La clínica del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) de la organización no gubernamental y sin fines de lucro de la Asociación de Hombres y Mujeres Nuevos de Panamá (Ahmnp), ubicada en la Gran Estación, en San Miguelito, cerró sus puertas por falta de dinero para su funcionamiento.
Esta clínica de VIH tenía unos 15 años de operar y gran parte del trabajo era subvencionado con aportes del Fondo Mundial para la lucha contra el Sida, Malaria y Tuberculosis. El dinero era utilizado para pagar alquiler, personal e insumos, entre otros gastos claves para operar.
No obstante, el apoyo económico a Panamá finalizó en diciembre de 2021, por lo que el año pasado el Ministerio de Salud (Minsa) comenzó asumir los costos de los programas de prevención, diagnóstico y atención de las poblaciones donde prevalece la transmisión del VIH por completo.
El actual escenario es complicado para la Ahmnp y otras dos organizaciones no gubernamental, que son la Asociación Panameña de Personas Trans (APPT) y la Asociación Viviendo Positivamente. Ambas trabajan también en programas de prevención y pruebas gratuitas de VIH, ya que desde septiembre están en espera de que la Contraloría General de la República refrende el contrato social que mantienen con el Minsa.
Así lo manifestó el presidente de la Ahmnp y exsecretario del Mecanismo Coordinador de Panamá (McdP), Ricardo Beteta, quien detalló que esta clínica para trabajar en condiciones mínimas requiere alrededor de $90,000 al año, es decir, $7,500 por mes.
Sostuvo que la clínica ha aportado el 80% de los casos detectados en el país y, de realizarse un análisis de casos, la organización le ha ahorrado al Estado más de $273,630, si se toma en cuenta que la hospitalización por VIH cuesta alrededor de $1,600 a la Caja de Seguro Social (CSS).
Datos de la organización Ahmnp indican que en el 2022 se atendieron en esta clínica 2 mil 731 usuarios, de los cuales 171 resultaron positivos, por lo que fueron vinculados al sistema de clínicas de terapia antirretroviral.
De los 171 casos positivos, 156 son hombres que tienen sexo con hombres, 8 son trans y 7 son de población en general, muestran las estadísticas.
Panamá dejó de recibir subsidios internacionales para el trabajo del VIH debido a su alto crecimiento económico, situación que ya era conocida por los miembros del McdP, —integrado por el Minsa, la CSS y organizaciones no gubernamentales—.
De hecho, antes de que finalizara la ayuda económica, el ministro de Salud, Luis Francisco Sucre, en julio de 2021, aseguró que se le daría continuidad a los proyectos con sus respectivos fondos.
En ese momento, Sucre añadió que se incrementaría la capacidad de respuesta al VIH en las diferentes dimensiones.
Amador Goodridge, presidente de la Organización Panameña Antituberculosa y expresidente del McdP, indicó que la situación se originó porque en el presupuesto del Minsa correspondiente al año 2023 no se destinó fondos para los contratos sociales con las organizaciones de la sociedad civil.
Subrayó que el procedimiento de refrendo ha tardado más de seis meses, lo que es insostenible para algunas organizaciones, pues no tienen la capacidad económica para sobrevivir durante la espera.
En los primeros meses de 2022, las organizaciones recibieron el dinero proveniente de un préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo, gestionado por el Minsa.
Minsa, en espera de refrendo
Recientemente, la Dirección General de Salud del Minsa confirmó a este medio que la tercera fase de contratación social está en la Contraloría General de la República, en espera de refrendo para continuar con los contratos sociales.
También informó que solo en prevención, en 2022 se invirtió aproximadamente $976,267, incluyendo material educativo, capacitación, antirretrovirales para profilaxis preexposición, preservativos, lubricantes, pruebas de VIH y reactivos de laboratorio.
En Panamá, hay 22,283 personas que viven actualmente con el VIH, de los cuales 15,580 son hombres y 6,703 son mujeres, según datos del Departamento de Epidemiología del Minsa dados a conocer el pasado 1 de diciembre, en el marco de la conmemoración de la lucha contra el VIH.
La prueba de VIH es clave en la prevención de esta infección, ya que permite a la persona beneficiarse lo antes posible de un seguimiento médico y adoptar las medidas necesarias para evitar la transmisión de la infección a otras personas.
Una prueba de VIH es el primer paso para combatir y controlar a tiempo el síndrome de inmunodeficiencia adquirida.
De hecho, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos indican que el tratamiento oportuno para el VIH puede hacer que la carga viral sea muy baja (supresión viral). Tener supresión viral significa tener menos de 200 copias de VIH por mililitro de sangre. Es decir, que puede reducir la carga viral a niveles tan bajos que las pruebas no la pueden detectar (carga viral indetectable).
Una lucha lejos de terminar
La lucha contra el VIH y el sida está muy lejos de terminar: los informes internacionales indican que hay un retraso global en la reducción de nuevas infecciones, lo que significa que se deben redoblar esfuerzos para lograr en los próximos ocho años el objetivo global de 2030 de poner fin al sida.
El panorama en Panamá no es diferente, pues se espera que la cifra de infectados aumente debido al rezago en los diagnósticos que se originó en los primeros años de la covid-19, ya que todos los esfuerzos de la comunidad médica se centraron en atender la pandemia respiratoria.
Los datos del Programa Conjunto de Naciones Unidas sobre el VIH/sida (Onusida) de 2020 colocan a Panamá como el primer país de Centroamérica con mayor cantidad de nuevas infecciones de VIH, con un estimado de 1,800 casos, seguido muy de cerca por Costa Rica, con 1,700.
En Panamá, lo más preocupante es el aumento de nuevas infecciones en edades de 20 a 29 años y el alto porcentaje de personas que no sabe que son portadoras del virus.
Los reportes del Minsa muestran que el año pasado había 571 nuevas infecciones de VIH en el rango de edad de 20 a 29 años. De ese total, 276 casos corresponden a edades de 20 a 24 años y 295 casos, de 25 a 29 años.