La cima de Keops raspa el cielo abierto, donde no flota ni una sola nube. Los turistas están regresando a Egipto por las pirámides, que son verdaderamente colosales. Pero a pesar de ser las figuras estelares, Egipto, un país rico en historia, cultura y su gente, tiene un amplio repertorio de íconos esperando ser descubiertos una vez más.
Con la pandemia y sus limitaciones ya alejándose en el retrovisor, muchos viajeros están sedientos por empacar.
Cairo es una ciudad de contrastes, ruido, gente, arena y magia, y a pesar de ser un destino remoto, o tal vez a causa de ello, seduce a muchos.
Marriott Mena House es la opción de estadía para quienes quierar admirar las pirámides de Giza desde el balcón de su habitación. No solo cuenta con todas las amenidades de un hotel cinco estrellas, incluyendo restaurantes con una oferta gastronómica exquisita, sino que el personal es en extremo atento, destacándose en la hospitalIdad egipcia.

Esa no es una frase vacía. Es una cualidad que los visitantes sienten en cada paso que dan y en cada lugar al que llegan.
Vale la pena dar un paseo por el río Nilo en un felucca, una embarcación propulsada por el viento.
Otro infaltable es ir de compras al souk de Khan Al Khalili, un mercado extenso, lleno de pequeños tesoros, donde los comerciantes ofrecen té o café antes de intentar venderte lo que sea a como dé lugar.

Es obligatorio visitar el Museo Egipcio, que custodia la mayor colección de objetos de la antigua civilización: sarcófagos, papiros, jeroglíficos y hasta momias.
Egipto tiene varias idiosincrasias. Las calles, por ejemplo, no tienen carriles delineados. Los conductores manejan donde quieran y como sea. Los peatones, por su parte, cruzan la carretera sin reparar en si vienen o no automóviles.
Así como hay taxis, hay toctocs, unas bicimotos de tres ruedas que trasladan pasajeros de un lado a otro.
Cada esquina del mundo tiene algo que lo hace especial. En el caso de Cairo, Egipto, son varias cosas.

