Numerosas dependencias de la Universidad de Panamá (UP) han firmado acuerdos con la Fundación Universidad de Panamá (Fudep), cuyo único propósito es hacer que el dinero que generan en actividades de autogestión vayan a las cuentas –hasta ahora inauditables– de esta fundación.
Estos acuerdos datan, incluso, de un año después de que se creó Fudep. Por ejemplo, uno es de 1996, cuando Gustavo García de Paredes, por parte de la UP, y la Fudep, firmaron el “convenio para la ejecución de proyectos y otras actividades”.
Ahí se fijaron las reglas para que Fudep se dedicara a la “comercialización, supervisión o actividades especiales que la UP le asigne”. Como se ve, Fudep nació como una dependencia de la UP. Pero hoy el tema económico es el centro de una controversia con la Contraloría General de la República, que ha visto obstaculizado sus intentos de auditar Fudep.
Además, este acuerdo señalaba que la UP “identificará proyectos, servicios” y actividades que involucren “actos de comercialización, administración, supervisión y otras gestiones especiales que la UP, por su propia naturaleza no pueda realizar”, para que los realice la fundación, distribuyendo 15% para la operación de la fundación y 85% para la Universidad.
Y que este 85% se entregaría a la UP en equipo de oficina, técnico y científico, “con la fiscalización de las autoridades”, las cuales no incluyen, por lo que se puede ver, a la Controlaría.
Existe otro convenio, de 2009, suscrito entre el rector García de Paredes y el abogado Jorge Federico Lee (hoy expresidente de Fudep), para que el pago por los servicios del Instituto Especializado de Análisis (IEA) –el que más servicios factura en la UP– se haga a nombre de Fudep; acuerdo este que refrendó la entonces contralora Gioconda Torres de Bianchini.
De los 13 institutos que posee la UP, el IEA quizás tenga el rol más prominente, ya que, por ley, se encarga del análisis de los medicamentos y productos cosméticos para sus respectivos registros sanitarios, sin contar una variedad de servicios científicos, como análisis de alimentos, bebidas y otros estudios que se hacen con equipos valorados en $2 millones, pagados con fondos estatales de la UP.
A ello hay que agregar un presupuesto anual de 1 millón de dólares para el funcionamiento del IEA, cuyos recursos provienen de las arcas estatales, explicó su director, Vasco Duke.
Mediante este convenio, Fudep se comprometió a “llevar un registro separado de sus otras actividades, de todos los servicios brindados por el IEA... que podrá ser auditado por la Contraloría General de la República”. El acuerdo prevé que Fudep deduzca el 10% del monto total de los pagos para el “manejo, administración y promoción de los servicios” del IEA.
Y no son los únicos acuerdos. Existe otro, que data de 2013, entre Fudep y la UP, y cualquier “facultad u actividad” firmante en el que “Fudep conviene y acepta recibir y administrar los fondos por análisis de producto, servicios de docencia, capacitación y entrenamiento”.
Aunque estos convenios confirman que Fudep se financia con actividades de autogestión de la UP –cuyo presupuesto para 2015 es de $214.5 millones, provenientes de las arcas del Estado– el rector García de Paredes, en una carta dirigida a este medio, insistió en que “Fudep es un ente con personería jurídica de derecho privado” y no es dependiente de la UP.
Los directivos de la fundación también se niegan a rendir cuentas, aunque los acuerdos firmados indican en algunos casos que son fondos auditables por el Estado.
“Por ley no podemos aceptar que la Contraloría nos venga a auditar. Aquí hay una resolución de Contraloría, que quieren hacer un audito. Se les va a proporcionar la información, pero no le permitiremos entrar en nuestros libros, porque legalmente no tiene asidero”, dijo el abogado Virgilio Vásquez Pinto, vocal de Fudep.
Vásquez Pinto –exdirector de Asesoría Legal de la UP– representó a García de Paredes, en 1999, en una demanda contra el subcontralor, que se negaba a refrendar planillas de la UP que contenían un incremento salarial para el rector y otros funcionarios.
La renuencia al audito de Contraloría también la expresa García de Paredes, presidente de la Asamblea General de Fudep –su “órgano supremo”–, que aprueba el presupuesto anual de gastos e inversiones.
“[La Contraloría] ha pedido explicaciones, pero es que la fundación es un ente privado. La Universidad no tiene un ente privado. [Fudep] es un ente privado que ayuda a la institución, de manera que de ahí sí vienen apoyos a la institución, en equipos mayoritariamente, pero de aquí [de la UP] no salen dineros para la Fundación”, salvo para su oficina y un funcionario, dijo García de Paredes recientemente.
Pero las evidencias dicen lo contrario. La Prensa encontró documentos que revelan que la UP le transfirió dinero a Fudep, como por ejemplo, en 2014, por $114 mil; y pruebas de que la fundación usufructúa del trabajo de docentes, científicos, bienes y equipos de la UP.
