Los retrasos en la compra de medicinas en la Caja de Seguro Social (CSS) generan inconformidad entre la población asegurada del país.
Sin embargo, para los pacientes que padecen de enfermedades crónicas y degenerativas la situación ha llegado a un punto en que sus vidas corren peligro.
Y es que muchos se enfrentan a una condición de salud cada vez más débil, pues hay pacientes de cáncer que llevan hasta un año sin recibir sus fármacos.
Ante este escenario, las autoridades de la CSS trabajan bajo presión con la promesa de subsanar los problemas administrativos y atender las necesidades.
RIESGO
Los pacientes con mieloma, linfoma y leucemia que reciben atención en el servicio de Hematología de la Caja de Seguro Social (CSS) llevan meses en espera de medicamentos para sus tratamientos.
La situación pone en riesgo sus vidas, ya que la interrupción del tratamiento genera que la enfermedad gane terreno en el organismo.
Un ejemplo es Deily Díaz, de 52 años de edad y oriunda de la provincia de Veraguas, quien desde octubre de 2015 no recibe su tratamiento, que consiste en cuatro ampollas de bortezomib cada tres mes.
Díaz cuenta que su vida cambió cuando en octubre de 2010 fue diagnosticada con mieloma (tumor formado por células de la médula ósea) y luego, en mayo de 2011, fue sometida a un trasplante.
No obstante, el panorama con el pasar de los años se le ha complicado, debido al desabastecimiento de medicinas que enfrenta la CSS.
Así consta en una nota de certificación médica de atención, firmada por su doctor, Dimas Quiel; por el jefe de Hematología, Ricardo Aguilar; y por el subdirector médico del Complejo Hospitalario Arnulfo Arias Madrid, Galen López.
La misiva, fechada en julio de este año, indica que el mieloma ha progresado por falta de medicamento y por ello la decisión de los médicos de cambiarle el tratamiento para lenalidomida de 25 miligramos (mg) cada día por 21 días y dexametasona 40 mg los días 1, 8, 15 y 22 de cada ciclo.
En el documento, los galenos plantean no tener conocimiento si en las instalaciones de la CSS disponían de esos fármacos para el tratamiento continuo de la paciente.
Cuando Díaz acudió en busca de sus medicamentos no había. Es decir, se quedó sin tratamiento.
“Actualmente, Dios es mi única medicina. Él es grande y bondadoso”, exclamó.
“Nadie sabe lo que estamos viviendo cientos de pacientes con cáncer. Por favor, compren mi medicina”, manifestó.
Otra paciente que está en espera de su medicina es la santeña Benilda García, quien desde 1999; es decir, hace 17 años, lucha contra un mieloma múltiple crónico.
García manifestó que la última vez que retiró el fármaco nilotinib fue el pasado 18 de agosto.
“Ahora, cuando llamo a la farmacia y digo que soy paciente de Hematología, la respuesta es cerrar el teléfono. Claro, porque no hay medicinas”, dijo.
García mostró la receta de la medicina que está pendiente por entrega, la cual, advirtió, es muy costosa.
Solo un frasco de 128 pastillas tiene un valor de más de 4 mil dólares y debe tomar cuatro por día, dos en la mañana y dos en la tarde.
ESPERA UN TRASPLANTE
Las historias de Díaz y de García tienen un punto en común con la de Julio Cabrera, de 37 años de edad: la falta de medicinas.
Cabrera debía ser hospitalizado a principios de septiembre pasado para un trasplante de médula ósea, pero debido al desabastecimiento esto no ha sido posible.
Su madre, Inocencia García, señaló que ella, como donante, y su hijo, deben tomar varias medicinas antes y después del trasplante, que no hay en la CSS.
Entre los fármacos, García citó el tacrolimus, el neupogen y el micofenolato.
“Es muy triste la situación que se registra en las instalaciones de la Caja, pues pone en riesgo la salud y vida de los pacientes. Aunque los médicos tratan de buscar otras opciones, en muchos casos no hay”, puntualizó García.
‘UN PROBLEMA CRÓNICO’
La presidenta de la Asociación Panameña de Pacientes y Parientes con Enfermedades Hematológicas, Faustina Díaz, calificó el desabastecimiento de medicinas como un problema crónico, que lleva meses.
