Las empresas farmacéuticas productoras de medicamentos y vacunas están poniendo su mirada en Panamá para la instalación de sus laboratorios de producción.
La última empresa que mostró interés en establecer su sede en el país fue el laboratorio de vacunas Prevention, Diagnosis, Treatment Inc. (PDTi), que busca un país para fijar sede en América Latina.
Los representantes del laboratorio sostuvieron el pasado 26 de octubre una reunión de acercamiento con las autoridades del Ministerio de Salud (Minsa), con la finalidad de conocer sobre las normas que rigen en Panamá, para establecer un laboratorio y las facilidades que el Gobierno ofrece a las empresas interesadas en invertir en el país.
La empresa PDTi se describe en su página web como una empresa de salud global con sede en Estados Unidos, especializada en vacunas, antivirales y otras tecnologías innovadoras de tratamiento preventivo.
De hecho, la empresa fue cofundada por el exdirector de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), Robert Redfield, y Yichen Lu, con quien trabajó más de 30 años en el desarrollo de vacunas y tratamientos contra el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida).
Redfield, un experimentado investigador del VIH, se desempeñó como director de los CDC desde 2018 hasta que finalizó el mandato del presidente Donald Trump a principios de 2021.
Entre los representantes de la empresa que participaron en la reunión estuvo el jefe de estrategia global de la empresa, Mitchell Wolfe, quien trabajó por 21 años en los CDC.
Mientras que en representación de Panamá estuvo presente la directora de Asuntos Internacionales y Cooperación Técnica del Minsa, Thays Noriega; Ismael Díaz, de la Dirección de Farmacia y Drogas; el asesor del Despacho Superior, Alessandro Ganci, entre otros.
Eduardo Ortega Barría, secretario nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, quien también participó de la reunión, indicó que le presentaron a los representantes de la empresa PDTi el proyecto del Centro Regional de Vacunas y Biofármacos.
Añadió que la empresa mostró interés por el proyecto y establecieron conversaciones para explorar una colaboración, pues ellos consideran que Panamá es el lugar ideal para establecerse por las ventajas logísticas y porque el país tiene la iniciativa de vacunas y biofármacos en marcha.
El objetivo es que los dos proyectos cooperen entre sí, por lo que las conversaciones entre ambas partes son claves, sostuvo.
“Hay un interés global por mejorar la disponibilidad de vacunas, en especial para países en vías de desarrollo que permitan tener medidas preparatorias para una futura pandemia”, dijo.
Por su parte, la directora del Departamento de Farmacología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá, Ivonne Torres Atencio, calificó que es positivo que se explore la instalación de un laboratorio de vacunas siempre que esté cónsono con el marco regulatorio local, transferencia de tecnología y conocimiento que beneficie a la ciencia de nuestro país.
“La idea de un hub farmacéutico consistía en atraer empresas al país, pero se debe manejar con un marco muy importante de diplomacia científica”, acotó.
La meta es un ‘hub’
Empresas farmacéuticas de Colombia y México, entre otros países, también han mostrado interés en instalar una planta de producción de medicamentos en Panamá.
Panamá busca convertirse en un hub farmacéutico regional para reducir los precios de las medicinas, generar nuevos productos y optimizar la formación de los profesionales desde el punto de vista técnico y científico.
El exrepresentante de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Jorge Luis Prosperi, señaló que promover la producción local de medicamentos debe ser una prioridad de nuestras autoridades, para ayudar a bajar el precio de las medicinas en las farmacias.
Añadió que se supone que las medicinas hechas en el país por la empresa privada, la Caja de Seguro Social o el Minsa deberían ser baratas, ya que no se deben importar.
A juicio de Prosperi, el éxito de una producción local depende directamente de la aplicación de las llamadas buenas prácticas de manufactura, a fin de certificar que todos los productos satisfacen los requerimientos de identidad, concentración, seguridad y eficacia.