Los pueblos empapados de pobreza que caminan entre montañas ricas en oro y cobre



En los confines olvidados por el Estado y enclavados entre imponentes montañas y majestuosos ríos están los distritos de Omar Torrijos y Donoso, en la provincia de Colón, y La Pintada, en Coclé, donde resuena una pregunta por estos días: ¿Qué haremos ahora, luego del fallo de la Corte Suprema de Justicia contra el contrato entre el Estado y Minera Panamá?

También, en estas tierras apartadas, donde el tiempo parece avanzar a su propio ritmo, emergen ciertas voces que claman por la partida de First Quantum de la región y abogan por que el Gobierno asuma el control de la mina para su cierre. De hecho, algunos de ellos mantuvieron cerradas, hasta el pasado 24 de diciembre, las vías que conducen al proyecto minero, pero fueron reabiertas por la Policía Nacional.

En medio de este debate hay una realidad. El último censo de pobreza elaborado por el Ministerio de Economía y Finanzas arroja una reveladora imagen de las carencias y el evidente abandono que afecta a estos remotos pueblos. En particular, en Donoso, epicentro de la concesión minera, el 64.5% de su población experimenta condiciones de vida en la pobreza, y un preocupante 33% se encuentra sumido en la extrema pobreza. De manera similar, en La Pintada, el 50% de su población se encuentra atrapada en los estratos de la pobreza.

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Búfalo de agua en Coclesito. Alexander Arosemena

El 27 de diciembre, La Prensa se sumergió en las profundidades de estos tres distritos con el propósito de explorar qué sucede en los alrededores de la mina y las opiniones de sus pobladores acerca de la decisión de la Corte, un mes después de su emisión. Como los más afectados por este veredicto, dado que una considerable proporción de su población dependía económicamente de la actividad minera, el tema aún perdura a flor de piel en estas serranías, cuyos suelos resguardan millones de dólares en minerales como el cobre y el oro.

De acuerdo con datos publicados por First Quantum, la mina de Donoso tiene 3 mil millones de toneladas de reservas probadas y probables, lo que la convierte en uno de los proyectos más grandes a nivel mundial puestos en operación en el último decenio.


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Comunidad de Coclesito, distrito Omar Torrijos Herrera, Colón. Alexander Arosemena


Búfalos, estanques y sueños

Son las 3:10 p.m., y las nubes en Coclesito, distrito de Omar Torrijos, en la provincia de Colón, abrazan algunos cerros. Hasta el año 2018 esta área perteneció a Donoso, pero ahora es la cabecera de una nueva división geográfica. Los búfalos, que trajeron de Trinidad y Tobago en 1970, y los estanques de peces son íconos del lugar.

Entre estos montes, Abel Olivero, antiguo proveedor de Minera Panamá, se sume en “emociones encontradas” tras el cierre abrupto de la mina. El 6 de diciembre, la notificación formal del Ministerio de Comercio e Industrias marcó el final de las operaciones, dejando a la comunidad en un estado de incertidumbre. Con la mirada perdida en el horizonte, Olivero, como muchos otros, argumenta la necesidad de reinventarse en un lugar donde las oportunidades laborales escasean, planteándose la posibilidad de ahora tener que abandonar el distrito para buscar sustento.

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Abel Olivero, residente de Coclesito. Alexander Arosemena

El poblador relata que, previo a la llegada de la explotación minera a Coclesito, hogar de alrededor de 1,200 personas, la mayoría de la población se dedicaba a la actividad agrícola. En aquellos días, el sueño de obtener una profesión significaba emprender viajes a ciudades más grandes como Penonomé o la Ciudad de Panamá. La llegada de la mina marcó un cambio significativo, pero también despertó recelos alimentados por la experiencia previa con Petaquilla, una mina de oro abandonada desde 2014 sin un cierre adecuado.

“Siempre existió el debate en torno a los daños ambientales, pero después de un prolongado proceso de consulta, la comunidad lo aceptó. Puedo decirte que nuestras vidas mejoraron y muchos de nosotros recibimos capacitación para trabajar en el proyecto, especialmente en la fase de operación. El cambio fue significativo y, anteriormente, vivir aquí significaba limitarse a no tener sueños. En Coclesito, tener un vehículo era un lujo reservado para solo dos o tres familias”, expresó. Su pregunta retumba en el aire: “¿Qué vamos a hacer ahora?”.

Su diagnóstico como residente del lugar es que en medio de tiempos electorales, rumbo a los comicios de 2024, quedaron atrapados en un fuego cruzado entre políticos, sindicatos y gremios, lo que ahora lo deja muerto económicamente con el cierre de la mina. “Incitaron a las masas con muchas cosas falsas. Se dijo que en Coclesito los ríos desaparecieron y eso no es cierto. Que aquí cae una neblina blanca producto de la actividad minera y no es así. No hubo ni siquiera sustento científico, para esas afirmaciones”, concluyó.

La mujer de Coclesito

En el corazón de Coclesito, la voz de Cecilia Martínez emerge como un eco de incredulidad y sorpresa ante el giro inesperado de los acontecimientos. Para ella, hablar sobre el destino de este rincón olvidado nunca estuvo en sus planes. “Pensé que este tema del cierre minero lo estaría debatiendo en un futuro mi hijo o mis nietos. De la noche a la mañana nos quedamos sin nada”, articula con una expresión de desconcierto.

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Cecilia Martínez, habitante de Coclesito. Alexander Arosemena

Para Martínez seguramente habrá vida después de la mina, pero las entidades gubernamentales deberán apoyar más la región. Sin embargo, está clara en que levantarse será costoso, arduo y bastante difícil. En su percepción, el desafío va más allá de enfrentar el frío de las noches desprovistas de la actividad minera; ahora, el gélido abrazo de un futuro incierto se cierne sobre la comunidad, marcando un nuevo capítulo en el cual cada paso hacia la reconstrucción de Coclesito se torna un desafío frente a la adversidad.

En este distrito recién creado como lo es Omar Torrijos, la voz de la lugareña resuena con inquietud y ante la perspectiva de los jóvenes forzados a buscar su futuro más allá de sus hogares, la preocupación se cierne sobre el crecimiento de la comunidad. Con un llamado directo al presidente de la república, Laurentino Cortizo, el habitante hace una petición: “Le pediría al presidente que recuerde que nosotros también somos panameños”.

Ahora la comunidad, olvidada durante décadas en términos de programas sociales, implora por la atención gubernamental, necesitando un enfoque que vaya más allá del cierre de la mina. En palabras de Martínez, hay urgencia: “Le pido un cierre responsable para la mina porque de lo contrario nosotros pagaremos las consecuencias”.

Los pueblos empapados de pobreza que caminan entre montañas ricas en oro y cobre
El área montañosa es rica en minerales. Alexander Arosemena

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