“Lo usual es que hagan falta medicamentos. La situación se ha agravado desde 2015 y ha llegado a su peor momento durante este año. Hemos llegado al punto de que no tenemos lo básico, como acetaminofén, diclofenaco, solución para venoclisis y hasta papel higiénico”, denunció.
Atribuyó la situación a la ineficiencia administrativa de la CSS en sus procesos de compra, a las restricciones de la Dirección de Farmacia y Drogas del Ministerio de Salud y la Contraloría General de la República, y a la falta de interés de las autoridades para buscar una solución.
Díaz sostuvo que hay que insistir en que los pacientes necesitan fármacos de forma oportuna, segura y eficaz, y que no se trata solo de comprar medicamentos, sino que estos sean confiables.
CONTEXTO
El desabastecimiento de fármacos en la CSS se agravó en febrero pasado, cuando la CSS licitó la compra de sustancias controladas y narcóticos y exigió que los oferentes tuvieran certificados de la Foods and Drugs Administration de Estados Unidos o de la European Medicines Agency (FDA y EMA por sus siglas en inglés, respectivamente).
Lo anterior se convirtió en requisito esencial para que las compañías pudieran ser adjudicatarias de los renglones de medicamentos para el tratamiento de enfermedades como cáncer, esquizofrenia y VIH.
Esta situación originó una polémica nacional, que dividió la opinión de los involucrados. Por un lado, la CSS y las asociaciones de enfermos, que ven en la exigencia de los requisitos una forma de obtener productos de mayor calidad; y del otro, el Ministerio de Salud, la Contraloría General de la República y los gremios empresariales, que consideran que la medida afecta la libre competencia y que los documentos que se exigen no son necesarios.
En este escenario, la Federación de Pacientes con Enfermedades Crónicas y Degenerativas presentó en febrero pasado un amparo de garantías constitucionales ante la Corte Suprema de Justicia, que, según el director de la Caja, Estivenson Girón, no ha sido resuelto todavía.
Pese a ello, Girón aseguró que desde la institución se está haciendo todo lo posible para comprar estos medicamentos y garantizar la atención a todos los asegurados.
“Estamos haciendo uso de lo que la ley nos permite para comprar estos medicamentos”, afirmó.
El primer paso fue dado el pasado 29 de septiembre, cuando se realizó el acto de procedimiento excepcional para la compra directa de medicamentos e insumos por $24 millones, en el que se incluye algunos fármacos para el cáncer.
REALIDAD PARALELA
Emma Pinzón, vicepresidenta de la Federación de Pacientes con Enfermedades Crónicas y Degenerativas, dijo estar “preocupada”, toda vez que la interrupción de los tratamientos se traduce en un “evidente desmejoramiento de nuestra calidad de vida”.
Por su parte, Aníbal Villa-Real, director del Instituto Oncológico Nacional (ION), agregó que cuando un paciente deja de recibir sus fármacos de manera prolongada, lo que sucede es que los efectos logrados por las medicinas se revierten.
Así mismo, estimó que una persona puede pasar entre dos y tres meses sin un medicamento y las consecuencias “no serían significativas”, aunque reconoce que la “angustia” del paciente es grande.
Sobre el abastecimiento de medicinas en el ION, la realidad es distinta, la falta de medicinas es la excepción y no la regla, dijo.
Villa-Real indicó que ellos hacen sus propias compras y diseñan el presupuesto en función de la demanda que calculan van a tener en el siguiente período fiscal, incluyendo una proyección en el posible aumento de casos.
“Hacemos las compras cada dos años para disminuir un poco el exceso de trámite burocrático que suponen los actos públicos”, dijo.
De hecho, el ION destina el 46% de su presupuesto anual a la compra de insumos y fármacos.
Este año, por ejemplo, maneja un monto de 86.2 millones de dólares, de los cuales, 39 millones de dólares se destinan a ese renglón y el resto se distribuye en pago de la planilla, compra de equipos, entre otros.
Las estadísticas del ION revelan que por año se atiende en las consultas a una población de 103 mil 870 personas, de las cuales, 83 mil 84 (80%) son pacientes de la CSS y 20 mil 786 (20%) no son asegurados.