceder a trabajos remunerados, en el caso de la mujer; y de dejar de percibir ingresos en concepto de impuestos, al tiempo que se asumen los costos de atención del embarazo no intencional, en el caso del Estado; tienen un peso estimado en miles de millones de dólares sobre el producto interno bruto (PIB) del país y, en términos generales, sobre la sociedad.
Un estudio del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés), efectuado en seis países de la región de América Latina y el Caribe -Argentina, Colombia, Ecuador, Guatemala, México y Paraguay—, reveló que el impacto global del embarazo en la adolescencia (o costo de oportunidad promedio) se estima en 0.35% del PIB o el equivalente a 1,242 millones de dólares por país, por año.
El estudio también establece que el 81% del costo de oportunidad del embarazo en la adolescencia recae sobre las mujeres, ya que dos tercios del costo de oportunidad se explican por los menores ingresos laborales que obtienen las madres tempranas. en comparación con las que postergaron su maternidad a la vida adulta.
Inicialmente, Panamá formaba parte del estudio, pero la investigación local no pudo ser terminada. Está pendiente.
“El embarazo en la adolescencia y la maternidad temprana son fenómenos que no solo alteran las trayectorias de vida de miles de niñas y adolescentes de la región, sino que también inciden en el rumbo de las economías nacionales, comprometiendo su potencial de crecimiento y desarrollo. En este sentido, resulta fundamental que los países generen y profundicen en políticas públicas que logren reducir la cantidad de embarazos no intencionales en la adolescencia”, señala el estudio del UNFPA.
En la presentación del informe se destaca que para 2018 las tasas de fecundidad de adolescentes de entre 15 y 19 años y de jóvenes de 20 a 24 años en América Latina superaban las registradas en otras regiones con tasas globales de fecundidad similares. Además, que de los 777 mil embarazos en adolescentes menores a 15 años registrados en regiones en desarrollo en 2016, el 14% correspondieron a madres de América Latina y el Caribe, cuando las mujeres de menos de 15 años de la región representan solo el 8% del total mundial.
Asimismo, se precisa que según datos de 2016, el 74% de los embarazos en adolescentes en la región fueron no planificados, lo que advierte sobre la falta de inversión social en niñas y adolescentes para brindarles elementos que les permitan tomar decisiones sobre su reproducción con un criterio formado, informado, libre y oportuno.
Un factor que destaca en la región y que incide en la tasa de fecundidad adolescente —que quedó al descubierto con este estudio— es la prevalencia de las uniones tempranas. Se logró precisar que, en cada país, al menos 34% de las niñas de 10 a 14 años y al menos el 41% de las adolescentes de 15 a 19 años declararon estar -o haber estado- unidas al momento de tener su primer hijo. Frente a esto, se advierte de que las uniones tempranas “son la expresión de factores culturales y contextuales —como las desigualdades y violencias de género—”, y se dice a los países que deben “fortalecer la observancia de sus normas sobre estupro y el abuso sexual infantil, ya que la numerosa presencia de uniones tempranas pueden ser indicio de violaciones a los derechos de niñas y adolescentes de la región”.
La población objeto de este estudio abarca todas las mujeres que, al año de implementación, declararon tener entre 20 y 64 años. A su vez, para hacer comparaciones se segmentaron dos grupos de interés: Grupo 1 – Madres tempranas o mujeres que tuvieron un hijo en la adolescencia (10 a 19 años) y Grupo 2 – Madres adultas o mujeres que tuvieron un hijo en la edad adulta (20 a 29 años).
Impacto en la educación
De acuerdo con el estudio, el 18.6% de las mujeres que fueron madres en la primera década de la edad adulta (Grupo 2) alcanzó algún nivel de educación terciaria, contra el 6.4% de quienes fueron madres en la adolescencia (Grupo 1). Estos valores se traducen en una brecha de educación terciaria del 12.2% en promedio.
Tomando en cuenta la brecha educativa entre los dos grupos, los ingresos medios por nivel educativo y la tasa de ocupación en mujeres, se estima que el costo per cápita que afronta una mujer que fue madre en la adolescencia (es decir, su costo de oportunidad) fue de 573 dólares en el período de estudio (2018).
El costo de oportunidad corresponde a los gastos que se generan por cada niña o adolescente que atraviesa la maternidad temprana en cada una de las dimensiones objeto de este estudio.
Impacto en los ingresos laborales
Los ingresos laborales de las mujeres que fueron madres en la adolescencia son, en promedio, un 24% inferiores a los de las mujeres que fueron madres en la edad adulta. Esto se traduce en que, mientras que las mujeres de este último grupo tuvieron un ingreso anual promedio de 4,015 dólares, el de las del Grupo 1 fue de 3,068.
Por tanto, se estima que la brecha de ingresos tiene un costo per cápita de 948 dólares y un costo total (para los seis paises) de 5,091 millones 144 mil 338 dólares.
Impacto sobre la participación laboral
El estudio encontró que ambos grupos se encuentran considerablemente afectados por la inactividad laboral, sin embargo, son las mujeres del Grupo 1, es decir, las que fueron madres en la adolescencia, las que tienen más comprometida su participación en el mercado de trabajo. Las mujeres del Grupo 1 registraron una tasa de inactividad del 47%, frente al 42% de las que fueron madres adultas, una brecha relativa del 5%.
Aclara el estudio, que ese alto niveles de inactividad en el mercado laboral remunerado tiene su contracara en la alta carga de trabajo doméstico no remunerado que afecta a estas mujeres.
