Panamá está atrás, no solo en el porcentaje de inversión del producto interno bruto (PIB) en ciencia, sino también en la cantidad de científicos con que cuenta, que dista de la media internacional, que es de mil investigadores por cada millón de habitantes.
Los informes proporcionados por la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt) reflejan que hay 860 investigadores en el buscador Google Scholar, que muestra resultados de documentos de contenido académico-científico de diversas fuentes como editoriales, bibliotecas, repositorios y bases de datos bibliográficas, entre otros.
El secretario técnico del Sistema Nacional de Investigación (SNI) de la Senacyt, Omar López Alfano, manifestó que este número podría tener un subregistro, y que el país podría tener alrededor de 900 investigadores, ya que no todos tienen un perfil en Google Scholar.
Los números de Panamá permiten establecer que hay un déficit de investigadores en la sociedad, es decir que, en el mejor de los casos, se tienen aproximadamente 225 científicos por cada millón de habitantes, especificó López Alfano.
No obstante, la cifra es menor si se toman en cuenta solo los investigadores reconocidos por el sistema de evaluación. De ser así, habrían 51 investigadores por cada millón de habitantes, ya que el SNI reconoce solo 202.
López Alfano enfatizó en que, independientemente de la cifra que se utilice, Panamá tiene un déficit importante en la representatividad científica dentro de la sociedad.
La definición consensuada —para efectos de evaluación— para un investigador no es solo que trabaja en la búsqueda de nuevos conocimientos, productos, procesos, métodos, sino que genera productos tangibles tales como: artículos científicos, capítulos, libros, patentes, desarrollos tecnológicos u otros documentos referenciales sobre algo específico en el campo de la ciencia o la tecnología, es decir, que atienden una línea de investigación.
La razón
Eduardo Ortega Barría, secretario nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, explicó que la cifra de mil investigadores por cada millón de habitantes es una media mundial que busca reflejar, como indicador, el grado de incidencia que tiene la comunidad científica en una sociedad.
Por debajo de este número la ciencia está subrepresentada, remarcó.
Ortega Barría atribuyó la baja cantidad de investigadores a que la agenda de investigación científica es joven, ya que fue a mediados de la década de 1970 que se creó el Instituto de Investigación Agropecuaria de Panamá; en 1980 la vicerrectoría de investigación de la Universidad de Panamá y la Asociación Panameña para el Avance de la Ciencia; seguido en 1990 con la transferencia del Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud a manos panameñas; y en 1997 la creación de la Senacyt.
Otra razón es que la gran mayoría de investigadores ha tenido que formarse fuera del país en estas carreras, a costo propio o del Estado, con una inversión alta, y que toma de seis a 10 años formar un investigador con suficiente experiencia para ser capaz de tutorear estudiantes, subrayó.
Dijo que otro aspecto a considerar es que los programas de postgrado de investigación de tiempo completo son recientes y todavía son pocos en el país, dado el número limitado de tutores e infraestructura de investigación apropiados.
En la actualidad, en el país hay 16 programas de postgrado de investigación de tiempo completo, entre las universidades oficiales y las particulares.
Tanto López Alfano como Ortega Barría consideran que mientras la investigación científica no se incorpore en el ADN de las instituciones —como hospitales, universidades, empresas privadas e institutos similares— el país continuará estando en deuda con el número de investigadores, ya que en Senacyt podrán prepararlos, pero estos deben contar con el espacio, la infraestructura y la instrumentación para el desarrollo de sus líneas de investigación.
Estrategias ante déficit
Entre las estrategias adoptadas frente a la falta de investigadores están las convocatorias para fomentar el interés por la investigación en edades tempranas, a través de programas como Jóvenes Científicos, Feria Científica del Ingenio Juvenil, entre otras.
Así lo resaltó Violetta Cumberbatch, directora de Desarrollo de Capacidades Científicas y Tecnológicas de la Senacyt, quien dijo que impulsan oportunidades de formación por medio de becas nacionales e internacionales para estudiar licenciaturas, maestrías y doctorados en áreas prioritarias.
Amador Goodridge, investigador distinguido del SNI de Senacyt, dijo que el país también necesita investigadores en todas las áreas y organizaciones para generar nuevos conocimientos de aplicación inmediata en el sector energético, ambiental, agropecuario y de tránsito interoceánico.
Sostuvo que es necesario que cada organización, ya sea ministerio o entidad autónoma, dedique una porción de sus recursos a investigar problemas propios.
A juicio de Goodridge, en el país hay que mejorar la percepción de los ciudadanos sobre los beneficios que reciben de la ciencia; y es necesario continuar incrementando la comprensión para que los mismos ciudadanos demanden más soluciones de investigadores.
Los dos retos se centran ahora en conseguir aumentar el número de investigadores, y lograr hasta el 1% del PIB en inversión para ciencia, tecnología e innovación, una promesa de campaña del actual gobierno.