El próximo 22 de abril se conmemoran 46 años desde que comenzó a celebrarse el Día de la Tierra, para concienciar sobre los problemas ambientales y la necesidad de proteger el planeta. En este tiempo, la tecnología ha avanzado notablemente en todos los ámbitos, desde el consumo hasta la medicina y la ciencia aeroespacial.
Pero así como ha brindado múltiples beneficios -salud, confort, entretenimiento, seguridad, etc.- también ha contribuido al deterioro ambiental, por la generación de grandes cantidades de desechos, el uso de materiales tóxicos, el consumo de energía y la emisión de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono (CO2), que inciden en el calentamiento global.
EL PODER DE LOS USUARIOS
A medida que los problemas ambientales han cobrado mayor relevancia en un mundo cada vez más poblado, usuarios y gobiernos han demandando productos más amigables con el planeta, y que haya mayor responsabilidad de los fabricantes, organizaciones y consumidores, en torno a la producción, uso y descarte de equipos tecnológicos.
Desde hace años se habla de “Green IT” (tecnologías de la información “verdes”) o “Green Computing” (computación “verde”). Esta última abarca el diseño, la fabricación, uso y eliminación de computadores, servidores y dispositivos tecnológicos relacionados como monitores, impresoras, unidades de almacenamiento y equipos de comunicaciones.
Raúl Lezcano, gerente sénior de la consultora panameña en riesgo tecnológico, seguridad de información y auditoría interna, Riscco, explica que los dispositivos computacionales más “verdes” incluyen el sello Energy Star 5.0 o EPEAT, un sistema de calificación global que determina qué tan ambientalmente responsables son los aparatos. “Es importante que al adquirir nuevos computadores, impresoras y otros dispositivos se verifique si hay alternativas con estos sellos”, recomienda.
Además, la virtualización y la “nube” ayudan a lograr más eficiencia y a disminuir la generación de CO2.
El vocero de Riscco considera que la internet de las cosas como tendencia no representa por sí misma una amenaza mayor que la existencia independiente de los aparatos sin comunicación inteligente, sino la forma como atendamos la emisión de CO2 diariamente, y el tratamiento de estos dispositivos cuando lleguen al final de su vida útil.
Sobre la “obsolescencia programada” de los aparatos, señala que si bien esta ayuda al crecimiento económico de forma cíclica y continua, no se han establecido reglas para controlar la emisión de CO2 y las formas de reciclaje útil o cómo todos estos dispositivos regresan a la naturaleza sin causar tanta polución.
Algunos fabricantes han cambiado ciertos materiales usados en sus productos, otros tratan de que sus aparatos tengan una mayor eficiencia energética, y a nivel de la sociedad se promueve más la donación de equipos que aún funcionan y el reciclaje de electrónicos.
A futuro, los principales desafíos para los fabricantes incluyen desde la selección de los componentes, el diseño y la fabricación de los aparatos, hasta permitir que tengan una vida útil más prolongada y asesorar sobre su tratamiento adecuado cuando finalice su utilidad.
Para los consumidores, el reto será preferir dispositivos digitales amigables con el ambiente, usarlos responsablemente (por ejemplo, no dejarlos encendidos en la hora de almuerzo o en la noche) y contribuir con el tratamiento adecuado al desecharlos.
En este contexto, los gobiernos tienen un rol fundamental para promover la eficiencia energética de los aparatos tecnológicos y el reciclaje.
“El proceso de reciclaje involucra a todas las partes. El usuario final puede hacer aportes, pero los gobiernos pueden establecer leyes que sirvan como marco para la adquisición, uso y descarte de las tecnologías utilizando procedimientos amigables con la naturaleza. Las empresas también deben tener reglas claras de cómo sus activos son descartados, sin afectar el medio ambiente”, señala Lezcano.
“De acuerdo con un estudio publicado en diciembre de 2015 por la Universidad de las Naciones Unidas y la Asociación de Empresas de Tecnologías Móvil GSMA, el 9% de la basura electrónica mundial se genera en América Latina. Pocos países tienen legislación para el tratamiento de la basura electrónica.
En Panamá se presentó a la Asamblea Nacional el anteproyecto de ley No.120 el 1 de febrero de 2016, para regular la recolección y el tratamiento de los desechos electrónicos en el país. En la sección de exposición de motivos se resalta que alrededor del 70% de las toxinas que se desprenden de los vertederos de basura provienen de los desechos electrónicos”.