Los cocineros trotamundos de Colombia

Los cocineros trotamundos de Colombia
Un proyecto transnacional liderado por OCCRP, con el apoyo del CLIP y compartido con La Prensa, revela las nuevas tendencias del crimen organizado internacional. James O’Brien/OCCRP


En julio de 2020, un grupo de colombianos llegó en un autobús con los vidrios oscuros a una escuela de equitación en el pueblo holandés de Nijeveen.

Dentro de los establos les esperaban sus nuevos jefes, un grupo criminal de 10 individuos basados en los Países Bajos. Habían construido el laboratorio de cocaína más grande jamás visto por las autoridades, capaz de producir hasta 200 kilogramos de droga por día, según muestra el expediente de la Fiscalía y la posterior condena.

Por lo menos 13 colombianos -11 de los cuales llegaron en avión para ese trabajo- pasarían los siguientes 10 días extrayendo, procesando y empaquetando una cantidad equivalente a una tonelada métrica de cocaína, indicó la Fiscalía. Al llegar, les dijeron que entregaran sus teléfonos y los encerraron, indican sus testimonios.


Los cocineros trotamundos de Colombia
El 11 de agosto de 2020, la policía holandesa detectó el mayor laboratorio de cocaína jamás encontrado en el país. Se escondía en una escuela de equitación en el pueblo de Nijeveen. Policía Nacional de los Países Bajos

Los cocineros trabajaron para un compatriota colombiano, Alejandro Cleves Ossa, quien a su vez respondía a los líderes afincados en Holanda, indica la orden de captura.

Cleves, que a los 23 años ya había sido apodado el ‘Rey de la heroína de Nueva Jersey’, había sido extraditado de Colombia a EU y encarcelado por tráfico de drogas en 2010. Le concedieron libertad anticipada en 2018. A los dos años, se había mudado a los Países Bajos para coordinar la producción de cocaína en representación de un capo en Colombia, revela un documento de la policía holandesa obtenido por Follow the Money, socio de OCCRP.

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El colombiano Alejandro Cleves Ossa, condenado por administrar un laboratorio de cocaína en una escuela de equitación en Nijeveen, un pueblo holandés. New Jersey State Department of Corrections

Las autoridades holandesas hicieron una redada en la escuela de equitación de Nijeveen en agosto de 2020. Cleves fue declarado culpable en marzo de 2022 y condenado a cuatro años de prisión. No respondió a un cuestionario sobre su pena.

El sumario del caso ofrece una visión inédita del funcionamiento de estos nuevos laboratorios, que desde hace una década empezaron a aparecer con mayor frecuencia fuera de Sudamérica, algunos de ellos en lugares tan remotos como Australia y Senegal. La policía holandesa ha desmantelado más de 60 laboratorios de este tipo desde 2018.

Mensajes encriptados, intercambiados en la ya desaparecida herramienta de comunicaciones EncroChat, hackeada por la policía y citados en la orden de arresto, muestran que la banda, basada en los Países Bajos, había recorrido una variedad de sitios antes de decidirse por la escuela de equitación.

“El lugar es perfecto”, le escribió un miembro del grupo a su suministrador de cocaína en Colombia.

“Ahora nos podemos volver locos”, respondió el hombre.

Mensajes posteriores sugieren que el proveedor colombiano envió más de 1,5 millones de euros a sus socios en los Países Bajos para invertir en el laboratorio, aunque el documento judicial no indica si finalmente la transferencia se realizó.

Para al menos uno de los miembros de la organización holandesa, este era su primer intento para entrar en el negocio de la cocaína tras llevar varios años operando un laboratorio de metanfetamina en los Países Bajos con unos mexicanos. La búsqueda de alternativas más rentables le hizo volverse “adicto” a la idea de procesar cocaína ya que ahí estaba “el dinero real”, indica su sentencia, que cita sus mensajes de EncroChat.

La organización holandesa que construyó el laboratorio de Nijeveen -uno de los tres que manejaban, según la orden de captura- añadió una capa de sofisticación tecnológica extra al proceso: incorporaron generadores industriales y calderas hechas a medida y, además, insonorizaron los establos y los equiparon con un sistema de purificación de aire para evitar que los olores químicos llamaran la atención.

No está claro cuánto costó el laboratorio, pero dos expertos entrevistados por OCCRP estimaron que construir instalaciones similares podría costar entre 200,000 y 500,000 euros. En los chats hackeados citados por la policía, un miembro holandés de la banda especuló que su jefe había invertido un total de 2 millones de dólares en uno de sus laboratorios.

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Distribución de laboratorios de cocaína detectados en las provincias de los Países Bajos entre 2021 y 2022. Datos de la policía neerlandesa. Edin Pašović/OCCRP

La ubicación ofrecía otra ventaja. En Sudamérica, los productores de drogas suelen tener dificultades para obtener precursores químicos de alta calidad, como el permanganato de potasio. Pero en la Unión Europea, los grupos criminales, que cuentan a menudo con décadas de experiencia en la producción de drogas sintéticas, pueden obtener las sustancias químicas directamente de productores legales.

