El reto científico de Panamá es lograr un Centro Regional de Innovación en Vacunas y Biofármacos, sin embargo, el camino es árido, pues la entidad que lidera su creación es la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt), la cual tiene un presupuesto anual limitado.
El ambicioso proyecto, que está en sus fases iniciales, surgió en medio de la pandemia de la enfermedad covid -19 que evidenció la necesidad que tiene Panamá de apoyar e impulsar el desarrollo, la investigación y la producción de vacunas y biofármacos, para no depender solamente de las grandes empresas productoras, como ocurre en este momento.
La ejecución del proyecto comenzó en el tercer trimestre del año 2021, aunque con marcadas limitaciones económicas, ya que para poder comenzar la entidad requirió un crédito extraordinario de $2.5 millones, que fue aprobado en junio de ese año.
La iniciativa científica tiene dos fases: la primera es la creación del centro de investigación y desarrollo de vacunas y la segunda la construcción de la planta piloto de producción de vacunas.
La primera fase tiene un costo de $8 millones, de las cuales se han invertido $1 millón y se han comprometido $3 millones.
Así lo precisó el secretario nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, Eduardo Ortega Barría, quien detalló que se espera que la primera fase concluya a principios de 2024.
Mientras que para la ejecución de la segunda fase, que es la construcción de la planta piloto de producción de vacunas, se está negociando financiamiento en Estados Unidos en colaboración con Texas A&M University; también se ha solicitado financiamiento al Korean Trust Fund para realizar la factibilidad de la planta piloto.
En este sentido, en febrero del año pasado visitó el país, David Eastes, representante de Texas A&M University Health Science Center, acompañado del abogado Rodolfo De La Guardia, con la intención de fortalecer los lazos de cooperación con la Senacyt para colaborar en llevar adelante este centro.
Ortega Barría manifestó que el costo de la planta dependerá del tipo de vacunas y el número de dosis que se determine producir.
Además, otro factor determinante es su diseño: modular versus acero y cemento. Se ha estimado en unos $50 millones, añadió el secretario nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación.
La búsqueda de socios
El proyecto cuenta con socios locales como la Fundación Ciudad del Saber, el Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud, Instituto de Investigaciones Científicas y Servicios de Alta Tecnología de Panamá.
A nivel internacional Biological E de la India, y en Brasil se está en conversaciones con la Biomanguinhos, de la Fundación Osvaldo Cruz.
El esquema trazado para llevar adelante este proyecto ha sido presentado ampliamente a miembros de la Cámara de Comercio, Industrias y Agricultura de Panamá (Cciap), Panamá Pacífico, bancos privados y agencias de financiamiento.
“Hay interés en el sector privado, aunque limitado en este momento. Es un proyecto nuevo e innovador, fuera de lo que tradicionalmente hacemos en el país en el tema de investigación e innovación; por lo tanto, espero que el interés incremente en la medida que avancemos”, expresó Ortega Barría.
Un esfuerzo similar ha sido desarrollado de una manera sistemática y exitosa por países como Brasil, Argentina y México, donde ya existen productores nacionales públicos y privados de vacunas y biofármacos.
La necesidad de socios
Panamá para hacer realidad este proyecto requiere apoyo económico, ya que la Senacyt institución que tiene la bandera para llevarlo adelante por año tiene un presupuesto menor a lo solicitado.
Este año manejará un presupuesto de $49.6 millones, siendo este inferior con respecto al presupuesto de 2022, que fue de $50.4 millones.
La Senacyt logró $49.6 millones, luego de solicitar a la Comisión de Presupuesto de la Asamblea Nacional y al Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) una reconsideración en el proyecto de ley de presupuesto general por $8.6 millones.
Sin embargo, el resultado no fue el esperado, debido a que les aprobaron solo $3 millones adicionales, a pesar de que lo solicitado era para más inversión.
El presupuesto más alto del que dispuso la institución en los últimos años asciende a $58.7 millones y le fue otorgado en 2019, a pesar de que tiene bajo su paraguas los centros de investigación e innovación en la modalidad de asociación de interés público (AIP), con los que debe distribuir el presupuesto.
Panamá invierte alrededor de 0.13% del Producto Interno Bruto (PIB) en materia de ciencia, tecnología e innovación, lo que se reduce a 0.08%, al restar la inversión que en el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales hace Estados Unidos. Cuando la promesa de Gobierno fue de llegar al 1% del PIB.
Respaldo de científicos
Desde que el proyecto fue anunciado, los científicos panameños han planteado que un centro regional de vacunas y biofármacos es una necesidad imperiosa.
Por ejemplo, la directora de Farmacología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá y presidenta de la organización Ciencia en Panamá, Ivonne Torres Atencio, es una convencida de que un proyecto de esta magnitud requiere la inversión de múltiples actores y alianzas estratégicas para llevarse adelante.
Además, dijo que el centro será un AIP (asociación de interés público), por lo que buscará la colaboración de otros países de la región, aunque Panamá debe liderar la iniciativa.
Mientras que para el investigador clínico Xavier Sáez Llorens, tener un centro regional de innovación en fármacos y vacunas en Panamá es una necesidad imperiosa, tanto desde una perspectiva científica, como política y económica.
“La pandemia nos ha enseñado que supeditarnos a los demás países para acceder a medicamentos y vacunas de calidad nos mantiene en el subdesarrollo y la dependencia internacional”, opinó en su momento.
En tanto, la presidenta de la Cciap, Marcela Galindo, en la reunión mensual del movimiento Ciencia en Panamá, celebrada el 3 mayo de 2022, indicó que este centro pondrá a Panamá en la vanguardia de la investigación y fabricación de medicamentos especializados para cubrir las necesidades locales y regionales.