Bolota: el representante que vive como rico y mantiene a ‘su’ gente pobre

Bolota: el representante que vive como rico y mantiene a ‘su’ gente pobre
A la izquierda, el barrio exclusivo de la ciudad de Panamá donde el diputado Jairo Salazar Ramírez habita algunos días. A la derecha, las calles de Barrio Norte, el corregimiento gobernado por Bolota. Fotos Agustín Herrera y Alexander Arosemena


En marzo de 2022, el diputado Jairo Salazar Ramírez –conocido como Bolota– dio uno de los discursos más rimbombantes de sus discursos siempre rimbombantes en la Asamblea Nacional (AN): “Soy la pesadilla de los oligarcas de este país —dijo para defenderse de señalamientos por corrupción—. A mí el que más me pega voy para adelante, como un buen colonense. Voy contra ustedes porque mi provincia tiene que avanzar”. Y remató: “Yo no tengo cola”.

Ese mismo mes, Bolota Salazar logró embucharse $1,650,000 en cuatro pagos de la Autoridad Nacional de Descentralización (AND), fuera de los parámetros impuestos por la ley. Precisamente, en el puesto número 1 del ranking de los que más recibieron de la “descentralización paralela” está un corregimiento que necesita mucho y, aunque recibe más que ningún otro, muestra pocos resultados: la junta comunal Barrio Norte, cuyo representante desde hace 15 años es Bolota Salazar. Logró $14.1 millones entre junio de 2021 y el 4 de mayo de 2023.

Para llegar a esta cifra, La Prensa accedió a más de tres mil registros públicos de la Contraloría que revelan que la AND repartió, al menos, $202 millones a 475 juntas comunales de todo el país.

Los datos de la “descentralización paralela” sugieren que Bolota Salazar tiene mucho más en común con la oligarquía a la que critica con frecuencia que con los colonenses que representa. Y no solo tiene cola, sino que no la tiene nada corta.

Mientras los colonenses que lo votaron viven en el abandono, Bolota Salazar conduce lujosas camionetas 4x4 por las que no paga impuestos; pasa sus días a más de 80 kilómetros de sus coterráneos, en un costoso apartamento con vistas a la bahía de Panamá, y viste marcas de lujo. También parece usar las herramientas de quienes él señala: su patrimonio no es fácil de rastrear y su método para la acción política es el del cálculo permanente.

Bolota: el representante que vive como rico y mantiene a ‘su’ gente pobre
El 4 de marzo de 2023, Bolota Salazar acompañó a Crispiano a Adames a presentar su postulación para las internas presidenciales del PRD. Un mes después cambió de bando: viajó a Bocas del Toro para apoyar al vicepresidente Carrizo.

La especulación es su arma. Todo lo que aparente una reivindicación de clase lo utiliza como estrategia para evitar dar explicaciones sobre las irregularidades que le atribuyen. Lo que vende como una reivindicación social es parte de una artimaña política en la que pesa más la conveniencia que las convicciones: dos semanas antes de recibir $3.1 millones para su junta comunal, Bolota Salazar no dudó en dejar de lado su lealtad a Crispiano Adames (PRD) para ponerse la gorra del vicepresidente José Gabriel Gaby Carrizo. Adames y Carrizo luchan por obtener la candidatura a presidente por el partido del gobierno, el PRD, en las elecciones de 2024.

De inmediato, el diputado colonense obtuvo tres pagos del Gobierno: los días 24 de abril, 3 y 4 de mayo de 2023. Recién comenzaba el año y ya había recibido más dinero que en cada uno de los dos años anteriores. En cinco meses de 2023 ha amontonado el 22% de lo que obtuvo en total, aunque siempre le fue bien en el reparto de fondos públicos. En 2021 logró $4.1 millones; un año después, $3.6 millones, y en lo que va de 2023 llegó el salto: $6.3 millones.

Aunque habla sin parar de códigos y de convicciones por el pueblo, a Bolota Salazar no parecen molestarle los privilegios cuando son para él.

Doble vara

Entrar a Colón es como caer en una ciudad tras un terremoto: edificios desechos, mugre y casi ningún servicio público garantizado al 100%. Las manzanas de Barrio Norte son lo mismo, aunque varias décadas atrás fueran parte de un trazado perfecto de calles, conectadas por una avenida Central con edificios de herencia francesa y estadounidense.

Una mujer de 73 años que nació allí dijo que “esto antes no era así y está cada vez peor”. En un recorrido que hizo La Prensa en Barrio Norte, la mujer añadió que tampoco hay agua: “Si tú consigues agua el lunes, el martes no hay, el miércoles no hay, el jueves tampoco”.

Las vicisitudes que sufre la gente son palpables, pese a que la AND giró $14.1 millones para este corregimiento. Los vecinos del barrio juran que no los ven: “Acá sabemos que con el tema de la descentralización entra mucho dinero y no son reflejados dentro del corregimiento. Dentro de la comunidad no se ve nada”, dijo Gustavo sobre calle 3. “Uno no quiere que el Gobierno le de nada a uno; uno lo que quiere ver son las obras realizadas, que al final van a beneficiar a toda la comunidad”, apuntó.

“Yo sí sé caminar y escuchar a mi gente”, dijo Bolota Salazar en pandemia en una de sus intervenciones en la Asamblea. Pero la gente en el barrio opina otra cosa.