En cuanto al desempleo, la brecha promedio fue de 1.7%, pero se advierte de que el equipo se enfrentó a una barrera para hacer las comparaciones entre países, dada la heterogeneidad de las fuentes de datos y sus métodos de medición. Aún así, se estimó que el costo total de la brecha de participación laboral para los seis países del estudio es de 1,002 millones 242 mil 880 dólares por año.
Impacto en la actividad productiva y el recaudo del Estado
Para esta medición, se calculó el costo de la actividad productiva, entendida como la suma de dos dimensiones: el costo del embarazo adolescente y la maternidad temprana sobre la participación laboral, y sobre los ingresos fiscales.
Se estimó que una mujer que fue madre en la adolescencia enfrenta un costo de 1,242 dólares anuales por su participación laboral disminuida (2018), lo que en términos del PIB varía desde 0.15% en Argentina hasta el 0.56% en Colombia, con un promedio de 0.29%.
Para estimar el impacto del embarazo adolescente y la maternidad temprana sobre la recaudación fiscal se tomaron como referencia los costos generados por la disminución de la recaudación a partir de los impuestos sobre la renta y al valor agregado (ITBMS, IVA o impuesto al consumo). Como resultado, el promedio del recaudo que deja de percibir el Estado por cada mujer que fue madre en la adolescencia es de 110 dólares anuales, y de 746 millones 118 mil 322 dólares en 2018 para los seis países: el 56% por concepto de IVA y el 44% por concepto de ISR.
Federico Tobar, asesor de UNFPA sobre derechos sexuales y reproductivos y uno de los expertos que elaboraron el estudio, expresó que uno de los aspectos más importantes que queda reflejado en este estudio es que el rezago que le queda a la mujer que ha tenido un embarazo en la adolescencia y, por ende, una maternidad temprana, es de por vida. “El costo del parto no es reiterado, pero el costo de la renuncia del impuesto para el Estado y el de la brecha para la mujer se mantiene a lo largo de la vida productiva. Si lo miramos desde una perspectiva longitudinal tendríamos que pensar cada año que hay 10 mil embarazos adolescentes, estos suman un costo, que se va sumando a los del año anterior, es decir que hay un efecto agregado acumulativo que llega a representar más del 10% del PIB a lo largo de la historia laboral de esa mujer”, remarcó Tobar. Esto representa, añadió, tener 45 días parada la economía en su conjunto.
Estos números, manifestó, indican que se está acumulando una población con un hándicap muy grande, porque de los hijos de madres adolescentes la probabilidad de vivir su vida bajo línea de pobreza es 50% superior que el de aquellas que se convirtieron en madres en la edad adulta, y si esta tiene que interrumpir sus estudios para trabajar y dividir esos ingresos entre ella y su hijo, automáticamente pasa bajo la línea de pobreza.
Añadió que la probabilidad de que esa mujer viva su vida con oportunidades económicas cercenadas y de que esos hijos tengan sus oportunidades limitadas es muy grande.
Desde la perspectiva de Tobar, de todos los indicadores sociales de un país la tasa de fecundidad adolescente es la que dirá si el país va en vías de progresar o si va a tener momentos de avance y de retroceso, porque en la medida que se preservan tasas de embarazo adolescente por arriba de la media mundial —y los niveles actuales son muy altos— lo mas probable es que se genere una sociedad muy polarizada, con grandes niveles de inequidad, porque aunque la economía crece, también crece la pobreza y la marginación.
Aunque las cifras de Panamá no hacen parte del estudio presentado, a la luz de sus resultados es importante tener en cuenta que en 12 años —entre 2007 y 2018—, en Panamá se registraron 169 mil 401 nacimientos vivos en menores de 10 a 19 años, un promedio de 14 mil 116 por año. Del total de nacimientos, 6 mil 993 fueron en niñas de 10 a 14 años.
Además, de acuerdo con la información más reciente disponible, en Centroamérica, Panamá es uno de los tres países con la tasa más alta de fecundidad en adolescentes de 15 a 19 años, entre los años 2010 a 2015. La lista la encabeza Nicaragua, con 92.8 nacimientos por cada 1,000 jóvenes; seguida por Guatemala, que tiene una tasa de 84 nacimientos por cada 1,000 jóvenes, y luego Panamá, con 78.5 por cada 1,000 jóvenes.
En un reciente webinar sobre embarazos no intencionales, Alma Camacho Hubner, asesora en Salud Sexual y Reproductiva del UNFPA para América Latina y el Caribe, preciso que la tasa de fecundidad específica en adolescentes en la región se redujo de 65.6 en el periodo 2010-2015 a 60.7 en el período 2015-2020, una reducción del 7.47%, de acuerdo con un reporte reciente de la División de Estadísticas del Sistema de Naciones Unidas. Sin embargo, remarcó que las estadísticas también revelan que se está dando un aumento en la fecundidad en niñas menores de 15 años.
Camacho-Hubner destacó hoy -durante la presentación del informe- que a pesar de todas las noticias negativas que arroja el estudio también hay una positiva que mencionar, y es que en Unfpa saben lo que tienen que hacer para atender el tema y están trabajando con los países: intervenciones integrales multicomponentes (acceso información y servicios, consejería, empoderamiento). Indicó que estas intervenciones son efectivas y de bajo costo y deberían estar disponibles para todos los y las adolescentes.