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Médicos panameños celebran su día en una lucha desigual

Médicos panameños celebran su día en una lucha desigual
Los profesionales de la Salud que está en la primera línea de contención. Agustín Herrera

Tan excepcional como la pandemia actual, los médicos en su día celebran la vida pero también recuerdan que esta vez la muerte ni siquiera está a la vuelta de la esquina y que puede abordarlos al calzarse el estetoscopio.

Tres panameños en ejercicio de la medicina en Costa Rica, Colombia y Panamá, pasan revista en una fecha especial para ellos, pero sobre todo para los demás.

Álvaro Cervantes, especialista en ciencias médicas y jefe de consulta externa de una clínica de Costa Rica; Kamila Llorente, psiquiatra que atiende pacientes en dos centros bogotanos; y Yahaira Ramos, médica del Centro de Salud de Chilibre.

Estos tres panameños interrumpen su trajín médico para atender una llamada telefónica y dar respuestas que terminan revelando el manejo adelantado por los tres países frente al virus.

Médicos panameños celebran su día en una lucha desigual
La doctora Kamila Llorente y Álvaro Cervantes, médico panameño en Costa Rica. Cortesía

“Ha sido un manejo muy bueno desde el punto de vista de salud”, considera Cervantes de la gestión del gobierno costarricense.

Graduado hace 22 años de la Universidad Metropolitana de Educación Ciencia y Tecnología de Costa Rica, este médico panameño pondera la experiencia del ministro de Salud de ese país, Daniel Salas, un epidemiólogo “de las entrañas” de la cartera ministerial.

“Antes de este cargo, el ministro laboró durante muchos años en ese ministerio como director general de salud”, una experiencia que según el panameño resulta “fundamental” en estas circunstancia. Sus decisiones se revisten de la certidumbre y la experticia que se requieren en una época de dudas.

“Es la voz cantante de este manejo: tanto el sector oficial como los habitantes acatan lo que dice el ministro”.

“Ha sido una experiencia que al final del mismo lado a los pacientes y al personal de salud”, comenta la psiquiatra panameña quien hizo su pregrado y su especialización en la Universidad del Rosario de Bogotá.

La especialista añade que una manera pertinente para salir de esta situación, por lo menos en Colombia, radica en el compromiso responsable de los ciudadanos. Este país suramericano lleva una estrategia de gobierno frente al virus, en coordinación con las autoridades municipales y departamentales.

“Lo mejor que se ha hecho en Panamá, hasta ahora, es evitar el colapso del sistema de salud”, reconoce Yahaira Ramos a propósito de la gestión adelantada por la administración del presidente Laurentino Cortizo.

“Si se derrumba, entonces habría de qué preocuparse”, determina esta médica general panameña graduada de la Universidad Evangélica de El Salvador.

El doctor Cervantes, está casado con otra médica nacida en Costa Rica y ambos son padres de dos mujeres, una de ellas tiene casi 17 años de edad y la otra, siete. Comenta que el “buen manejo” dado a la pandemia en ese país –solo contabiliza 10 fallecidos- obedece a “la cultura de los ticos”.

Una muestra de este compromiso ciudadano ocurre dos veces en el hogar del panameño. Recluidas en casa por causa de la cuarentena decretada por el Gobierno, las dos hijas se ven el noticiero de televisión al medio día, “para saber más del virus”, y en la tarde cuando los dos médicos llegan a casa.

Mamá de tres mascotas, dos gatos y un perro próximo a convertirse en un trapero, la doctora Llorente lleva a pasear al can en las primeras horas de la mañana. “Por lo menos en las calles de mi barrio la gente que saca a sus mascotas toma las precauciones para evitar los contagios”.

La doctora Ramos dejó de ver a sus padres desde el inicio de esta cuarentena. Ellos viven en la comunidad de Jaguito, en la cálida provincia de Coclé. “Habló con mis papás siempre al medio día, ellos han sido tan fuertes como lo he sido yo. Me acompañan desde su casa”.

Médicos panameños celebran su día en una lucha desigual
Yahaira Ramos es una de las profesionales de la Salud que está en la primera línea de contención. CORTESÍA

Prueba de esta presencia de un hogar a la distancia son las canastas de comida típica preparada por su madre, doña Feña. Mediante el servicio de transporte a domicilio, la señora le manda a su hija, tortillas y tamales de maíz, trozos de puerca asada en fogón de leña y arroz con pollo cocinado de la misma forma.

Y le pone, como para tener cómo refrescarse a la altura de la encomienda, frutas de temporada: mamones, naranjas y mangos que son como una compota.

De esas delicias es que surge la templanza de esta médica panameña frente a la pandemia. Los otros médicos panameños no reciben tales encomiendas, pero sí hablan por teléfono todos los días con sus familiares en Panamá, o sostienen encuentros vía Zoom, más que nada en las noches. Al menos esta pandemia no contagia la tecnología.



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