Por primera vez en la historia de Panamá, un semiconductor concebido y fabricado en el país ha sido presentado para su solicitud de registro de patente. Se trata de un chip a escala nanométrica capaz de convertir señales binarias en salidas de siete segmentos, sin necesidad de programación adicional.
Este avance no solo constituye un hito técnico relevante, sino que también demuestra que la ingeniería panameña está preparada para competir e innovar en el escenario global de los semiconductores.
El desarrollo de este semiconductor estuvo a cargo del ingeniero Kelvin Kung, de la Universidad Tecnológica de Panamá (UTP), quien, con el apoyo de otros departamentos de la entidad educativa, presentó formalmente la solicitud de registro ante la Dirección General de Registro de la Propiedad Industrial del Ministerio de Comercio e Industrias (MICI), marcando así el inicio del proceso de protección del primer semiconductor diseñado por una universidad panameña.

Detrás de este desarrollo está un joven ingeniero eléctrico y electrónico egresado de la UTP, quien desde su infancia mostró una insaciable curiosidad por entender cómo funcionaban las cosas. “Armaba y desarmaba dispositivos electrónicos, hacía carritos y me aventuraba en los primeros pasos de la programación. Siempre tuve la cosquilla de saber el porqué de las cosas”, recordó Kung.
Aunque su formación formal en programación comenzó en el quinto año de secundaria, y descubrió la electrónica ya en la universidad, encontró el apoyo necesario para explorar sus intereses tanto en su entorno familiar como académico. Su padre, King Ben Kung (Q.E.P.D.), fue una figura de apoyo constante, al igual que sus docentes y colegas universitarios.
La chispa de la investigación se encendió con el doctor Danilo Cáceres Hernández, quien integró a Kung a su laboratorio en la Facultad de Ingeniería Eléctrica de la UTP y le mostró las aplicaciones reales de la electrónica y la programación.
Kung explicó a La Prensa que el proyecto del chip surgió a partir de dos motivaciones clave. La primera fue impulsada por el Dr. Omar Aizpurúa (Q.E.P.D.), rector de la UTP entre 2023 y 2024, quien promovió el desarrollo de un dispositivo tangible que demostrara la capacidad de la universidad en el emergente campo de los semiconductores. Esto se dio en el contexto de que Panamá había sido identificado como un colaborador estratégico por Estados Unidos, lo que podría abrir oportunidades en el sector.
La segunda motivación fue más práctica: la necesidad de desarrollar el “cerebro” electrónico para el marcador del cuadro de sóftbol del Campus Central de la UTP. Este proyecto también fue sugerido por el rector Aizpurúa y desarrollado junto al ingeniero Oscar Barría, director nacional de Gestión Energética, Ambiental e Ingeniería Aplicada.
Aunque transformar señales binarias en salidas de siete segmentos es un principio conocido por los estudiantes de ingeniería eléctrica, lo que realmente hace innovador a este chip es su escala. “Mientras los estudiantes trabajan en centímetros y los ingenieros utilizan circuitos integrados en milímetros, este chip opera a escala nanométrica, siendo cien veces más pequeño que un circuito integrado comercial y mil veces más pequeño que los proyectos académicos tradicionales”, explicó Kung.
Este tamaño no solo es impresionante desde el punto de vista físico, sino también funcional. Al no requerir programación adicional, el chip ofrece dos grandes ventajas: mayor velocidad de respuesta y menor consumo de energía. “Hoy en día, la mayoría de los dispositivos electrónicos convierten señales eléctricas a datos digitales, los procesan mediante software y luego los reconvierten a señales eléctricas. Este proceso, aunque rápido para el usuario común, puede representar un retraso crítico en sectores como medicina, banca, transporte e inteligencia artificial”, aclara el ingeniero.
Además, el ahorro energético es clave en un mundo donde las grandes compañías tecnológicas, como Google y OpenAI, ya están construyendo sus propias plantas generadoras de energía para satisfacer la creciente demanda.
El chip panameño podría tener múltiples aplicaciones prácticas en industrias que trabajen con números, como relojes, contadores y calculadoras, hasta equipos médicos y sistemas de logística. Sectores como la banca, la tecnología y los servicios también podrían beneficiarse. Pero más allá del impacto inmediato, su inventor destaca el valor simbólico y estratégico del desarrollo: “Este chip representa un primer paso hacia la soberanía tecnológica del país. No depender de soluciones comerciales nos permite crear productos a la medida de nuestras necesidades”.
El respaldo de la UTP fue crucial para lograr este avance. El rector Aizpurúa gestionó el financiamiento, la importación y la nacionalización del dispositivo, mientras que la Dirección de Gestión y Transferencia del Conocimiento brindó asesoría técnica y legal en el proceso de solicitud de patente ante el MICI.

La experiencia ha motivado aún más al joven investigador, quien ha participado como expositor en congresos nacionales e internacionales, incluyendo CONCAPAN, el principal evento tecnológico de IEEE (Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos) en Centroamérica y Panamá, y CONESCAPAN, un evento regional de excelencia académica e innovación en ingeniería. Además, ha colaborado con investigadores destacados como los doctores Ignacio Chang, Vanessa Quintero y João Silva de Portugal, entre otros. También ha sido jurado en competiciones internacionales como Robocup Jr., celebradas tanto en Panamá como en Europa.
El ingeniero aprovechó la ocasión para enviar un mensaje a los jóvenes panameños interesados en la ciencia y la tecnología: “La RAE (Real Academia Española) define innovar como introducir novedades. Con eso en mente, les doy tres consejos: exploren todas las ramas de la ciencia hasta encontrar la que les apasione; hagan todo con excelencia, incluso fuera del aula; y usen la tecnología más allá del entretenimiento. Hoy es más fácil que nunca conectar con personas, instituciones y grupos que trabajan en lo que nos gusta. La innovación está a solo un clic de distancia”.
Con este primer chip panameño, la UTP y sus ingenieros no solo han demostrado su capacidad técnica, sino que han encendido una luz de esperanza para que Panamá se inserte con paso firme en la industria global de semiconductores.
Un centro de semiconductores en la UTP
Panamá se perfila como un mercado potencial para el ensamblaje, empaque, prueba y distribución de semiconductores, los cuales son requeridos por grandes empresas de tecnología, automóviles, equipos médicos, electrodomésticos y otras industrias que utilizan el internet de las cosas, inteligencia artificial y conectividad en sus equipos.
Sin embargo, ingresar al mercado de semiconductores no es tarea fácil, ya que se requieren altos recursos para establecerse con éxito. Es indispensable contar con un presupuesto considerable para infraestructura, investigación y desarrollo, así como para la formación y especialización de los profesionales panameños en este ámbito altamente especializado y tecnológico.
Así lo afirmó Eduardo Ortega Barría, secretario nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, quien detalló que están trabajando en la creación del Centro de Tecnologías Avanzadas en Semiconductores (C-TASC) en la UTP. Este proyecto requerirá fondos significativos, ya que, aunque Estados Unidos ha identificado a Panamá como un colaborador estratégico, es necesario crear las condiciones adecuadas en el país para llevarlo a cabo.
En la UTP, un equipo compuesto por más de 30 profesores e investigadores de diversas disciplinas ya está trabajando para hacer realidad el C-TASC.