Varias condenas en tribunales holandeses por casos similares muestran que estas compras a menudo son manejadas por intermediarios que afirman que los productos químicos se utilizarán para actividades legales como la restauración de arte.

Los chats hackeados del caso Nijeveen muestran que miembros de organizaciones holandesas hablaban de gastar entre 300,000 y 400,000 euros en “líquidos”, una referencia a precursores químicos, cuando el laboratorio estaba en construcción.

Este artículo es parte de ‘NarcoFiles: el nuevo orden criminal’, una investigación periodística transnacional sobre el crimen organizado global, que explora cómo innova y cómo se extiende por el mundo. El proyecto, liderado por OCCRP con el apoyo de CLIP, se inició con una filtración de correos electrónicos de la Fiscalía General de La Nación de Colombia que fue compartida con medios de todo el mundo, incluido La Prensa. Los periodistas examinaron y corroboraron el material junto a cientos de documentos, bases de datos y entrevistas. Los hallazgos pueden encontrarse prensa.com.

“Los holandeses lo tienen todo, puertos, redes de distribución, ubicaciones, productos químicos. Pero carecen de experiencia. Los colombianos tienen el producto y la experiencia”, explicó a OCCRP Martin van Nes, fiscal principal de tráfico de cocaína en los Países Bajos. “Se podría decir que es casi un matrimonio de conveniencia”.

Los periodistas han descubierto que esta experticia es un producto de exportación apetecido. El traficante radicado en Bogotá cuyo teléfono fue interceptado no sólo envió un equipo de “cocineros” a Guatemala para procesar su cocaína centroamericana, sino que también habló de mandarlos a trabajar a Amsterdam.

Otros han sido enviados a hacer trabajos similares en España. Un cocinero de cocaína colombiano que trabajaba en un laboratorio en las afueras de Madrid le dijo a Narcodiario -socio español de OCCRP- que lo contrataron para gestionar un equipo de seis personas y le pagaron alrededor de 450 euros por “unidad”, que es como se suele denominar cada kilogramo producido.

“Es lo que sabemos hacer bien”, dijo el cocinero, hablando bajo condición de anonimato. “Nací en una región donde esto es el día a día de cada familia y se aprende antes a trabajar con la coca que a leer o escribir”.

La “base miserable” del tráfico de cocaína

Los “cocineros” de cocaína trabajan en unas condiciones que las autoridades califican de insalubres e inhumanas. Los turnos son largos y los trabajadores a menudo duermen y comen en los sitios de producción.

Narcodiario, socio de OCCRP, entrevistó a un colombiano que llegó a España para procesar cocaína. Dijo que había estado fabricando la droga desde que era niño, y que aceptó el trabajo en parte porque: “Es lo que sabemos hacer bien”.

Explicó que un amigo de la región del Putumayo, al sur de Colombia, lo recomendó. Antes de viajar, la banda le pidió el pasaporte y le gestionó todos los vuelos y la documentación.

“Sólo me trasladé a Cali, donde en una agencia de viajes te entregan tickets de avión , Bogotá - París, París - Portugal. Viajas como turista y no tienes que hacer nada, están todos los documentos preparados”, añadió.

Dijo que lo recogieron de madrugada en Madrid y lo llevaron a una granja, donde pasó 15 días viviendo y trabajando en el laboratorio. Los gases podían ser intensos: “Tienes que salir a respirar aunque ya estamos muy acostumbrados”.

No se les permitían las comunicaciones, recordó, y compartían habitaciones con literas. Un cocinero les preparaba arroz, carne y papas.

El trabajo puede ser peligroso: un laboratorio clandestino en los Países Bajos explotó en marzo de 2020, matando un rebaño de ovejas y contaminando el aire y el suelo a su alrededor. (Más información sobre el laboratorio aquí).

Pocos de los beneficios de ese negocio llegan a los cocineros. Los colombianos detenidos en un laboratorio en Galicia, en el noroeste de España, dijeron a la policía que apenas les habían prometido unos pocos miles de euros por el trabajo.

“Son la base miserable de este criminal negocio que genera miles de millones de euros de beneficios”, declaró a OCCRP Emilio Rodríguez Ramos, inspector jefe de los Grupos de Respuesta contra el Crimen Organizado en Galicia.

El hombre afincado en Bogotá al que la policía colombiana interceptó sus comunicaciones ofreció otro ejemplo de maltrato. Después de que los cocineros que mandó a Guatemala empezaran a negociar directamente sus salarios con un cliente mexicano, les amenazó con quitarles el pasaporte.

“Deben entender que son empleados”, le dijo a otro miembro de la banda, según la transcripción de la escucha.

Análisis de datos: Ignacia Velasco.

*Yelle Tieleman (Follow the Money) contribuyó a esta historia.

Continúe leyendo la cuarta entrega de ‘Cocaína: todo a la vez en todas’ aquí.


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