‘En Panamá, falta trabajar más en el tema de la tuberculosis’ : Goodridge

‘En Panamá, falta trabajar más en el tema de la tuberculosis’ : Goodridge


La tuberculosis vuelve a propagarse en todo el mundo, debido a la pandemia de la enfermedad covid-19 y a sus confinamientos, que limitaron las pruebas de detección y el acceso a los cuidados.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recientemente planteó que “es la primera vez en muchos años que se reporta un aumento del número de personas enfermas de tuberculosis y de tuberculosis resistente a los medicamentos”.

En Panamá, el descalabro que se produjo a la hora de acceder a los servicios se observa hoy en las estadísticas, ya que el diagnóstico de esta enfermedad ha aumentado este año con respecto al 2021.

Los datos de Epidemiología del Ministerio de Salud (Minsa) muestran que hasta la semana epidemiológica 45 (del 6 al 12 de noviembre) se contabilizaban en el país 1,318 casos de tuberculosis pulmonar y 166 de tuberculosis extrapulmonar —causada por Mycobacterium tuberculosis—.

Mientras que el año pasado, para la misma semana se registraron 1,098 casos de tuberculosis pulmonar y 133 casos de tuberculosis extrapulmonar. Es decir, que este año se tienen 220 más casos de tuberculosis pulmonar y 33 de tuberculosis extrapulmonar.

Amador Goodridge, científico del Instituto de Investigaciones Científicas y Servicios de Alta Tecnología (Indicasat) y presidente de la Organización Panameña Antituberculosa (OPAT), en una entrevista con este medio en el marco de los 70 años de la organización, habla de los retos, logros y cómo la pandemia de la covid-19 ralentizó considerablemente el progreso en la lucha contra la tuberculosis.

Entre los retos planteados por Goodridge para avanzar en contra de la tuberculosis está fortalecer el diagnóstico de la enfermedad en la red de atención primaria o en los centros de salud.

También el país debe trabajar en implementar estrategias de diagnóstico de tuberculosis materna y congénita, para evitar la muerte materna en áreas comarcales y rurales, e implementar metodologías y pruebas rápidas y estrategias de diagnóstico de tuberculosis infantil y tuberculosis congénita en todo el país.

Además, Goodridge consideró que se deben realizar estudios (con rigor científico) de nuevos esquemas de tratamiento acortado de tuberculosis multidrogo resistentes (resistente a los medicamentos utilizados), infección latente y de tuberculosis infantil.

“Solo vimos un descenso en el número de casos de tuberculosis en la pandemia durante 2020 y 2021, a consecuencia que los pacientes no tuvieron acceso a los servicios de salud gratuitos que ofrece el Minsa y la Caja de Seguro Social (CSS) para el diagnóstico y tratamiento de la tuberculosis. Esto provocó que muchos pacientes se quedaran en casa, contagiando a otras personas como familiares y amigos”, subrayó.

Ante este escenario, manifestó que el papel que ejecuta la OPAT es clave, ya que contribuye a velar no solo por los derechos a la salud de las personas afectadas por la enfermedad, sino que también porque los proveedores (públicos y privados) dispongan de los recursos técnicos y financieros para un apropiado diagnóstico de forma temprana y para continuar con la educación efectiva de nuevas generaciones que se exponen diariamente a este flagelo.

A su juicio, la tuberculosis no se ha logrado erradicar por la falta de integración del sistema de salud, pacientes y sociedad civil. “Necesitamos unir esfuerzos coordinadamente para poder cerrarle el paso a la tuberculosis. Ya no es suficiente con poseer la mejor tecnología”, acotó.

En ese sentido, se cuenta con equipos automatizados de última generación que pueden diagnosticar la tuberculosis multidrogo resistente en dos horas, pero falta integrar a los ciudadanos a la prevención.

Para Goodridge, otro aspecto que influye es que Panamá invierte muy poco en la lucha contra la tuberculosis; incluso a la OPAT le tocó apoyar al país en la búsqueda y adquisición de financiamiento internacional a través del Fondo Global para la Lucha contra Tuberculosis, Malaria y VIH, que de 2016 a 2021 brindó financiamiento para el fortalecimiento del diagnóstico, entrenamiento de personal de salud y de promotores, fortalecimiento de la normativa y planes nacionales.

Durante esos seis años, se logró un financiamiento para el país de alrededor de $3 millones; sin embargo, se requiere mucho más recurso para fortalecer la participación de la sociedad civil en la estructura de prevención de tuberculosis en el país.

La oportunista

La tuberculosis es la enfermedad oportunista más común entre los pacientes de síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), por lo que Goodridge manifestó que aún está pendiente integrar, en el discurso del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y el sida, el riesgo notable de la coinfección con tuberculosis.

Datos del Informe Mundial de Tuberculosis 2022 de la OMS muestran que el año pasado hubo 318 pacientes con VIH diagnosticados con tuberculosis.

Goodridge señaló que en Indicasat se ha consolidado un equipo de investigadores que estudia la bacteria que causa la tuberculosis, los biomarcadores de la respuesta del hospedero (donde se aloja la la bacteria), tuberculosis bovina, así como los aspectos de la confección con VIH, nutrición y “gastos catastróficos de pacientes” durante el tratamiento, entre otros aspectos.

Estos trabajos se realizan en colaboración estrecha con investigadores de CSS, Minsa, Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud y Universidad de Panamá, entre otras entidades.

La situación que se origina en Panamá es global, pues se calcula que hubo 10.6 millones de nuevos pacientes en 2021, un 4.5% más con respecto a 2020, según los datos recogidos en el informe.

Si bien es prevenible y curable con un régimen farmacológico de cuatro a seis meses, también ha sido la infección más letal del mundo hasta que la covid-19 le arrebató el primer puesto.

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