El Parque Nacional Darién, el área protegida más grande de Panamá y de Centroamérica, cumple 42 años en medio de constantes amenazas que van desde la tala ilegal, incendios forestales, actividades agropecuarias y titulación irregular de predios.
Esta reserva ecológica fue creada el 7 de agosto de 1980 con una superficie de 579 mil hectáreas, para convertirse en el vínculo natural entre Suramérica y Centroamérica. Desde ese entonces ha tenido que sortear el impacto ambiental que supone una serie de actividades humanas en la zona y la dejadez de varias administraciones gubernamentales.
Organizaciones como Alianza por un Mejor Darién (Amedar) consideran que uno de los principales problemas de la reserva es que los especuladores de tierras están aprovechando la falta de saneamiento de los límites del área protegida, para titular la zona selvática.
De hecho, entre 2021 y 2022 la Fiscalía Regional de Darién y la Fiscalía Superior de Ambiente llevaron a cabo diligencias relacionadas con la presunta adjudicación de tierras de manera fraudulenta, con complicidad de funcionarios.
La investigación nació a raíz del conocimiento de acaparamiento de tierras en Pihuila y Amarradero, corregimiento de Camogantí, que son útiles para la ganadería extensiva y en las que se han deforestado unas 200 hectáreas, entre montañas y bosque secundario.
La presión
Según Hermel López, dirigente de Amedar, toda la presión en Darién recae sobre su área protegida y es allí donde más se tumba el bosque. “Es lamentable lo que ocurre en el parque Darién, no hay investigación, educación ambiental y no hay accesos al parque para que la población pueda hacer recorridos por los senderos”, puntualizó López.
Tanto Amedar como otras organizaciones entre las que están la Asociación Centro de Estudios y Acción Social Panameño (Ceaspa) y la Fundación Natura, han realizado estudios e investigaciones para que valiosos humedales en Darién —como el de Matusagaratí— se conviertan en sitio Ramsar de importancia internacional, pero de momento no han obtenido una respuesta concreta de las autoridades del Ministerio de Ambiente.
Las oenegés enviaron una nota al Ministerio de Ambiente en julio pasado con la finalidad de conocer el futuro de la declaratoria de Matusagaratí como sitio Ramsar, un proceso que viene desde hace varios años.
“Venimos observando un debilitamiento de la administración del parque Darién. Es nuestra joya pero está súper abandonada”, concluyó el activista.
Para Susana Serracín, de la Alianza para la Conservación y el Desarrollo, el Parque Nacional Darién representa una “valiosa joya de biodiversidad” del mundo.
“Es muy importante por su representatividad ecosistémica al ser el área protegida más grande de Centroamérica y Panamá, y un punto de conectividad entre Centroamérica y Suramérica, y además es Reserva de la Biosfera”, apuntó.
No obstante, Serracín planteó que su valor es proporcional al número de amenazas que sufre por la mano humana. Una de ellas, dijo, es la “inmisericorde” deforestación por verdaderas “mafias madereras” que operan desde hace años en la zona debido al monitoreo deficiente de las autoridades y la falta de sanciones.
La ecologista destacó que el 63% de la fauna panameña está en esa área protegida, y que también tiene un alto grado de endemismo de aves y otras especies.
“Otras amenazas son la expansión de la frontera agrícola y ganadera, la cacería e incendios forestales, y la práctica poco ética de obtener y colonizar tierras, entre otras, que acentúan una crisis ambiental de tamaña magnitud y que afecta no solo a Panamá sino al planeta, pues es un pulmón de la humanidad”, manifestó Serracín.
Adicionalmente, hizo un llamado a las autoridades para que protejan la zona y exhortó a empoderar a las comunidades y pueblos originarios para que emprendan proyectos de desarrollo sostenible que mejoren su calidad de vida, sin destruir los ecosistemas. No nos podemos dar el lujo de perder esta joya ambiental”, afirmó.
Capacidad institucional
El biólogo del Centro de Incidencia Ambiental, Isaías Ramos, sostuvo que a lo largo de 42 años se ha debilitado la capacidad institucional y financiera del área protegida.
“La vigilancia y el control en la zona han desaparecido, dejando de lado el avance de la frontera agrícola y la tala constante. Aspectos de educación ambiental que debían ser reiterados con la población y en particular en las aulas de clases, no se implementan”, argumentó.
A juicio de Ramos, en momentos de cambio climático, cada año se ve el avance de la deforestación y la pérdida de conectividad en el área protegida más extensa y con mayor endemismo y biodiversidad del país, mientras son escasos los procesos de regeneración natural y de reforestación que se lleven a largo plazo restituyendo lo que se pierde.
“Estos 42 años nos deberían llevar a evaluar todo lo que se ha hecho mal y cambiar de manera urgente, si realmente nos interesa proteger la biodiversidad y a la gente”, añadió.
Se intentó obtener una versión del Ministerio de Ambiente sobre los desafíos en esta reserva ecológica, pero no hubo respuesta al cierre de esta edición.
Sin embargo, en un informe del Ministerio de Ambiente, de 2019, se consigna que Darién perdía en promedio 8 hectáreas de bosque por día.
El Parque Nacional Darién es la principal fuente hídrica de la provincia de Darién. Allí se originan los ríos Tuira, Balsas, Chucunaque y Sambú que desembocan en el Golfo de San Miguel, también el río Jaqué que desemboca directamente en el Océano Pacífico.