La imagen más cruel del drama migratorio que se vive en el tapón de Darién, entre Panamá y Colombia, es quizás la de los niños, niñas y adolescentes que se adentran a esta peligrosa franja de selva, en algunas ocasiones, incluso, sin la compañía de sus padres.
El último caso de ese tipo fue dado a conocer este 20 de mayo por el Servicio Nacional de Migración, cuando un menor de cinco años de edad quedó bajo custodia de las autoridades panameñas, luego de que fue abandonado durante la travesía migratoria por Darién.
Inicialmente, el menor de edad fue hallado por una familia ecuatoriana que le brindó ayuda en la jungla y lo llevó hacia la comunidad receptora de Bajo Chiquito, en la comarca Emberá, la cual es el primer poblado del país donde llegan los migrantes luego de caminar varios días por la jungla. De momento, el niño de nacionalidad venezolana se encuentra sano y salvo.
Al respecto, la directora de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia, Graciela Mauad, subrayó en este caso se adoptó la medida de protección por parte de Juzgado de Niñez y Adolescencia de Darién.
Este tránsito de menores de edad por la selva de Darién se trata de una realidad que ha sido calificada por organizaciones como el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) como “alarmante”, puesto que cada año se agrava más.
Las cifras
Para tener una idea, entre 2019 y 2023 cruzaron por Darién 101 mil 2 niños, niñas y adolescentes migrantes. Este año, entre enero y mayo, suman 25 mil 431, según estadísticas del Servicio Nacional de Migración.
La situación se agravó en 2022, cuando hubo un récord de migrantes atravesando Darién. De hecho, el documento “Informe defensorial sobre la situación de los derechos humanos de la niñez y adolescencia en movilidad humana y en zonas de frontera de Panamá” concluyó que durante ese año ingresaron caminando al país desde la frontera con Colombia, tras cruzar la peligrosa selva del Darién, 40 mil 438 niñas, niños y adolescentes, de los cuales mil 119 cruzaron sin compañía o separados de sus familias.
El documento preparado por la Defensoría del Pueblo, junto a la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas y Unicef, manifiesta una tendencia al alza que se calcula que se mantendrá durante el 2023, como lo indica el hecho que tan solo en los cuatro primeros meses de este año ya 25 mil 431 menores de edad han atravesado esa zona, siete veces más que en el mismo período del 2022.
Para Unicef, el impacto del viaje por esta zona selvática en la niñez es cada vez más preocupante, ya que se enfrentan a varias amenazas como ríos en los que pueden morir ahogados, víctimas de la violencia sexual, trata de personas, explotación y otros riesgos de salud.
La directora del Servicio Nacional de Migración, Samira Gozaine, informó que de 600 mil personas que han cruzado la selva de Darién 120,000 son niños, representando un 20%. “Algunos de estos menores han visto morir a sus padres y otros son abandonados”.
— Migración Panamá (@migracionpanama) May 20, 2023
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De hecho, cuando los infantes llegan a Darién, requieren apoyo psicosocial y atención médica para tratar enfermedades gastrointestinales (diarrea, vómitos), fiebre, enfermedades de la piel, heridas y deshidratación. Este año, en los dos primeros meses, 23 casos de malnutrición han sido identificados y referenciados al Ministerio de Salud.
La tragedia
A esto hay que agregar los decesos que se reportan de menores de edad, ya sea por los peligros que implica la selva y los ríos crecidos de Darién o por los grupos delincuenciales que se adentran a la ruta migratoria con el fin de robar a los caminantes.
Este año se han reportado dentro de esta zona 19 decesos de migrantes, de los cuales nueve corresponden a menores de edad. El escenario es muy parecido cada año y por lo inaccesible del sitio, muchos de los cuerpos no son recuperados.
Tal es el caso de Rosmery González, una migrante venezolana, a quien le tocó ver cómo el río se llevó a su pequeño hijo Samuel, de cuatro años.
La mujer, quien vive ahora en Panamá Oeste, se aventuró a cruzar este espacio de densa vegetación, 5 mil kilómetros cuadrados de jungla, entre Panamá y Colombia, en septiembre de 2021, pero perdió a su hijo de cuatro años de edad y también a su esposo durante la crecida de un río.
La migrante prefirió quedarse en Panamá, hasta tener alguna noticia de sus seres queridos, ya que sus cuerpos nunca fueron recuperados.
“No pierdo la esperanza que encuentren sus cuerpos”, cuenta la mujer a La Prensa, quien ya se olvidó del llamado sueño americano, razón que la llevó a salir de Venezuela, junto a su familia, para cruzar una de las rutas migratorias más riesgosas de América.
¡No le creas a nadie que te prometa un viaje fácil por la selva de Darién para llegar a Centro y Norteamérica! Esta selva siempre implica peligros extremos que pueden poner en riesgo tu vida, tu dignidad y tu libertad.
— OIM Panamá🇵🇦 (@oimpanama) May 16, 2023
Personas que hicieron el viaje, cuentan su experiencia👇 pic.twitter.com/BcEcftnwfH
La directora del Servicio de Migración, Samira Gonzaine, señala que lo más horrible son los testimonios de personas que encuentran niños en la selva.
Así describe la funcionaria parte del drama que se vive en la selva: “Las madres les dicen [a los niños] espérenme aquí y simplemente los olvidan. También hay testimonios de personas que nos entregan niños que fueron encontrados al lado del cadáver de sus padres”.