Chester Awares Derelus es un joven congoleño de 23 años de edad, que lleva 95 días viajando. Ha recorrido tres continentes y cinco países, con el sueño de llegar a Estados Unidos.
Delgado, de piel negra, trenzas en su cabello y una mirada que aparenta cansancio, Derelus espera pacientemente sentado sobre una silla en la bahía sur de la Gran Terminal de Transporte de Albrook a que su hermano, quien vive en Nueva York, Estados Unidos, le envíe mil dólares para poder seguir su viaje y reencontrarse con sus familiares.
Cuenta que en mayo de este año partió de su país de origen, la República Democrática del Congo, a raíz de los constantes conflictos armados que hay en esa nación.
Informes de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur, por sus siglas en inglés), indican que los conflictos en esa nación africana han dejado 1.5 millones de personas desplazadas internamente, mientras que otras decenas de miles se han visto forzadas a emigrar.
Derelus, quien habla francés, un poco de inglés y un español que se puede entender, narra que su camino ha sido largo.
Inició cuando viajó en una embarcación hacia España y luego a Brasil, desde allí toda la travesía ha sido por la selva, pasando por Perú, Ecuador y Colombia, hasta llegar a Panamá.
Aquí, el primer punto en pisar fue Puerto Piña, provincia de Darién, el pasado mes de julio. En esa comunidad estuvo 26 días hasta que finalmente este martes 9 de agosto pudo llegar a la Gran Terminal de Transporte de Albrook.
Sin dar mayores detalles, el congoleño asegura que todo el trayecto hasta Panamá le ha costado 2 mil 500 dólares.
“Aquí nos bañamos, comemos algo y esperamos a que nuestras familias nos manden dinero para seguir nuestro camino. Esta es una situación muy difícil”, comenta.
Señala que de aquí, la ruta a seguir es Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala, México y finalmente California, Estados Unidos.
SON MILES
Como Derelus llegan diariamente a esta terminal de transporte entre 100 y 200 migrantes, explicó Benjamín Solís, jefe de Operaciones de la terminal de transporte de Albrook.
Detalló que desde hace un año aproximadamente este ha sido un comportamiento habitual en esta zona de tránsito.
“Esto ha sido así con los cubanos, somalíes, haitianos y ahora los africanos”, lo que evidentemente ha traído algunas “molestias a los usuarios del lugar”, sostuvo.
Solís dijo que en vista de esta llegada masiva se ha tenido que habilitar un área especial, en la parte superior de la bahía sur de la terminal, para que ellos esperen.
Además, se ha habilitado un baño para su uso exclusivo, y se han hecho algunas coordinaciones con la Cruz Roja Panameña, el Servicio Nacional de Migración y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) para atenderlos.
Ayer, en el lugar había al menos 50 personas entre hombres, mujeres y niños e incluso recién nacidos; algunos dormían, otros comían o conversaban entre sí. Varias mochilas, cartuchos, sábanas y bolsas de dormir habían en el lugar.
De acuerdo con Solís, la estadía promedio de los migrantes es de entre 24 y 72 horas. Agregó que “ellos solo están a la espera de que les envíen dinero, a través de las agencias de envío de dinero, para poder seguir su travesía. Es lo que nos dicen”.
El administrador también manifestó que personal de Migración ha hecho evaluaciones en el sitio y ha dejado claro que estas personas pueden estar hasta 72 horas en el país, sin que necesiten ningún documento para ello.
A su juicio, este fenómeno tiene varios efectos colaterales, entre ellos que están generando un movimiento económico que “aunque tal vez no es tan significativo, lo dejan”.
Acotó que son pasajeros que se mueven de frontera a frontera y que cuando llegan a la terminal compran tarjetas, van a los restaurantes, compran ropa, entre otros enseres.
Sin embargo, advirtió que la llegada de estos migrantes sin controles clínicos o sanitarios puede traer enfermedades.
Solís concluyó diciendo que mensualmente están recibiendo unos 3 mil migrantes, y hasta la fecha no se ha registrado ninguna situación de gravedad.
UN TEMA INQUIETANTE
De hecho, el pasado lunes, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) emitió un comunicado en el que evidenció “su profunda preocupación” ante la situación de “extrema vulnerabilidad” en la que se encuentran cerca de mil 300 migrantes varados en el municipio de Turbo, cerca del tapón del Darién, Colombia, frontera con Panamá.
James Cavallaro, presidente de la CIDH, expuso que “el hecho de que los migrantes recurran a canales irregulares y a traficantes de migrantes se explica por la falta e insuficiencia de canales legales y seguros para migrar”, lo que asegura los deja vulnerables a abusos y extorsión por parte de organizaciones criminales, traficantes de migrantes, así como de algunos policías.
En ese sentido, realizó un llamado a todos los Estados de América “a actuar de forma inmediata para que habiliten canales que les permitan a estas personas migrar de forma legal y segura”.
Por su parte, la vicepresidenta y canciller de la República, Isabel de Saint Malo de Alvarado, informó que actualmente se está trabajando en dos frentes para atender el problema.
“Nosotros cumpliremos con nuestras obligaciones en materia de poblaciones migrantes y se establecerán los albergues correspondientes para darles un trato humanitario, y a la misma vez seguimos trabajando con los estamentos de seguridad para impedir que irregulares entren” al país.
No obstante, reconoció que esta última fase comprende un gran “reto” en el que se están haciendo los esfuerzos necesarios..