El rector negó que el dinero de los institutos de la UP se trasladen a Fudep, salvo los “fondos del extranjero para investigaciones que algunos institutos lo manejan a través de la fundación”. Pero, ¿por qué la UP necesita de un intermediario privado para manejar y recibir fondos de las dependencias de la UP?Si bien Fudep pueda que sea un ente privado, los fondos con los que trabaja son públicos.
Así opina, por ejemplo, su expresidente (2009-2012) y suscriptor del acuerdo entre la UP y el IEA, el abogado Jorge Federico Lee.
Lee subraya que “es incuestionable que los fondos del IEA, cuya administración se encomendó a Fudep en virtud del convenio marco de cooperación suscrito con la UP, tienen la condición de fondos públicos” y por ello, la Contraloría “tiene la atribución legal de auditar y fiscalizar su correcto uso”, dijo.
Añadió que los fondos del IEA que administró Fudep “fueron escrupulosamente manejados y, precisamente, debido a que son fondos públicos, la fundación abrió una cuenta especial en la Caja de Ahorros para segregarlos de los fondos propios de la fundación y permitir su fácil fiscalización”. Pero las acciones de la actual directiva rebaten las palabras, pues Fudep, actualmente, se niega a rendir cuentas.
PALABRAS VS. HECHOS
Operar a través de Fudep le permitió al IEA sobrevivir porque el trabajo científico no puede someterse a los largos procesos burocráticos, alega Vasco Duke, químico del IEA desde hace 45 años y en los dos últimos, su director .
“Si se me daña en [el laboratorio de] bacteriología el acondicionador de aire, ¿Qué hago?... ¿Usted cree que las bacterias me van a aguantar dos semanas?... Entonces, si yo tengo platita en la fundación, yo digo: ‘cómprame un motor tal’; yo consigo tres cotizaciones en el mercado... lo compro y lo monto, y en dos días tengo andando el laboratorio. Salvé las bacterias de una muerte inminente”.
Los pagos por estudios de calidad de aire y agua siempre se han desembolsado a la fundación, confirmó, pero “la Universidad hace muchas otras cosas, no solamente con el laboratorio, [la fundación] trabaja con diversas facultades en mil cosas”.A su juicio, a Fudep la “han diabolizado”. Dice que ante los medios, “es un centro en el que todo el mundo se rebusca... No es cierto, esa fundación es de las entidades más auditadas. La Contraloría ha ido en los últimos 4 o 5 años y no han encontrado nada”.
Pero la afirmación no es del todo cierta. Cuando las autoridades intentan auditarla se topan con un muralla de obstáculos. Así consta en un expediente de la Autoridad Nacional de Transparencia y Acceso a la Información, en el que reposa la denuncia de un excolaborador del IEA por desvío de fondos de autogestión a Fudep, con copia –incluso– a la Contraloría.
Cuando el otrora Consejo de Transparencia solicitó examinar la denuncia –según una misiva de 2010–, su director, Jerónimo Averza, le aplicó la misma retórica que envió a la Contraloría en 2015: Fudep “es una asociación de derecho privado... está excluida de las entidades públicas... el examen de documentos privados solo puede hacerse por mandato de una autoridad competente”.
Vasco Duke, otro directivo, dijo que “los libros están abiertos. Aquí no hay nada que esconder ... por lo menos eso me ha dicho el doctor Averza”.
SÍNDICOS DE PESO
Averza, exdirector del IEA (1994-2011), es de la directiva de Fudep desde su creación. Hoy es el secretario, y aunque los directivos son “ad honórem”, es asalariado en la UP como “asesor” del IEA.
A su vez, es síndico fundador de Fudep, y lo acompañaron en la nómina de 1995 personalidades como Ricardo Arias Calderón, Federico Humbert [padre], Rodrigo Moreno, Nicolás A. Barletta, y otros 33 notables.
“Entramos de buena fe”, contó el arquitecto Ricardo Bermúdez, desde 2001, síndico. “Firmamos en la Colina, la primera y única vez. Nunca nos llamaron para nada”.
La escritora y médico Rosa María Britton ingresó a Fudep en 2006, pero dijo que desconocía ser parte de esta hasta que nueve años después de figurar en el acta, La Prensa la contactó.
Samuel Lewis Galindo fue síndico (2006-2008) y recuerda que se reunían “muy poco, una vez al mes... Los síndicos daban su opinión de lo que debía hacerse para dar a conocer más la Universidad y el papel que ella juega en el desarrollo del país”, de rescatar la alma máter.
“No era una cuestión de recaudar fondos ni de participar en alguna actividad dentro de la Universidad, sino, más bien, de divulgar la Universidad”, expresó.
Hoy se desconoce quiénes son los síndicos, pues no está claro en las actas del Registro Público. Algunos no han renunciado, como en el caso de Bermúdez, y desconocen que son parte de esta fundación.
En este enlace encontrará una carpeta con todos los convenios y documentos juntos que respaldan esta investigación en su segunda parte. Las pruebas (cheques, ordenes de compra, facturas, cartas, etc.) que respaldaron la primera parte de esta investigación El hueco sin fondo de Fudep están en el enlace "Las pruebas".