Un accidente de tránsito el 28 de junio de 1997 llevó a que la vida de la religiosa Ana Fisher cambiara totalmente, luego de sufrir 17 fracturas, de las cuales 11 eran en partes muy importantes del cuerpo, como la columna, cadera, pelvis, fémures, tibia, peroné, tobillos, entre otras.
Fisher también tenia una rotura de grado tres que le arrancó casi completamente el pie izquierdo, ocasionándole que los médicos decidieran amputarle la pierna por debajo de la rodilla.
“Soy medio robot, llena de platino, tornillos y cadenas cinemáticas, es decir, la mitad de mi cuerpo es metal. Fui sometida a 41 cirugías, convirtiéndome en un rompecabezas, bien por fuera, pero por dentro una panameña hecha leña, con suficiente fuerza y ganas para luchar por todas las personas con discapacidad”, expresa Fisher.
Tras la difícil situación que le tocó vivir y el período de recuperación que tardó casi dos años y medio en el hospital, decidió crear oficialmente en 2005 la fundación “Totus Tuus” Todo Tuyo María, con la finalidad de atender a personas con discapacidad, en silla de ruedas y movilidad reducida, tanto en la urbe capitalina como en áreas marginadas de extrema pobreza, y en los lugares más apartados y olvidados.
UNA MISIÓN DEL CIELO
La tarea que emprendió desde hace 15 años en defensa de los derechos de las personas con discapacidad le ha permitido percibir lo difícil que es movilizarse de un lugar a otro, pues en ocasiones los familiares no cuentan con automóvil propio y trasladarse en taxi es costoso.
Mientras que en los Metro Bus es una odisea, porque las rampas no funcionan y en las puertas traseras hay una ruleta que impide poder entrar y salir, por ello hay personas que tienen que arrastrarse en el piso, denuncia Fisher.
Otro problema es la silla de ruedas, porque algunos conductores de los Metro Bus les exigen llevar un acompañante para que los ayuden a subirla al autobús, pues aducen que no es responsabilidad de ellos. Y los taxis son caros y por el traslado de la silla quieren cobrar aparte, e incluso unos solicitan que dejen la silla. “¡Cómo se les ocurre!”, reclama.
La situación se registra porque tenemos un sistema de transporte (Metro Bus) en nuestro país que para cualquier persona sin discapacidad es pésimo, ahora con mayor razón para los usuarios que tienen algún tipo de movilidad reducida.
En tanto, la ciudad capital es poco amigable porque no hay aceras ni señalizaciones y los postes de luz están mal ubicados, los tanques de basura obstaculizan el paso en las pocas rampas que hay.
Con frecuencia a Fisher se le puede encontrar por los predios de la Alcaldía de Panamá trasladándose en silla de ruedas, ya que asiste los viernes a reunirse con autoridades que forman parte del Comité Técnico Asesor en Accesibilidad de la institución, con la finalidad de impulsar en el distrito capital acciones concretas en beneficio de la población con discapacidad.
La religiosa busca mejorar la accesibilidad y movilidad de las personas eliminando las barreras sociales y arquitectónicas que deben enfrentar. Ella está clara en que la tarea no es fácil por las decenas de concepciones equivocadas.
La primera, según Fisher, es “comparar la discapacidad con la incapacidad, con enfermedad, con minusvalía, insuficiencia, con anormalidad e incluso con desgracia.
En tanto, el segundo error es creer que la dificultad para la inclusión plena en la sociedad que tiene una persona con discapacidad radica en las limitaciones motrices, intelectuales, sensoriales o sicosociales, cuando en realidad se encuentra en el entorno y las actitudes de una sociedad que desde hace siglos hemos diseñado solo para quienes no tienen discapacidad”.
Ante esta situación, la religiosa considera que hace falta una mayor toma de conciencia y muchas jornadas de sensibilización para terminar con tantos obstáculos de actitud, arquitectura, información y comunicación.
REQUIERE APOYO
La fundación que dirige Fisher no recibe ningún tipo de aporte del Estado u organismo internacional, y les toca realizar actividades como rifas, tómbolas o esperar el apoyo de personas solidarias que les donen sillas de ruedas, comida seca, cajas de pampers, medicinas, entre otros enseres.
La oenegé está integrada por 250 miembros con discapacidad física, usuarios de sillas de ruedas y un total de 400 personas son beneficiadas en el país.
La persona que la acompaña en la lucha desde la creación de la fundación es la religiosa Nelva Villamonte, quien se encarga de brindar apoyo emocional y espiritual a las personas que buscan ayuda en la organización.
NIÑEZ Y VIDA RELIGIOSA
Hoy Fisher recuerda cuando se paseaba por la comunidad de Llano Bonito, en Juan Díaz, detrás de su hermana más pequeña, cuidándola para que no se le salieran los zapatos y perdiera alguno camino a la escuela. Es la mayor de tres hermanos.
“Fui como toda niña, jugaba y peleaba. Estudié en la escuela primaria Ernesto T. Lefevre y la secundaria en el colegio José Antonio Remón Cantera, donde me gradué de bachiller en ciencias”.
Además, cuando tenía solo 13 años de edad ya era coordinadora general de catequesis en la parroquia Santa Rita de Cascasia, en Bello Horizonte.
Luego de culminar sus estudios secundarios con 18 años de edad, tomó la decisión de servir a Dios y consagrar su vida a él e ingresó a la comunidad religiosa Franciscana de María Inmaculada, en el distrito de La Chorrera, en Panamá Oeste.
La determinación surgió porque desde muy pequeña había querido ayudar a muchas personas, no obstante, se concretó cuando el hoy santo papa Juan Pablo II visitó por primera vez Panamá en 1983.
“Transcurridos los días del accidente comencé a discernir qué era lo que el señor quería para mí, qué tenía planeado , por qué el cambio de ruta en mi vida, me preguntaba constantemente”.
Preparación académica
Se graduó de bachiller en Ciencia en el colegio José Remón Cantera. Posteriormente estudió Educación Religiosa, en la Universidad Católica de Costa Rica Anselmo Llorente y Lafuente. También tiene un diplomado en Administración de Centros Educativos en la Universidad Centroamérica José Simeón Cañas, en Guatemala.