“¿El alcalde y el diputado? No, no, no, malísimos”, dijo otro entrevistado. “Todo lo que es diputado o alcalde, lo que sea, todo eso no están por la gente, nada más están por ellos”, remató.

Nadie puede explicar bien qué pasó para que Colón haya pasado de ser el punto más alegre y distinguido del país a ser el emblema nacional de la miseria urbana. Todos saben que Colón es una provincia rica, pero llena de gente pobre.

Un joven de suéter naranja dijo lo que parece evidenciarse en el recorrido de La Prensa: “No nos quieren. Nos quisieron correr, porque no nos querían aquí —dijo en alusión a la “renovación” patrocinada por Juan Carlos Varela en el gobierno pasado, obra de más de 600 millones adjudicada a Odebrecht para mudar a los vecinos del centro— y ahora nos mantienen en el abandono”.

Bolota: el representante que vive como rico y mantiene a ‘su’ gente pobre
Así lucen las calles de Barrio Norte, el corregimiento de los millones de la descentralización paralela. Foto: Alexander Arosemena.

Parece mentira, repiten los vecinos de Barrio Norte, que en la ciudad del Canal se vaya el agua. Increíble que en una ciudad donde hay laboratorios de última tecnología no haya aspirinas en los centros de salud.

Bolota Salazar es representante del corregimiento desde hace 15 años. Uno que consigue muchos millones para la junta comunal sin lograr que la vida de los vecinos mejore como la de él.

La buena vida

“Los problemas tuyos son míos, porque ese es el tipo que se me enseñó a ser a mí”, dice Bolota Salazar en su nuevo spot de campaña para lograr ser candidato a diputado por el PRD, pero cuando la Policía lo paró porque conducía sin placa y a exceso de velocidad, se escudó en el privilegio.

“Respétame, te estoy mostrando quién soy”, le gritó a un oficial de policía de su provincia en marzo de 2020, cuando fue detenido. Después volvió a su Land Rover y se fue sin completar el procedimiento, según denunció el entonces jefe de la Policía Nacional, Jorge Miranda.

Bolota: el representante que vive como rico y mantiene a ‘su’ gente pobre
El barrio donde Bolota vive algunos días tiene parques, aceras y servicios públicos. Barrio Norte, que es el que gobierna en Colón, no tiene nada de eso. Foto Agustín Herrera

Dos vehículos como ese compró Bolota Salazar con el privilegio que le otorga el cargo público: los diputados pueden importar cada dos años vehículos sin pagar un centavo de impuesto. Así logró ingresar al país una 4x4 Land Cruiser Prado en marzo de 2021, y una Fortuner, que llegó cinco meses después, en agosto de 2021, según los registros de Aduana Nacional.

En la red social Instagram, el diputado exhibe sus lujos. Ropa de costosas marcas; paseos en yates y viajes a destinos exclusivos. Algunos de ellos ejerciendo su función pública, como uno de septiembre de 2016, a Madrid, que curiosamente comenzó con una capacitación en descentralización y terminó con una derrota del Real Madrid en el Santiago Bernabeu, estadio que está en la zona más presumida de esa ciudad. Algo equivalente a Paitilla, en la ciudad de Panamá, donde dicen que vive Bolota Salazar.

Hace tiempo circulan rumores que indican que el diputado reside a más de 80 kilómetros del rincón que representa, en un edificio donde el metro cuadrado cuesta cuatro veces más de lo que cuesta en Colón.

La Prensa confirmó el dato con dos fuentes que pidieron reserva de su identidad y buscó en el Registro Público a nombre de quién está la propiedad: pertenece a una sociedad anónima con directores nominales. Es decir, no puede conocerse quién es su verdadero dueño. Pero en una visita al edificio indicado por las fuentes, el conserje confirmó que Bolota Salazar pasa algunos días allí, cuando La Prensa preguntó por él. Incluso, lo llamó por intercom al apartamento, pero el diputado no atendió. Luego este medio llamó al diputado a su celular, le escribió vía whatsapp y por la red social Instagram, que usa mucho, pero no hubo respuesta.

Bolota: el representante que vive como rico y mantiene a ‘su’ gente pobre
Captura de un anuncio de venta de un apartamento en PH Q Tower.

“Todos los males comienzan cuando se piensa en el dinero, por el deseo de amontonarlo”, dijo Bolota Salazar el 30 de abril de 2020. Durante la pandemia, cuando la desigualdad de siempre quedó expuesta de manera descarnada, el diputado usó el recinto para avivar los reclamos de justicia y decir un par de verdades.

Criticó la forma depredadora de hacer negocios de la clase alta. Señaló que la clase media y baja la estaban pasando mal y que el gobierno de su partido no gestionaba ningún alivio. Sobre la oligarquía, soltó algo que también podría ser aplicado a él: “Descubrieron que la política es la mejor forma de hacer plata sin joderse”.

A pesar de sus alharacas, las personas del corregimiento bajo su gestión –y la de su circuito electoral– siguen igual de mal que en las últimas décadas. Aunque su corregimiento está entre los más beneficiados por los millones discrecionales del Gobierno y aunque Bolota Salazar afirme que es uno de ellos, la miseria permanece y coloca a los colonenses en una posición de víctimas por partida doble: del racismo estructural primero, y de la especulación política con que los propios reproducen las condiciones de desigualdad después.


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