Los acontecimientos del 9 de enero de 1964 sacudieron al país. Desde Chepo hasta Changuinola, surgieron protestas en solidaridad con los jóvenes estudiantes atacados mientras reclamaban la soberanía nacional.
En una de las reacciones espontáneas del interior del país para apoyar a la capital, que enfrentaba una crisis humanitaria al atender a cientos de heridos por balas y metralla, la ciudad de Las Tablas organizó una colecta de sangre. Estas donaciones fueron transportadas por avión a la ciudad de Panamá el 10 de enero de 1964.
El piloto y la misión
Justiniano “Tanano” Montenegro Barahona, nacido el 27 de enero de 1927 en El Carate de Las Tablas, fue un piloto empírico que voló durante 45 años, operando alrededor de 30 tipos de aeronaves. Aunque sin estudios técnicos formales, su inteligencia y dedicación lo llevaron a realizar innumerables vuelos, muchos de ellos gratuitos, para transportar enfermos y mercancías en la región de Azuero.
El 10 de enero, mientras las dos televisoras nacionales y varias estaciones de radio pedían donaciones de sangre para los hospitales de la ciudad, en Las Tablas, bajo la coordinación del médico Publio Toala del Hospital Gerardino De León, se logró recolectar varias pintas. Montenegro ofreció su avión, un Cessna 170 monomotor de cuatro asientos, para transportarlas junto con el doctor Toala.
El vuelo y el desafío
El profesor Justiniano Montenegro, hijo del piloto, relata lo que su padre vivió aquel día: “No tenía temor al realizar el vuelo; sabía que era un aporte importante para los heridos de los sucesos del 9 de enero. Como panameños, debíamos ayudar en lo que fuera necesario”.
Sin embargo, la misión enfrentó un momento crítico. Al acercarse al espacio aéreo de la ciudad, un avión caza estadounidense apareció junto a ellos, indicándoles que cambiaran de rumbo. Poco después, un segundo caza se unió, generando una situación de alta tensión.
“El doctor Toala estaba muy preocupado, pero le pedí que se encomendara a Dios, la Virgen y Santa Librada. Intentamos mostrarles las bolsas de sangre que llevábamos, visibles por la cercanía de los cazas. Finalmente, uno de los pilotos nos hizo la señal de OK, nos escoltaron por unos minutos y luego cambiaron de rumbo”, narró Montenegro.
El Cessna aterrizó en el aeropuerto de Paitilla, donde una ambulancia esperaba para llevar la sangre al Hospital Santo Tomás. En ese momento, el tráfico en el Puente de las Américas estaba controlado por tropas estadounidenses, por lo que el transporte aéreo era la opción más segura. Aunque se desconoce cuántas vidas se salvaron gracias a la donación, el acto de solidaridad quedó grabado en la memoria del país.
Valentía y legado
Sobre el impacto de este vuelo, el profesor Montenegro reflexiona: “Mi padre sufrió cada vez que recordaba el vuelo sobre la Zona del Canal. Era una persona valiente, con valores profundos de solidaridad y determinación. Su carácter se forjó trabajando duro en el campo y confiando en las personas”.
En la década de 1970, Montenegro y su familia se trasladaron a la ciudad de Panamá, donde continuó su labor como piloto. Se destacó como “rastreador”, ayudando a ubicar aviones accidentados en Las Perlas, Guna Yala y Darién. En 2002, el aeropuerto de Pedasí fue nombrado “Capitán Justiniano Montenegro Barahona” en su honor. Su último vuelo lo realizó en 2006, y falleció el 7 de noviembre de 2022.